OPINION - ENFERMERO DISCRIMINADO, POR MIGUEL ABELANS SUMARIO 1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - ENFERMERO DISCRIMINADO, POR MIGUEL ABELANS. ...

OPINION - ENFERMERO DISCRIMINADO, POR MIGUEL ABELANS

SUMARIO

1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - ENFERMERO DISCRIMINADO, POR MIGUEL ABELANS.


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From: Miguel Abelans

Sent: Wednesday, June 17, 2009 5:58 PM

To: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN

Subject: ENFERMERO DISCRIMINADO, POR MIGUEL ABELANS

ENFERMERO DISCRIMINADO

El DICTAMEN N° 042/08 del INADI (Instituto Nacional Contra la Discriminación) certifica en los términos de la ley 23.592, que el Enfermero ABELANS MIGUEL ANGEL, fué DISCRIMINADO por la DRA. JOSEFINA RODRIGUEZ, (Directora Médica del Hospital Nacional de Pediatría “Juan P. Garrahan”)

¿El motivo?

Concluye el dictamen: “por lo tanto, también el Consejo de Administración del hospital” (“que se hizo responsable por las acciones de la Dra. RODRIGUEZ”) “también ha incurrido en un actuar discriminativo con respecto al denunciante” el Sr Miguel Ángel Abelans, accionar discriminativo que estaría motivado por los numerosos reclamos del Sr ABELANS en pos de una mejor atención de los/as niños/as.

“rostro de quien me discriminó”

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Obviamente la Dr. RODRIGUEZ JOSEFA sonríe, pues en su vida personal, social e institucional nada cambió. Si hay cambios en un “anormal” enfermero como yo, “anormal” que constantemente se pregunta en que etapa de la evolución mutaron los valores, el respeto y la valoración de la dignidad propia y del otro. Todos los que hemos decidido sostener un bagaje de valores y ser consecuentes con ellos somos “anormales”. También a los “anormales” nos llaman “victimas” porque somos consecuentes con los valores que forjamos y dan sentido a nuestra vida y llegamos a enfermarnos física y emocionalmente, antes de ceder frente a quienes impunemente como la Dra. Rodríguez) arrasan con nuestra dignidad.. Sabemos que la discriminación, como la violencia laboral, no son fenómenos nuevos, pero cada día se van perfeccionando sutilmente hacia el marco de lo impune, se naturaliza, se maquilla busca consenso como el perverso que acosa moramente y hasta logra prestigio social y profesional (como la Dra. Rodríguez, premiada como médica del año 1998). Lo que no cambia es la lógica canalla del “fin justifica los medios”, lógica que resuelve claramente que aquel que se interponga en el camino, será torturado y/o desaparecido simbólicamente, y/o discriminado y/o acosado y/o enfermará y/o morirá, física o moralmente, y/o le pondrán el sello de victima desalojándolo de su trabajo, marginándolo y degradándolo… El proceso de devastación subjetiva que comienza con el acoso moral, la discriminación, la violencia laboral, continua con el maltrato terapéutico y el deshumanizante proceso legal  que acusa falta de pruebas invierte causa y efectos y sobre todo los inocentes por portar un determinada clase social somos culpables (“algo habrán hecho”) No hay que ser muy vivaz para darse cuenta que, de sentarse jurisprudencia en estos temas, toda una turba de “anormales” recuperaríamos derechos genuinos y lejos de ser victimas, seríamos los actores de un proceso que nos acercaríamos a la postergada y cada vez alejada justicia social.

Mi intención nunca es criticar las instituciones, al sistema, a la legislación, etc. No porque piense que no son censurables. Sino porque esas instituciones están sostenidas, dirigidas y regladas por hombres y mujeres (como la Dra Rodríguez) de esta sociedad, que viven de ejercer esas funciones pero generalmente cuando deben asumir las responsabilidades que le competen están ausentes (huyen), pero si siempre presentes, con asistencia perfecta, para traicionar los más básicos preceptos de sus funciones. Pero lo mas terrible, en el caso de funcionarios del Estado, que están en una situación privilegiada e impune para violar derechos humanos, pues ellos son lo que tienen que protegernos y sistemáticamente nos violan. Está claro, en el “estatuto político” del Hospital Garrahan, aquel que se atreva a defender su dignidad, exigir respeto a sus derechos y ambiciona calidad de vida, debe saber que le espera un largo proceso kafkiano. Y añade que de nada le servirá acudir a la justicia para resguardar por sus derechos, sus pruebas nunca serán suficientes ni valoradas. Mas tarde, continúa advirtiendo el “estatuto Garrahan”, se enfermarán y serán sometidos el bastardeo de los métodos de evaluación tanto psiquiátricos como psicológicos, que de ningún modo les concederán como pruebas las reales causas de sus padecimientos (las pésimas condiciones de trabajo, la discriminación, el constante abuso de poder y la audacia de demandar por sus derechos)

Respecto a mi discriminación a esta altura ya nadie se acuerda cual fue el desencadenante, se evaporan los responsables y la pretensión de mis derechos van a parar al inodoro y posteriormente a la gran “cloaca” nacional.

A pesar de haber sido discriminado y continuar siendo discriminado, porque nadie se “cura” luego de una discriminación, es mi deseo continuar viviendo dignamente, por considerar que la mejor herencia que podemos dejar es derecho a la calidad de vida, el amor por los valores, el respeto por uno mismo y por el otro. Estuve abatido, acorralado por un sin fin de incertidumbres sembradas por la imposible negociación entre la corrupción  y el estado de mi derecho, me sentí un ser anacrónico buscando una solución para no resignar nunca los pilares que sostienen mi ser.

Me costó mucho reconocer que la discriminación que sufro me empujó a “morir  temprano” laboralmente. Pero descubrí que me asiste el derecho a vivir de otra manera. Y por eso me siento anormal. Lleve la etiqueta que me declaraba “inestable emocionalmente” (léase depresión, angustia, fobia, etc.) que se me convirtió en el último bastión de mi defensa porque no me resignaba a  tratar de vivir con eso pero con la convicción de que la negociación es posible, sin ceder la dignidad. Sabiendo que, a pesar, que la instalación de la situación dilemática ha actuado como factor sorpresa, provocando en mí una ruptura psíquica, con efectos tales, como los de la guerra fría, que son los que hoy en día se denominan como efecto de estrés post-traumático. A pesar de todo creo existe una salida, del dolor psíquico y de la marca canalla de esta época, esa salida es la ética. Mientras tanto, habrá que convivir con la desidia para quienes no es rentable lo digno.

Gracias a las dos personas que más quiero en el mundo: María del Carmen y Natalia. A la Lic. Viviana Fanés, al Dr. Guillermo Pérez Crespo, a los eternos compañeros Sandra, Gaby y Ángel. A mi viejo, por el ejemplo del poder de la constancia, a mi vieja que si no fuera por ella, hoy en día sería un ciudadano mudo. A todos los que oportunamente me expresaron su solidaridad.

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