OPINION - EN DEFENSA DE MORENO, CASTELLI, BELGRANO, EL PLAN DE OPERACIONES Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO, EN TANTO CONTINENTAL E INDIANA (UNA POLÉMICA CON JOSÉ PABLO FEINMANN), POR EL ING. ALBERTO J. LAPOLLA SUMARIO 1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EN DEFENSA DE MORENO, CASTELLI, BELGRANO, EL PLAN DE OPERACIONES Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO,...

OPINION - EN DEFENSA DE MORENO, CASTELLI, BELGRANO, EL PLAN DE OPERACIONES Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO, EN TANTO CONTINENTAL E INDIANA (UNA POLÉMICA CON JOSÉ PABLO FEINMANN), POR EL ING. ALBERTO J. LAPOLLA

SUMARIO

1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EN DEFENSA DE MORENO, CASTELLI, BELGRANO, EL PLAN DE OPERACIONES Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO, EN TANTO CONTINENTAL E INDIANA (UNA POLÉMICA CON JOSÉ PABLO FEINMANN), POR EL ING. ALBERTO J. LAPOLLA.


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Sent: Tuesday, June 23, 2009 2:14 AM

To: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN

Subject: EN DEFENSA DE MORENO, CASTELLI, BELGRANO, EL PLAN DE OPERACIONES Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO, EN TANTO CONTINENTAL E INDIANA (UNA POLÉMICA CON JOSÉ PABLO FEINMANN), POR EL ING. ALBERTO J. LAPOLLA

En defensa de Moreno, Castelli, Belgrano, el Plan de Operaciones y la Revolución de Mayo, en tanto continental e indiana. (Una polémica con José Pablo Feinmann)

Por Alberto Jorge Lapolla* 20 de junio de 2009

Parafraseando a Lenin, ‘Sin 1905, Octubre habría sido imposible’: Sin 1780

(Túpac Amaru), Mayo no habría sido posible.

Es el objetivo de este trabajo es polemizar con dos artículos de José Pablo Feinmann -a quien mucho respetamos- publicados por Página 12, uno el 25 de mayo y otro el 7 de junio (éste en Peronismo, Filosofía...).(1) En ellos, Feinmann vuelve con sus reiteradas críticas sobre el ideólogo y principal motor de la Revolución de Mayo, el Doctor Mariano Moreno, aun cuando ya no con la ferocidad con que lo trató en su libro la Sangre Derramada, donde casi lo acusa de agente británico, ahora por lo menos ya lo ve como un ‘revolucionario utópico y vanguardista, enemigo del Imperio británico’.

Feinmann plantea, en mi opinión, una mirada errónea sobre Mayo, pero allí radica creo, casi todo el debate histórico actual del campo popular, aquel que debemos abordar para trazar líneas sobre nuestro presente y futuro. Si como planteara A. Gramsci, ‘la historia del presente es la política del pasado y la política del presente es la historia del futuro,’ no es vacuo repensar nuestro pasado para poder pensar el presente y el futuro. En esa línea de pensamiento de vincular el pasado con el presente, coincido plenamente con José Pablo. Sin embargo, pareciera que como buen hegeliano Feinmann, posee todos los elementos para un buen análisis, pero éstos están, digamos, revertidos en su línea de pensamiento. Plantea allí una serie de equívocos sobre nuestra historia que me parece, tergiversan el sentido revolucionario, continental e indiano de la revolución de Mayo de 1810, ocurrida en Buenos Aires, pero simultánea con la oleada revolucionaria iniciada el 25 de mayo pero de 1809, en Chuquisaca, continuada en junio en la Paz , en julio en Quito, en abril de 1810 en Caracas y que sacudiría al continente todo, concluyendo exitosa en Ayacucho en 1824 –o si se quiere en Tumusla en 1825- también en el Alto Perú. Es decir que la revolución continental que nos libraría del yugo del Imperio español, comenzó en el Alto Perú (Bolivia) y termina en el Alto Perú, mal que les pese a los idiotas que apostrofan despectivamente ‘bolitas’ a nuestros gloriosos compatriotas bolivianos, a quienes debemos sin duda, gran parte de nuestra libertad, gracias a su heroica resistencia en la guerra de guerrillas de catorce años contra los Godos. La revolución entonces comienza y termina en Bolivia, y ¡oh, casualidad! con Bernardo de Monteagudo, -tupamaro-jacobino si los hubiera- ubicado en el centro de ambos sucesos, de dicha historia emancipatoria: en Chuquisaca en 1809 en la Junta Tuitiva y en el gobierno de Bolívar en el Perú en 1824. Emancipación nacional y social incompleta, pero superior a todas las revoluciones burguesas anteriores. Nuestra Revolución conseguirá la abolición de la esclavitud y la supresión de la servidumbre india y su igualdad según propone Moreno en el Plan, y tal como decretara la Asamblea de 1813, cosa que no ocurriera ni en Holanda, ni en Inglaterra, ni en Francia, ni en los Estados Unidos. No podía ser de otra manera pues estaba precedida por la insurrección Tupamara de 1780-84 que proclamó ambos derechos. Es decir se trató de una verdadera Revolución, tal como lo reconoce el historiador británico-canadiense H. Ferns, especialista en nuestro país, en su libro La Argentina: ‘La revolución contra España, a diferencia de la revolución norteamericana o de la revolución Francesa o de la cesación de autoridad portuguesa en el Brasil, fue una revolución completa, de carácter social, y económico además de político.’

