OPINION - ELECCIÓN EN CAPITAL EN EL MOMENTO DE MÁXIMA TENSIÓN: ¡ QUÉ NO SE EQUIVOQUEN DE ENEMIGO !..., POR JOSÉ LUIS SUMARIO 1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - ELECCIÓN EN CAPITAL EN EL MOMENTO DE MÁXIMA TENSIÓN: ¡ QUÉ NO SE EQUIVOQUEN DE ENEMIGO !....

OPINION - ELECCIÓN EN CAPITAL EN EL MOMENTO DE MÁXIMA TENSIÓN: ¡ QUÉ NO SE EQUIVOQUEN DE ENEMIGO !..., POR JOSÉ LUIS

SUMARIO

1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - ELECCIÓN EN CAPITAL EN EL MOMENTO DE MÁXIMA TENSIÓN: ¡ QUÉ NO SE EQUIVOQUEN DE ENEMIGO !..., POR JOSÉ LUIS.


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From: José Luis

Sent: Saturday, June 20, 2009 3:16 AM

To: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN

Subject: ELECCIÓN EN CAPITAL EN EL MOMENTO DE MÁXIMA TENSIÓN: ¡ QUÉ NO SE EQUIVOQUEN DE ENEMIGO !..., POR JOSÉ LUIS

Elección en Capital en el momento de máxima tensión: ¡Que no se equivoquen de enemigo!...

¡Última semana!

Tanto Heller como Solanas están "en la zona de succión" de la Carrió y Prat - FMI - Guy... a menos de 2 puntos porcentuales de ser segundos!...

Y entonces van con el acelerador al máximo... Con toda la tensión y pasión... Por salir 2º... (Ya que a primero no pueden porque se negaron - ambos - a ir juntos...).

Y las 2 notas de la página central de Página 12 de hoy, reflejan esa pasión y esa tensión... Que parece desconocer que son 2 caras de la misma moneda: La que afirma lo logrado y la que reafirma que hay que seguir... E ir por más...

El peligro en estos momentos de tensión es que alguno se confunda de enemigo y ponga el centro de su tensión y pasión contra la otra  cara de la misma moneda, en lugar de hacerlo contra el enemigo: Macri, Carrió y sus esfuerzos por volver al pasado...

¡Y se nota! Una: La Dra. Alcira Argumedo, dedica solo una frase a reconocer que son 2 caras de una misma moneda: "sin dejar de reconocer las cosas buenas que apoyamos del actual gobierno"...

Para después dedicarse a plantear el eje de su campaña: El proyecto nacionalista que apunta a recuperar los elementos esenciales que hacen a la independencia y soberanía...: Petróleo, minería, comunicaciones y el viejo proyecto del "Frenapo" (en el que coincidían Heller, Lozano y Solanas y hasta la Kristina...), luego solo levantado por la CTA del "subsidio universal por hijo"... Todos elementos que reclaman de la acción, aún ausente, del Gobierno en esos rubros...

¿Es perdonable el "olvido" de relatar todo lo que tienen de coincidente? Sería mejor que no pasase... Pero es casi inevitable que, en el momento de máxima tensión, la Dra. Argumedo, sin faltar a la verdad, cuente solo "su" parte de las historia...

En cambio Forster derrapa... Y comete el pecado de faltar a la verdad:

Si uno lee los diarios de aquellos días, fue la propia Presidenta, frente a sus diputados y senadores más cercanos, reunidos en Olivos la noche posterior al "final" de la 125. Cuando el conteo mostró la dimensión de la estampida sojera Adentro del PJ (de más de 30 legisladores, además de la publicitada del Vise "no positivo"...) la que reconoció que:

"Se había equivocado al rechazar la oferta de Pino de retirar el proyecto oficial y apoyar el de ellos, que contemplaba más precisamente la segmentación de las retenciones (eje para romper la alianza chacareros - Sociedad Rural, aún no utilizado...) y que atacaba al principal aliado "externo" de la oligarquía: a Cargill y a Dreyfus"... Y que ella "se hacía la autocrítica porque eso hubiese permitido prolongar la batalla con nuevos aliados"...

