El próximo domingo serán las elecciones generales, donde participarán los hijos del menemismo y una izquierda que no habla de socialismo, entre otras fuerzas políticas. Si bien el neoliberalismo no se fue nunca, porque el kirchnerismo sigue avalando las políticas de Estado que, desde la dictadura cívico - militar y el menemismo, avalan el extractivismo y la megaminería como también la participación de las transnacionales y la burguesía nacional, enmarcada en la UIA, la Cámara Argentina de la Construcción y otras entidades afines, puede advertirse una larga noche para los próximos cuatro años.
Scioli, ex secretario de Deportes de Menem, es el candidato del Frente para la Victoria, cuyos militantes deben tragar ese sapo y la pésima gobernación en la provincia de Buenos Aires. A su lado, estará Carlos Zannini, un ex Vanguardia Comunista, el verdadero monje negro del kirchnerismo. Nunca mencionó a Luciano Arruga, pese a que su desaparición y posterior hallazgo de sus restos tuvieron lugar durante su mandato como gobernador, como tampoco hizo frente a las inundaciones que se produjeron e inclusive, vale recordarlo, intentaron ocultar hasta el número de muertos por ellas.
Macri era un viejo conocido de Alsogaray y por ese medio, llegó al riojano. Saltó de la presidencia del Club Boca Juniors a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad. Como Diputado Nacional fue uno de los grandes ausentes de la Cámara, al igual que Massa en la actualidad. Sus vacaciones fueron infinitas en sus dos mandatos y sus políticas de Estado están llevando al deterioro de la salud y de la educación, al igual que realiza Rajoy en España, para después justificar la privatización en un futuro cercano. Tal vez, Rodríguez Larreta será el que ponga el moño a la patria privatista que se viene.
Massa era un viejo militante de la UCD que luego se recicló en el kirchnerismo, como Amado Boudou. Su mandato como intendente de Tigre se caracterizó por privilegiar el boom inmobiliario que hoy usufructúan quienes no pueden justificar sus ingresos. Inclusive, hasta llegó a ejecutar la vivienda de una persona con discapacidad por no pagar el impuesto de Rentas...
Del Caño es una joven promesa de dirigente que pudo batir al histórico Altamira en las PASO, pero el discurso se queda en la gatera para no disgustar al medio pelo argentino, siempre alérgico a las ideas de izquierda.
Vamos a una elección donde se juega un modelo de país. Aunque ya el viraje del neodesarrollismo al neoconservadurismo se viene produciendo desde el 2008, ahora le toca el turno a la profundización del neoliberalismo que no pudo ser posible tras el estallido del 2001. Y aunque parezca exagerado, vamos en camino a una larga noche con ajustes y represión indiscriminada con una Iglesia como aliado táctico fundamental para contener la protesta social, mediante la imposición de sus mandatos.
Pero si los tres hijos del menemismo existen, lo son porque no supimos o no fuimos capaces de construir una izquierda unida para enfrentar a esta derecha que viene al galope. El trotskismo está en la calle y muerde los talones del poder, pero eso no alcanza. Resulta necesaria una verdadera vocación de poder que hoy no tiene la izquierda; en parte, por los egos conocidos. Pero también porque se eligió el camino del reformismo; es decir, navegar en la democracia burguesa. Algo de eso explicaba el artículo "¿Quién le teme al socialismo?", de Razón y Revolución
Se viene el ajuste y la represión contra los pobres, los pibes de los barrios y contra cualquiera que ose oponerse a las políticas ya implementadas, de la mano de los émulos de Videla, Massera y Agosti en versión "democrática". Sin dudas, estamos frente a un futuro de neoliberalismo recargado y una izquierda sin socialismo. Y lo único que nos quedará, será volver a la resistencia activa para evitar que nos quiten lo poco que tenemos: desde nuestra vida a nuestra tierra.
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