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Buenos Aires - Argentina
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EDITORIAL II
EL CLUB DE LA PLUMA DEBE VOLVER AL ÉTER.
Hace unos días, nos enteramos que el programa radial "El Club de la Pluma", que se emitía por Radio Nacional Córdoba, dejaría su lugar por decisión de la Dirección de dicha emisora, quien adujo una cláusula contractual que invita al libre arbitrio del funcionario de turno pero que olvida a los oyentes y a los columnistas, habituales o no de dicha emisión.
Primero, el asombro y luego, la perplejidad ante un hecho que, aunque se intente disfrazar de otro modo, constituye un severo acto de censura por cuanto el programa conducido por Norberto Ganci constituía un torrente de aire fresco frente al gris profundo del éter argentino.
Descollaba en la monotonía de un aire que pretende uniformar las mentes y aligerar los corazones, con el deliberado objetivo de cumplir con la premisa fundamental: atender las preferencias de los oyentes, cuya gran mayoría advirtió la simplicidad del pensamiento y la frescura de la verdad sin rodeos, sin medias tintas frente a una realidad apabullante.
Los caprichos de un funcionariato comenzaron con un cambio de horario destinado a provocar la pérdida de audiencia, para buscar algún justificativo que legitimara la posterior decisión que hoy conocemos. Pero se equivocaron. Los oyentes y los columnistas hicieron un esfuerzo para continuar escuchando la riqueza de los contenidos de un programa dominguero. Pesó más la adhesión a una filiación política que la verdadera esencia con la cual debe conducirse un medio de comunicación.
Radio Nacional Córdoba no es propiedad de los gobernantes, sino del pueblo que contribuye con sus impuestos, aún con el IVA que paga por sus compras diarias, para que sea una realidad tangible. Tampoco es propiedad exclusiva de los anunciantes, pero reconocemos la importancia de sus aportes para financiar la producción de los programas y de la emisora. Pero sus funcionarios pretenden alinearla de acuerdo al pensamiento oficial, a un pensamiento único que no se corresponde con la realidad que vivimos todos los argentinos y todas las argentinas que habitamos este suelo. Y ello resulta incompatible con la democracia y con el Estado de Derecho.
Alguna vez dijo alguien que se debería impedir el prohibir por el prohibir mismo, el censurar por sí, para que la brisa de la libertad de expresión, que acompaña a la libertad de prensa, se cuele por todos los rincones del mundo. Pero resulta que es más fácil prohibir y censurar a un espacio porque está prohibida la disidencia. Seguramente, vendrán con el argumento de la línea editorial pero no nos convencen. La única verdad es la realidad, son los que acompañan a una radio y a sus programas, ello implica que los actos de los funcionarios de una radio estatal también tienen límites porque su sueldo se los paga el pueblo y no, el gobierno... Son los oyentes, los que deciden acompañar a una programación y no, los burócratas sentados en un pacato sillón.
"El Club de la Pluma" debe volver al aire, le pese a quien le pese. Los funcionarios deben tener un acto de grandeza y permitir la disidencia en su programación, porque la radio, la emisora nos pertenece a todas las argentinas y a todos los argentinos. Y que se comprenda bien, si hay volanteo, si los que escuchan un programa reclaman por su regreso al aire, no es porque quienes lo hacían los impulsan. Se equivocan. La audiencia no tiene dueños pero ella sabe elegir muy bien lo que escucha y a lo mejor, si quienes dirigen Radio Nacional Córdoba comprenden la verdadera dimensión de lo que significa estar al frente de un medio de comunicación, es posible que pronto volvamos a escuchar un programa que nos debería enorgullecer a la argentinidad, la misma que sigue al palo...
Prof. Juan Carlos Sánchez
Director Editorial GACETILLAS ARGENTINAS.
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