En su lugar Forster, en una muy infeliz distorsión consiente de la realidad, nos sale diciendo que:

"Así como el diputado Lozano votó junto con toda la derecha contra la Resolución 125 e hizo lobby para que los senadores de Tierra del Fuego"...

Volviendo a reiterar la soberbia que su propia jefa se autocrítico aquella noche, después de la derrota...

Pobre, pareciera estar terminando la frase de Perón que decía "Ni sectarios ni excluyentes"... Con el versito: "Nosotros solamente"...

Lo demás, del pobre Forster, es tan "perdonable" como lo de la Dra. Argumedo...  Y termina diciendo que "reconoce todo lo que queda por hacer"... Pero ¡Que no le hablen de eso! Que eso es "oradar"...

Si uno mira otra vez el debate, se va a dar cuenta que la inimputabilidad de la Micchetti fue construida por 2 voces: La de Heller y la Pino... Que Pino reafirmó (sin "plan de vuelo") los objetivos que Heller no niega... Que, como comentábamos en estos días: Solanas piensa en acumular, sumando voluntades para alcanzar los objetivos y Heller en maniobrar en la realidad concreta para avanzar aunque sea un paso... ¡En esos mismos objetivos!

En cambio Forster insiste durante 1000 palabras en que no... En que son enemigos!...

Allá él.

El lunes 29, todo el campo popular va a necesitar que esto nunca hubiese pasado...

Esperemos que los candidatos a los que apoya Forster,  tengan la inteligencia de pensar en que "hay un día después del 28" y no sigan los consejos de este pobre escriba...

Finalmente me despido diciéndoles aquello que canta Silvio:
"Con la necedad de asumir al enemigo...
Con la necedad de vivir sin tener precio..."
Los saludo con un abrazo:
José Luis

Política e ingenuidad

Por Ricardo Forster *

Mientras el miércoles por la noche miraba el debate de los candidatos a diputados por la Capital Federal no podía dejar de preguntarme, por un lado, si existe la ingenuidad en política y, por otro lado, si todavía persiste entre nosotros la profunda desideologización de los años ’90, época, como todos recordarán, en que se anunció a los cuatro vientos una doble muerte: la de la historia y la de las ideologías, con lo que se habían vuelto vetustas y anacrónicas las referencias a derechas e izquierdas. En el tiempo dominado por la lógica del mercado y la estetización posmoderna de todo, ningún anclaje significativo podía ofrecer nada relevante, ninguna memoria política podía perturbar el juego de equivalencias que borraban historias, posicionamientos, conflictos, herencias político-culturales, resistencias, derrotas, hegemonismos, explotaciones, clases sociales, violencias (y la lista es demasiado extensa como para continuarla). Una nueva forma de lenguaje pasteurizado, construido con los retazos del marketing, la publicidad y la reingeniería empresarial, se ocupó de darle rienda suelta a la neutralización de la política, a su sometimiento a las gramáticas audiovisuales y a los designios de la industria del espectáculo.

Clausurado, por inactual, el tiempo de las derechas y las izquierdas, lo que reinó durante aquella década y hasta 2003 fue una suerte de naturalización de las construcciones neoliberales. Naturalización del mercado como referente primero y último de todas las relaciones sociales; naturalización de una estructura de valores que proyectó a escena al ciudadano-consumidor, ese mismo que concibió la vida social y democrática como si fuera un paseo de compras por un shopping center que, eso sí, tenía que venir con satisfacción garantizada; naturalización de una forma extrema de individualismo asentada sobre la fragmentación social y la profundización de la brecha entre ricos y pobres; naturalización, también, de la pobreza que se equiparaba a la lluvia, a un fenómeno de la naturaleza y que sólo podía ser tratado desde la perspectiva de la filantropía; naturalización del periodismo y de las corporaciones mediáticas como reaseguro de la misma democracia, silenciando los intereses defendidos por esas mismas corporaciones; naturalización de la reducción de la política y de los políticos a las demandas de las nuevas estéticas televisivas. Todas estas naturalizaciones venían a esconder un sistema de dominación que a lo largo de varias décadas llevó, hasta alcanzar dimensiones escandalosas, a la concentración de la riqueza en cada vez menos manos y a vaciar la relación entre democracia, política y litigio por la igualdad.

