Santos con representantes de los 21 gremios
En un documento, firmado por 21 dirigentes de los llamados “gremios de la producción”, una de las estructuras de dominación más atrasadas y pre-capitalistas de la sociedad colombiana, comprometida y participante directa en los 70 años de guerra contrainsurgente de Colombia, como Augura (gremio de los bananeros), Fedegán (ganaderos), la SAC (de agricultores conservadores, recuerden el Pacto de Chicoral 1972 Pastrana-SAC), Fedepalma (cultivadores de palma africana), Financistas, Bancarios, Comerciantes, Contratista con el Estado (infraestructura), Fondos de especulación financiera, etc., han producido un documento “unificado” y largamente preparado donde aparentemente dan su respaldo a los Diálogos de Paz de La Habana, pero con el objetivo sutil de plantear sus “preocupaciones de fondo” a lo que ha constituido su norma tradicional de hacer negocios: ¿Cómo voy yo? O en lenguaje gremial ¿Ceveyé?
¿Cómo vamos nosotros, con la ley de Justicia transicional que puede juzgar a TODOS los participantes en el conflicto interno colombiano, o, con la Comisión de la Verdad pactada que, al buscar en los archivos gremiales encontrará sus financiaciones a los paramilitares? Es decir, han puesto su barba en remojo al ver lo que le está pasando a su líder actual Uribe Vélez.
A partir de esa gran preocupación tratan de adornarla con algunas razones traídas de los cabellos, como por ejemplo tratando de plantear un falso problema sobre la propiedad privada, especialmente Agraria y las expropiaciones, temas que no han sido objeto de ninguna agenda de discusión en la Habana.
Y basados en una exótica y críptica interpretación del proceso de paz de La Habana, el cual muy a su manera escolástica y pre-moderna, conciben como una rendición humanitaria (?). Pero que consiste en el mismo, viejo y tradicional esquema derrotado por la experiencia de 70 años de confrontación del DDR (Desarme, Desmovilización y Rendición de las FARC y la entrega de sus armas, para contarlas e “inventariarlas” en un debe, haber, saldo) esquema intentado tercamente en todos los otros intentos fallidos de finalizar el conflicto social y armado de Colombia. Como si el mundo siguiera viviendo en la época medioeval de los gremios verticales y la economía capitalista actual no se hubiera trasnacionalizado totalmente. Como si no hubieran trascurrido 70 años de horripilante confrontación social.
El Consejo Gremial Colombiano, que finalmente saca a la luz la cara unificada de sus reclamaciones, como muchas veces lo ha descrito la redacción de ANNCOL punto EU, es la 5ª quinta rueda dentada de la máquina de acero, cuyo eje central es el gobierno de los EE. UU. y sobre la cual giran todas las otras 5 cinco ruedas dentadas del denominado Bloque de Poder Contrainsurgente, fundado, organizado y puesto en 1962 por el Lieutenant (teniente) General William Pelham Yarborough, Headquarters, U. S. Army Special Warfare School, Subject: Visit to Colombia, South America, by a Team from Special Warfare Center, Fort Bragg, North Carolina, 26 February 1962. Quien en su famoso “suplemento secreto” a la visita realizada a Colombia un año antes, escribió la siguiente recomendación al gobierno colombiano que luego éste usó en ejecución: “Debe crearse ya mismo un equipo en dicho país, para seleccionar personal civil y militar con miras a un entrenamiento clandestino en operaciones de represión, por si se necesitaren después. Esto debe hacerse con miras a desarrollar una estructura cívico militar que se explote en la eventualidad de que el sistema de seguridad interna de Colombia se deteriore más. Esta estructura se usará para presionar los cambios que sabemos van a ser necesarios para poner en acción funciones de contra agentes y contra propaganda y, en la medida en que se necesite, impulsar sabotajes y/o actividades terroristas paramilitares contra conocidos partidarios del comunismo. Los Estados Unidos deben apoyar esto. En particular, un programa intensivo de registro de los civiles, de modo que todos sean eventualmente registrados en archivos del gobierno, incluyendo huellas digitales y fotografías, también procedimientos y técnicas de interrogatorios que incluyan pentotal sódico y uso de polígrafos, para arrancarles información a pedazos”. (Lieutenant General William Pelham Yarborough Headquarters, U. S. Army Special Warfare School, Subject: Visit to Colombia, South America, by a Team from Special Warfare Center, Fort Bragg, North Carolina, 26 February 1962 - Citado en http://www.nocheyniebla.org/files/u1/casotipo/deuda/html/pdf/deuda19.pdf).
Muchos investigadores sociales creyeron equivocadamente que “el equipo de personal civil y militar” organizado se limitaba únicamente a los cuerpos paramilitares oficiales; sin embargo, como se empieza a conocer, el asunto también incluía a figurones gremiales de altísimos cargos gubernamentales y estatales, entre los cuales nos basta citar a Arias Carrizosa de Augura (ex presidente de la Asociación de Bananeros de Urabá (Augura), a Visbal Martelo (ex congresista uribista y expresidente de Fedegán) o al honrado “contratista” de infraestructura Juan Martín Caicedo Ferrer (liberal, ex alcalde de Bogotá, senador, cargos en corporaciones públicas, privadas, enjuiciado en una serie de casos de corrupción), quien de la cárcel pasó directamente a la presidencia de su gremio.
De manera pues que el pataleo del otrora todopoderoso Consejo Gremial de Colombia ha salido tarde. Cuando ya la mayoría de los pactos en La Habana están bastante avanzados, incluso contra su oposición descarada: ¿Recuerdan en marzo del 2014, cuando el presidente del gremio de agricultores (SAC) Rafael Mejía le preguntó al presidente Santos que si en Colombia gobernaba Raúl Castro?
Y, cuando unas elecciones próximas a realizarse auguran la descomposición irreversible de ese Bloque de Poder Contrainsurgente dominante.
El pueblo trabajador colombiano debe estar alerta en estos momentos cuando se aproxima la posibilidad real de firmar los acuerdos definitivos en La Habana, con los que se pretende finalizar el conflicto armado de Colombia; pues la ofensiva de las fuerzas reaccionarias opuestas a la paz y favorables a la continuación de los negocios humanitarios derivados de la guerra contrainsurgente, cada día será más fuerte e intensa que nunca.
Y debe también ser consciente que la finalización del conflicto armado no significa que las contradicciones sociales y el conflicto social desaparezcan de la noche a la mañana. Sólo va a cambiar el escenario de la lucha de clases que esperamos sea más favorable a la más amplia movilización social y popular y a la lucha política de masas.
No es el momento de dudar. La lucha por arrancarle a ese Bloque de Poder Contrainsurgente reivindicaciones democráticas que nunca hubieran concedido de otra manera, sigue siendo la tarea fundamental del momento actual. Pero debemos acompañar esta lucha con la más amplia movilización social y popular unitaria, para que quienes quieren seguir manteniendo al pueblo trabajador colombiano en el atraso medioeval de los gremios corporativos y en la violencia del terror estatal no triunfen. Ese debe ser nuestro aporte a la paz de Colombia: hacer avanzar la rueda de los cambios democráticos hacia adelante y no hacia atrás, hacia la oscura noche medioeval.
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