Por Alfredo Grande
(APe).- La Marcha Patriótica, luego recaratulada como Himno Nacional Argentino, en su segunda estrofa era contundente: “Se levanta a la faz de la tierra / una nueva y gloriosa Nación / coronada su sien de laureles / y a sus plantas rendido un león”. León o leona, la Nación nueva y gloriosa se levantaba sobre la madrastra ibérica rendida a sus pies. Previo paso a pisotearla sin piedad por los numerosos crímenes contra la humanidad que los ejércitos españoles cometieron en estas tierras. Genocidio que disfruta de la impunidad de los cementerios.
Penosa y culposamente todas las estrofas que marcaban a fuego al invasor godo fueron censuradas. “En los fieros tiranos la envidia / escupió su pestífera hiel / su estandarte sangriento levantan / provocando a la lid más cruel.” Cuando la Marcha devino renga y se empezó a cantar el Himno, la libertad quedó marcada como el grito sagrado. Paradoja fundacional de la nueva Nación ya que la marca de lo sagrado impide toda libertad.
La cruz y su copartícipe necesaria, la espada, son la matriz imprescindible para que se impongan todos los mandatos y se mancillen todos los deseos. Incluso el deseo de libertad. La libertad por mandato no es libertad, sino sometimiento a las bulas laicas de los poderes de turno. Los derechos humanos por mandato del Estado son la mejor forma de encubrir los privilegios de la casta gobernante. La pestífera hiel de los fieros tiranos sigue usando todo tipo de desodorantes, enjuagues bucales, pastas dentales, a los fines de ocultar nauseabundas pestilencias. Los laureles democráticos siguen coronando nuestras sienes, pero ahora son de plástico. Garantía total aunque nunca le devolvemos su dinero.Las diversas formas de fraude, incluso el electoral, han sido protagonizadas por esbeltos y esbirros integrantes de los partidos autodenominados populares. Y nacionales. No recuerdo si Menem fue expulsado del Partido Justicialista. Un nervigenol ahí. Y el fraude no es la antesala de la maduración y la superación. Fraude es frustración y engaño. Ante esa cría sólo cabe esperar el tronar de algún escarmiento. No lo habrá y el verdugo de ayer podrá ser el gobernador de mañana. Y el Presidente.
La votación cada dos y cuatro años es una coartada para un crimen perfecto. ¿Cuál es el mejor sistema de gobierno para perpetrar aberraciones no democráticas, al estilo del cianuro en un río? La democracia. La mejor manera de ocultar un elefante en la calle Florida es llenarla de elefantes. O de demócratas. Que ocultarán con absoluta perfección trompas y colmillos. De la nueva y gloriosa Nación hemos arribado a “La Democrática”, corporación republicana. Los partidos políticos son empresas, los clubes deportivos son empresas, los artistas top son empresas, algunos programas de radio y tv son empresas. Y cuando digo empresas digo “emprendimientos lucrativos”. “Véndale a un capitalista la idea de la revolución y hará dinero con ello”. Creo que lo escribió Marx. Les vendieron a los capitalistas la idea de la democracia y hacen muchísimo dinero con ello. Por eso todos acuerdan en la redistribución de la riqueza pero muchísimos menos con impedir la acumulación de las riquezas.
Algunos jubilados pagan impuestos a las ganancias. Otro fraude que me hace dudar de que nuestros mayores estén cuidados. Pero la renta financiera está exenta, los magistrados del Poder Judicial no pagan ningún impuesto y sus empleados tampoco. Como dice el Himno, la igualdad es noble. Porque de popular no tiene nada. El Mercado de Votos une a las mercancías candidatos con los clientes ciudadanos (de cuarta). La Gran Corporación que es el Estado nos dice que éste es un país con buena gente, o en su versión local de la ciudad de Buenos Aires, donde en todo estás vos. Como sabemos que en este país hay gente aborrecible y que nadie puede estar en todo, la única conclusión es que no estamos en nada y que las biblias seguirán llorando junto a un calefón, aunque Metrogás no lo permita.
La República Corporativa incluye a estamentos intocables y absolutamente corruptibles. Desde la Sociedad Rural, pasando por el laberinto del terror de los bancos, incluso nacionales, los intermediarios de todo desde alimentos hasta voluntades populares, las castas burocratizadas de todos los Estados, que obviamente no somos todos, las mega empresas de la comunicación, que no solamente mienten, sino que falsean y distorsionan. La República tal como la padecemos es una Corporación de Corporaciones. Pero que la sabiduría de siglos de la derecha conservadora, reaccionaria y asesina, bien supo bautizar como “La Democrática”.
Al decir de Chomsky, en esa “ilusión necesaria” transcurre nuestra vida. Lo que he denominado el “alucinatorio social y político” Tres tristes candidatos de la alcurnia reaccionaria, sostienen discursos compatibles con “La Democrática”. El diablo sabe por diablo, pero más sabe por corporativo. Si al menos cuando votamos pudiéramos recordar que los tiranos no dejan de escupir su pestífera hiel, la memoria histórica de nuestros héroes asesinados, torturados y desaparecidos, volverá a tener sentido. El sentido de que “si no cambiamos todo, no cambiamos nada”.
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