Mientras que en el debate televisivo Carlos Heller fue el único que intentó, con diversa suerte, regresar sobre los núcleos ideológicos que se estaban poniendo en juego, los otros tres candidatos se dedicaron mancomunadamente a descargar casi todas sus baterías sobre el kirchnerismo. No sorprende que ésa haya sido la estrategia de Michetti y de Prat Gay, ambos son deudores directos e indisimulados de una derecha que no se nombra como tal escondiéndose en la retórica del fin de las ideologías; sorprende que alguien como Pino Solanas, que dice expresar una posición nacional y popular, se haya dedicado todo el programa a bombardear a un gobierno que tiene como principal contrincante precisamente a la derecha neoliberal entramada en la alquimia de corporaciones económico-mediáticas y de partidos que simplemente se han transformado en correas de transmisión de esos intereses concentrados.

Pino Solanas eligió la estrategia de horadar la candidatura de Heller, desconociendo lo realizado en estos últimos años, jugando sin disimulos el juego de la derecha que lo trata como a una niña bonita que viene a legitimar lo que en la boca del macrismo o del gorilismo neorradical sería imposible de lograr. Pino colocó su prestigio, aquel que viene de una película como La hora de los hornos, para acabar favoreciendo a la única alternativa real de poder, la derecha restauracionista y privatizadora, que puede venir a sustituir al kirchnerismo en esta etapa histórica. No hubo, en prácticamente todas sus intervenciones, una denuncia de esa alianza neoliberal que viene, desde el año pasado, avanzando como una amenaza poderosa sobre los aciertos, y no sobre los errores, primero del gobierno de Néstor Kirchner y ahora de Cristina Fernández; no hubo junto a un denuncismo antigubernamental efectista algo equivalente dirigido contra aquellos que no sólo vienen por todo en la Argentina sino que buscarán también desestabilizar al resto de los proyectos populares que vienen desplegándose en Sudamérica y de los cuales este gobierno ha sido una parte fundamental. Poco o nada parece importarle a Pino Solanas el destino de Bolivia, de Ecuador, de Paraguay; poco o nada le preocupa el regreso de la derecha al poder, porque él y los suyos se imaginan como los herederos de la caída del kirchnerismo.

Así como el diputado Lozano votó junto con toda la derecha contra la Resolución 125 e hizo lobby para que los senadores de Tierra del Fuego hicieran lo propio, el miércoles pasado, en el debate televisivo, Solanas se dedicó a criticar con saña y sin ninguna mediación posible a un gobierno que, más allá de deficiencias y errores, ha hecho girar el tiempo argentino hacia una perspectiva reparadora de lo popular. Nuevamente termina por elegir quedarse junto a aquellos que desguazaron al Estado, que brutalizaron la política, que naturalizaron la pobreza y la desigualdad social, y lo hace recurriendo a un arsenal supuestamente progresista y popular, algo semejante a lo que su aliado de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, viene haciendo desde el 11 de marzo de 2008, habilitando a la Sociedad Rural a través de los recursos simbólicos de una federación que se pasó con armas y bagaje al campo de sus antiguos enemigos.

