Por Marco León Calarcá
A la memoria de mi padre.
Con amor y respeto.
Gracias por la solidaridad.
Sin tener en cuenta los sustanciales avances en los diálogos, basados en la igualdad entre las partes, hay sectores que siguen viendo las conversaciones como un proceso de capitulación y sometimiento de la guerrilla fariana.
Por tal razón siguen apareciendo interpretaciones ilusas y sesgadas sobre la Jurisdicción Especial para la Paz, aunque el texto completo del acuerdo aún no se hace público; la mayoría estimuladas por el malsano sentimiento de castigo a la insurgencia, sin importar la verdad, la reparación, la justicia y las garantías de no repetición, derechos esenciales de las víctimas y de la sociedad en su conjunto.
Esa supuesta libertad de expresión y de pensamiento, que solo opera para el establecimiento y sus áulicos, permite la existencia de vergonzosas realidades en el país, en estos tiempos verdaderas particularidades que permiten expresar:
Solo en Colombia,
Un magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Pretel, con un largo prontuario, pese a la exigencia de todos sus colegas para que renuncie a la investidura, sigue campante en el ejercicio de su cargo, como si nada pasara.
Un ex presidente, ahora senador, especializado en la injuria y la provocación, Álvaro Uribe Vélez, jefe inmediato de una larga lista de condenados por sus inocultables delitos en el ejercicio del poder, a quien la montaña de pruebas no le alcanzan ni siquiera para más exhaustivas investigaciones, sigue tranquilo dirigiendo sus huestes contra La Mesa de Conversaciones, pues se lucra de la guerra.
Otro ex presidente, Andrés Pastrana, en apariencia bastante desinformado que, en su búsqueda de protagonismo y en ejercicio de su egoísmo, lanza al aire venenosas acusaciones infundadas y obtiene titulares positivos en la gran prensa.
Un Procurador, Alejandro Ordoñez, con una particular forma de interpretar el mundo basada en la ley del embudo y la inocultable intención de llegar a la presidencia, valga decir con los creyentes “que nos coja confesados”, obsecuente enemigo de la paz, la justicia social y la reconciliación, claro ejemplo del abuso del poder, sigue su nefasta tarea con todo el poder de la institucionalidad.
Dejemos ahí, pero la lista de “personalidades” caracterizadas por sus desafueros no está agotada.
Unas elecciones caracterizadas por la corrupción como las que se realizan el próximo domingo, en las cuales el margen de posibilidades de triunfo de fuerzas populares es casi nulo, pero que debemos ampliarlo con la participación masiva en apoyo a candidaturas que consulten los intereses de las mayorías.
Y hay otros varios ejemplos de las particularidades negativas en la patria, no nos agotemos en su descripción, esa realidad hace imperioso iniciar una transformación que realce lo positivo y termine de una vez por todas y para siempre con esas y todas las expresiones del descuadernamiento institucional, responsable también del conflicto cuya superación ocupa a la Mesa de Conversaciones en La Habana, contando con el respaldo de las inmensas mayorías nacionales; en particular, las empobrecidas.
Nota: Amplia e irrestricta solidaridad a quienes están privados de la libertad por su rebeldía.
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