El Plan de Operaciones de Moreno, el programa de Mayo

Ambas emancipaciones, a un cuando parciales e incompletas, fueron logradas luego de dieciséis años de durísima Revolución y Guerra de la Independencia , obtenidas pese a la atroz represión española desatada desde el comienzo. Represión que tiene cifras muy concretas: doscientos mil paisanos indios asesinados luego de la derrota de Túpac Amaru en 1781, doscientos criollos ahorcados y torturados en la Paz en 1809, tres mil quinientos prisioneros torturados y muertos de nuestras tropas revolucionarias en la fortaleza de El Callao entre 1809 y 1821, cinco millones de paisanos indígenas asesinados por el terror español y católico en México sólo entre 1810 y 1815 (según relatara Bolívar), medio millón de paisanos mayoritariamente indígenas asesinados en el Perú y el Alto Perú entre 1809 y 1824 y cientos de miles con igual suerte en Colombia, Venezuela, Ecuador y Chile, como represalia por desafiar al poder del Rey y de la Iglesia. Esta simple enumeración, en la cual queda claro que hubo pocos muertos producidos en el actual territorio argentino, tal vez bastaría para entender la justeza y brillantez –según lo señalaron sus propios enemigos y los Patriotas del resto de América, entre mayo de 1810 y junio de 1811- de la política aplicada por Moreno, Castelli y Belgrano en dicho período que nos diera la Libertad. Pese a ser derrotados finalmente en lo político, lograron sin embargo, destrozar a la contrarrevolución española y acabar con el absolutismo casi de un solo golpe. Así Moreno pudo decir en carta a Belgrano: ‘podrán derrotarme, podrán matarme, pero la revolución que hemos hecho ya no podrán volverla atrás.’ Y mal que le pese a Feinmann, tuvo razón: nada fue igual después de Mayo de 1810, a tal punto que la rebelión de masas iniciada se extendería hasta la batalla de Cerro Corá y concomitantes las rebeliones de Felipe Varela, López Jordán, Aparicio Saravia y su similares de Bolivia y Perú, ya en el último tramo del siglo XIX. Y si seguimos la línea que propone José Pablo, continúan apenas unos años más tarde, en el México insurgente de Villa y Zapata. Moreno también tenía claro la magnitud del desafío emprendido y la atroz represión española que se abatiría sobre ellos si eran derrotados: ‘o ellos o nosotros. No hay alternativa’, señaló cuando entregó a Castelli, la orden de fusilar a Liniers y demás contrarrevolucionarios. En esa política firme, verdaderamente revolucionaria, de ‘machacar, machacar y machacar’ sobre caliente, pues como enseñó Lenin (a quien obviamente ni Castelli ni Moreno pudieron leer) ‘el momento en que se toma el poder es el de mayor debilidad de toda revolución’. Lenin también nos recordaba el consejo de Engels de que ‘nada es más autoritario que una revolución’, cosa que parece que el núcleo duro de nuestra Revolución sabía de antemano, no por leer a Engels casualmente, sino en base al horror y la sangre derramada en tres siglos de atroz dominio hispano. De allí la necesidad de la dureza contra el enemigo en esos momentos del alumbramiento. El Plan expresaba el pensamiento político, económico, social y militar de la Logia del Plata, dirigida por Castelli, expresión del núcleo más duro de la Logia Continental comandada por Miranda. Pensamiento expresando el programa que Castelli, Belgrano, Moreno, French, Rodríguez Peña, Vieytes, y luego San Martín, Artigas, Güemes, Dorrego, Bolívar y Monteagudo, entre muchos otros, llevarían adelante.