Quisiera imaginar, amigo lector, que es posible que exista la ingenuidad en política, que lo de Solanas fue simplemente una estrategia, muy mezquina, para restarle algún voto a Heller y ganarlo para su lista en esa apuesta por convertirse en el nuevo referente de una alternativa popular; quisiera creer en esa ingenuidad o en esa pequeñez, pero algo de lo impropio, algo que no nació en el debate televisivo de los candidatos sino que se viene expresando desde hace más de un año, me hace dudar, ahora, de mi propia ingenuidad a la hora de preguntarme por qué ese silencio de piedra para criticar a la derecha restauracionista, mientras se descargan todas las granadas sobre un gobierno acosado por esas mismas corporaciones de las que nada dicen realmente Pino Solanas y Claudio Lozano o que, en el momento de la verdad, terminan por defender como lo hicieron durante el debate por la 125. Nada más difícil que disputar efectivamente la renta y no, como otros, que sólo lo han hecho de forma retórica; nada más claro que ver cómo actúan las corporaciones y a quién quieren desbancar para entender si estamos ante una ficción, como dicen Pino Solanas y los suyos, o ante una compleja lucha política, económica y cultural. ¿Ha sido acaso una ficción la disputa por la renta agraria extraordinaria, o la que se abrió con la renta financiera a partir de la reestatización del sistema jubilatorio, o la que se avecina en la disputa por la renta simbólica a través de la nueva ley de medios audiovisuales? La derecha, estimado Pino Solanas, sabe cuándo algunas cosas van en serio o cuándo otras son mera cháchara testimonial.

Muy diferente ha sido y es la actitud tomada por Martín Sabbatella que, aunque no coincidamos en su decisión de presentar en estas elecciones una candidatura propia y diferenciada, lo ha hecho sin desconocer los méritos de lo realizado por el Gobierno y sin apelar a la lógica de la impostura y de la denuncia espectacular ni, mucho menos, dejando de criticar centralmente a la derecha. Lo ha hecho y lo hace con honestidad y sin plegar sus banderas y sus ideas. Lo de Pino Solanas ha sido de otro orden, ha tenido una virulencia verbal que sólo se podría conjugar y corresponder si su oponente fuera esa derecha restauracionista que espera paciente su turno para volver a ser la dueña de los destinos del país. Pero no, él y su partido han elegido como enemigo al gobierno sin importarle nada o casi nada la recuperación del sistema jubilatorio, la reestatización de Aerolíneas Argentinas, el saneamiento de la Corte Suprema, la política de derechos humanos, la defensa del trabajo y del salario en un contexto mundial de crisis y de políticas atentatorias contra los intereses de los trabajadores en la mayor parte de los países centrales, la construcción de un espacio latinoamericano atravesado por lo democrático, lo popular y lo emancipatorio que, entre otras cosas, contribuyó a frenar a la derecha fascista y separatista de la Media Luna boliviana, que les otorgó a 1.800.000 ciudadanos sin ninguna cobertura el derecho a jubilarse, que viene mejorando ostensiblemente la inversión en educación e investigación... Han preferido el sí... pero como forma de desconocer el giro histórico que se dio en nuestro país desde el 25 de mayo de 2003; han preferido el discurso de la impostura y de la ficción como si nada hubiera sucedido realmente y todo fuera apenas un engaño que no hace otra cosa que encerrar la continuidad del menemismo.

Mucho queda por hacer y por profundizar; muchos son los flancos débiles y las deudas con los que menos tienen; mucho queda por resolver con relación a los recursos naturales, a la protección de los glaciares, a la verdadera reconstrucción de un Estado devastado, a la imperiosa necesidad de llevar al Congreso una nueva ley de medios audiovisuales y a profundizar la redistribución de la riqueza; también mucho y decisivo queda por hacer a la hora de construir nuevas formas políticas de participación popular. Seguramente el 29 de junio estaremos discutiendo todo esto y más, sabiendo que un mismo espíritu emancipatorio debería reunirnos a todos aquellos que seguimos imaginando un país más justo, igualitario y libre; y sabiendo, también, dónde está el peligro, allí donde la amenaza de una restauración conservadora insiste sobre nuestro tiempo argentino.

