Por el Prof. Juan Carlos Sánchez, Director Editorial de Gacetillas Argentinas.
La coyuntura porteña nos obliga a continuar el artículo anterior para poder comprender las consecuencias de un accionar autoritario que, hasta ahora, solamente ha tenido un tímido límite judicial y político. Pero la hora actual no es para miedosos, es para quienes deben poner el esfuerzo necesario para encontrar la forma de poner un dique a la soberbia y al escaso apego a la ley por parte del macrismo.
Dos amparos, y se sumaría un tercero, operaron como un disuasivo demasiado provisorio con respecto a las obras en el Metrobús 9 de Julio. El fallo del juez Schleiber y la unificación con el amparo promovido por Propamba llevan a una necesaria unidad en lo jurídico que, dependiendo la Sala de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso - Administrativo, tiene un plazo fijo habida cuenta de los notorios vínculos de varios de sus integrantes. Basta recordar que una de ellas, la Dra. Weimberg de Roca está a punto de formar parte del Tribunal Superior de Justicia, más allá de su saber, por compartir el mismo gimnasio y las caminatas con el Jefe de Gobierno porteño.
Por otro lado, la oposición ha preferido mantener la institucionalidad pero, inclusive, muy pocas y pocos se comprometieron con las y los vecinos en forma tangible. Desde lo comunal, Martín Iommi, comunero de la Comuna 6 e integrante de Proyecto Sur y Maru Lopes, comunera de la Comuna 10 e integrante del MST en Proyecto Sur fueron los principales apoyos en los cuales pudieron sostenerse los reclamos vecinales con respecto al Parque Centenario, mientras quienes forman parte del Frente para la Victoria apenas se asoman. Nada extraño después del pacto PRO - K en la Legislatura porteña. La Diputada María José Lubertino y el Diputado Juan Cabandié, del Frente para la Victoria, aparecieron en dos reclamos claves: el Metrobús y el cierre del Servicio de Neurocirugía del Hospital "Santa Lucía", respectivamente, mientras que la Diputada María Elena Naddeo, del FAP y el Diputado Alejandro Bodart, del MST en Proyecto Sur estuvieron junto a los vecinos en la 9 de Julio. Muy poco compromiso opositor, cuando las calles estaban pidiendo otra cosa.
Sin embargo, se conoció hace unos días atrás un cumplimiento, lindante con la desobediencia, de la cautelar establecida en el amparo presentado por el ex Diputado Di Filippo. Las fotografías nos mostraban los cortes de las plazoletas, en el tramo hacia Marcelo T. de Alvear, con las raíces expuestas de los árboles y en algunos casos, ya preparados para su remoción o tala. Por otro lado, también se intentó remover el monumento a la Democracia que se halla en la intersección de la calle mencionada con la Avda. 9 de Julio, pero las y los vecinos no descansan. Saben que la topadora aparece en cualquier momento y horario.
Nuevamente nos preguntamos, ¿cuál democracia?. La de la imposición lisa y llana de los caprichos del Ejecutivo o la que emana del poder popular, de la soberanía del pueblo. A medida que pasan los días, se profundiza la deslegitimación del macrismo en el poder pero la principal fuerza de oposición insiste en que siga destruyendo pensando, ilusoriamente, que después pagará por lo realizado. Craso error. Precisamente, para evitar que siga la tarea de destrucción sistemática, la misma Constitución de la Ciudad prevee la revocatoria de mandato. Ninguno recogió el guante tirado desde esta humilde tribuna. Resulta evidente que los buenos negocios están opacando a la política porteña y cuando ella no brinda soluciones, se corre el riesgo de dar rienda suelta a las pasiones...
Una campaña de e-mail marketing inundó las casillas de las y los vecinos con un pomposo mensaje titulado "No habrá más calles", en un híbrido intento de justificar lo injustificable, de mentir con alevosía, mientras las fotografías de las y los vecinos continúan demostrando la obra de destrucción en la 9 de Julio que, inclusive, fue criticada por el mismo New York Times, medio imperialista si lo hay... Al Jefe de Gobierno y Durán Barba, su asesor de imagen, los continúan protegiendo desde Clarín y La Nación pero se va conociendo la verdad desde las mismas redes sociales. Gracias a Internet, pudimos conocer el genocidio ambiental y el encarcelamiento del ocio porteño a manos de un gobierno que desdeña lo democrático.
Estamos ante una macricracia que, si la oposición no se hace cargo, más temprano que tarde puede tener consecuencias imprevisibles. No estamos en el 2001. Es cierto. Pero tampoco podemos olvidar que todo tiene un límite y el que lo pone es el pueblo. El kirchnerismo prefiere que sea en elecciones, para no levantar olas... Ocurre que no hay muertos, entonces no hay de que preocuparse. Eso piensan. Pero puede haberlos. Las patotas macristas ya están operando en la zona sur de la Ciudad. Simples barrabravas, como los que colaboran con la seguridad privada en el Centro Cultural General San Martín, que pueden ser considerados pseudo grupos de tareas al servicio del macrismo, como ocurrió con la ¿ex? UCEP.
A Ibarra lo destituyeron por la muerte de 194 jóvenes en Cromañón, ¿tendrá que pasar algo similar con Macri?. Pareciera que sí, ante la evidente inmovilidad opositora. Y eso también forma parte de este sistema cuasi dictatorial que lleva a cabo el Ejecutivo porteño.
Peor aún, se espera que no comiencen las clases ante la irrisoria oferta a las y los docentes porteños, mientras sigue incrementándose la cuantía de los subsidios a la educación privada. Ni hablar de las paritarias con el resto de las y los trabajadores estatales de la Ciudad, y las persecuciones que vienen sufriendo desde hace meses por reclamar sus derechos.
¿Tienen que morir vecinas y vecinos para que el calvario porteño se termine?. Pareciera que sí, porque nadie, absolutamente nadie tiene el coraje de comenzar un proceso revocatorio destinado a terminar con una gestión que está alejada de lo democrático. Y eso es grave...
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