Almas bellas o bocas cerradas

Por Alcira Argumedo *

En su artículo “El voto de las almas bellas” (Página/12, 15-06-09), Mario Toer nos invita a reflexionar sobre las próximas elecciones legislativas y se ocupa en especial del voto de las almas bellas, de aquellos que “quieren lo mejor para sí y para sus semejantes, pero padecen de una crónica aversión para repasar y comprender la historia y les cuesta entender la dimensión de la política”. Al igual que Carlos Heller (Página/12, 14-06-09) cuando dice “el voto romántico es un voto perdido” es fácil percibir que se convoca a votar con realismo político ante opciones supuestamente claras: “O se es protagonista con las mayorías consolidando el curso que se ha abierto o se persiste en los antiguos cenáculos que rondan el 1 por ciento en algunos distritos o, a lo sumo, en la variante nutrida de fantasías de celuloide que se conforma con contar con alguna presencia tan sólo en la ciudad que siempre ha sido esquiva a las mayorías con incesantes reclamos por todo lo que resta por hacer”. Durante los últimos seis años, el celuloide de Pino Solanas no registró fantasías sino realidades dramáticas, con información que nunca nadie pudo desmentir. Fue precisamente el contacto directo con esas realidades, con el potencial humano sufriente de la Argentina profunda, lo que nos llevó a formar Proyecto Sur y a la decisión de tener voz en el Parlamento. Porque no se trata sólo de “todo lo que resta por hacer” sino además de lo que hay que deshacer.

A modo de ejemplo, sin dejar de reconocer las cosas buenas que apoyamos del actual gobierno, en el próximo celuloide –Tierra sublevada– se aborda el tema de la minería a cielo abierto. Es conocido el veto a la Ley de Protección de Glaciares por parte del matrimonio Kirchner y el posterior aval a ese veto de un Parlamento sumiso, que antes había votado la ley casi por unanimidad. Tal decisión favorece sin duda a la empresa Barrick Gold y al gobernador kirchnerista de San Juan, José Luis Gioja, junto a sus socios o amigos; pero es preciso interrogarse si favorece a la inmensa mayoría de los argentinos, a sus hijos y a sus nietos. La información periodística señala que en el proyecto Pascua-Lama para la explotación de oro y plata a cielo abierto, la empresa utiliza 370 litros de agua por segundo: sacando cuentas, esto significa que en doce meses gasta el agua potable que una población de 40 millones de personas bebería en 24 años; y el agua que esa cantidad de población podría beber durante un siglo, la liquida en cuatro años. A ello se suman 17 camiones con cianuro por mes, que son volcados en tierras y aguas, además de 200 camiones de explosivos mensuales, destinados a la destrucción de montañas y glaciares: es el Potosí o La Forestal de nuestros días. Las almas bellas saben que el agua potable es un recurso indispensable para la vida y tiende a escasear en un futuro no muy lejano; la resistencia popular crece a pesar de las intimidaciones, pero los realistas políticos prefieren mantener la boca cerrada. Este es uno de los problemas que vamos a intentar deshacer desde el Parlamento.

A fines de 2006, el presidente Kirchner promovió la modificación de la Ley de Hidrocarburos mediante la llamada Ley Corta, por la cual los yacimientos de petróleo pasan a las provincias y se prorrogan las concesiones: esa decisión significó entregar a las corporaciones petroleras reservas por un monto aproximado de 600.000 millones de dólares, equivalentes al doble del PBI actual del país. Apoyada por el presidente, la ley posibilitó la entrega de Cerro Dragón a la Panamerican Energy hasta su extinción total en el 2047. Sobre esta base se prorrogaron o se entregaron nuevas concesiones en el resto de las provincias petroleras: el por entonces amigo gobernador Julio Cobos otorgó la mitad de los yacimientos mendocinos al grupo Vilas-Manzano (el mismo que robaba para la corona). Las almas bellas saben que esto es un latrocinio, pero los realistas políticos cierran su boca porque de eso no se habla en la Casa Rosada. Es otro de los problemas por los que vamos a luchar para deshacer desde el Parlamento.

Entre lo mucho que queda por hacer, ante todo afirmamos que el hambre es un crimen en tanto es evitable y estamos dispuestos a promover una ley para garantizar el ingreso universal por hijo. Debe mencionarse que quienes pagan impuestos a las ganancias o son tributarios de AFIP ya lo reciben, porque lo descuentan de sus aportes; mientras a los trabajadores en blanco se les suma al salario. El desafío es extenderlo a los trabajadores precarios y en negro, a los desocupados, a las familias en condiciones críticas. Se calcula que el otorgar 350 pesos por hijo, permitiría –junto a otras medidas de mediano plazo– eliminar la pobreza y la indigencia, disminuyendo sensiblemente la mortalidad infantil. Por razones obvias, la suma se entregará directamente a las familias, sin intermediarios. El monto calculado para erradicar este flagelo gira en un 2 por ciento del PBI, unos 7000 millones de dólares: las cifras comparativas indican que esto significa menos de la tercera o la cuarta parte de la renta energética –unos 25.000 a 30.000 millones de dólares por año– que queda en manos de las corporaciones y sus amigos; sin contar que se han venido otorgando subsidios del orden de 10.000 millones de dólares anuales a las grandes empresas locales o transnacionales.

Considerando que durante los últimos seis años la economía argentina creció a las tasas más altas de su historia, nos preguntamos por qué millones de compatriotas continúan sufriendo en la miseria; por qué, junto a otros cambios, no se ha impulsado la reforma de un perfil impositivo de alta regresividad, no se tocó la ley financiera de Martínez de Hoz ni se eliminó el IVA para los artículos de la canasta familiar. Mencionemos también una revisión de la legitimidad de la deuda: si la acción delictiva de los capitales financieros especulativos llevó al derrumbe de Wall Street y de las economías de la Unión Europea y Japón, imaginemos su accionar en nuestros países. Las almas bellas se indignan, pero los realistas políticos prefieren mantener sus bocas cerradas.

Estas son sólo algunas de las propuestas que Proyecto Sur llevará al Congreso ante la magnitud de la crisis mundial, que marca un cambio de época al conjugarse con los impactos de la Revolución Científico-Técnica. Dado que se trata de una crisis de sobreproducción por carencia de demanda, el único camino para superarla es una redistribución en gran escala de la riqueza: continuar con políticas que benefician a los poderosos a costa del sufrimiento de los más, no solamente es injusto; significa estar a contramano de la historia. En consecuencia, no es cierto que debemos elegir entre la derecha y un oficialismo que representa al movimiento popular. La verdadera opción es entre la continuidad de las políticas que privilegian al bloque de poder dominante, conformado por las corporaciones y los grandes grupos económico-financieros –con sus tensiones y conflictos internos– o impulsar un giro en el rumbo de nuestro país, con un proyecto en favor de las mayorías sociales y de los intereses nacionales, dispuesto a frenar el despojo al que nos ha venido sometiendo ese bloque de poder. Al margen de las retóricas de oficialismos y oposiciones (González, Página/12, 16-06-09), demasiadas veces hemos sido extorsionados por una espuria polarización, donde las amenazas del mal mayor fueron frustrando la construcción de una fuerza política, decidida a revertir décadas de saqueo e impunidad y a promover un proyecto nacional y latinoamericano capaz de dar respuestas frente a los desafíos de un nuevo tiempo histórico. Por eso hoy se necesitan muchas almas bellas y no tantas bocas cerradas.

* Segunda candidata a diputada por Proyecto Sur en Capital.

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