Buenos Aires - Tucumán: Territorio Libre de América

En el duro, sorpresivo y sin contemplaciones accionar, del núcleo duro de la Revolución de Mayo, radica la razón por la cual el territorio comprendido entre Buenos Aires y Tucumán nunca pudo ser recuperado jamás por los realistas, cosa contraria a la ocurrida en todo el resto del continente, desde México hasta Santiago de Chile y parte del territorio Oriental. (Al margen, esa también es la razón por la cual no existe revisionismo hispano-católico en el resto de América: a nadie, a excepción de la Iglesia católica y las minorías blanco-oligárquicas se le ocurriría reivindicar la dominación española, como ocurre en la Argentina). Y ese accionar revolucionario firme, decidido, anticipatorio y liquidador del enemigo, es el hecho determinante de que los ejércitos libertadores partieran de Buenos Aires, Tucumán o Cuyo y no de otra parte. Y tiene razones muy claras: los fusilamientos de Cabeza de Tigre y de Potosí que descabezaron a la contrarrevolución realista; la expulsión mediante el terror revolucionario del ex Virrey Cisneros y de la Real Audiencia , sin miramientos, sin escalas y sin aviso previo con destino directo a las Islas Canarias; la liquidación por envenenamiento del obispo Lué; el escarmiento físico a los realistas que osaron enfrentar a la Junta ; el destierro y expropiación de los españoles realistas (los Godos), los triunfos militares de Suipacha (cumpliendo expresas instrucciones de Moreno), Las Piedras y la Florida ; la incorporación de Artigas como jefe de la insurrección plebeya de la Banda Oriental , según propone con todas las letras Moreno en su Plan, cuestión que ignora Feinmann. A estas acciones decisivas, y que abarcan un período histórico de éxitos y triunfos de consolidación revolucionaria, mucho más extenso que los cuarenta y nueve días de la Primavera Camporista –proceso que saludamos y reivindicamos, pero que es incomparable con los seis o doce meses del accionar de Moreno, Castelli, o los diez años de Belgrano, aun cuando se le parezca, pues como nos ha pasado en todo renacimiento de la Patria , el proceso vuelve siempre a Moreno, pues es lo inconcluso, la asignatura pendiente de Nuestramérica- a estas acciones debe agregarse decíamos, la rigurosa aplicación del Plan de Operaciones -aprobado por unanimidad por la Primera Junta el 31 de agosto de 1810 y propuesto sugestivamente por Manuel Belgrano el 15 de julio- hasta diciembre de 1810 por la Primera Junta , hasta junio de 1811 por Castelli en el Alto Perú y por Belgrano en Paraguay, las Misiones, la Banda Oriental y luego en Jujuy, Salta y Tucumán hasta 1814. ¿O es qué hay algo mas draconiano y morenista que el Éxodo Jujeño? Allí, Belgrano –el ‘soldadito improvisado’-, dictaminó que quien no marchara con el ejército Libertador a Tucumán ‘sería expropiado y pasado por las armas’. ¿Improvisado? ¿Vanguardista?

El Plan de Operaciones y la gesta Emancipadora

No sólo los ejércitos libertadores partieron del Plata, el Congreso de Tucumán no proclamó -como miente Mitre y repiten algunos ‘revisionistas’- la ‘Independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata’. Sí, proclamó la ‘Independencia de las Provincias Unidas en Sud América’ –nombre suprimido en la Reforma Constitucional de 1862, posterior a Pavón, por Mitre ya que, ‘nosotros no somos americanos sino europeos en América’, pensamiento mitrista - sarmientino, contrario al de Moreno, Castelli, Belgrano y San Martín-, y esta proclama americanista fue así, pues en 1816, el único territorio libre del continente -gracias a las medidas revolucionarias y draconianas de Moreno, Castelli y Belgrano- era el comprendido entre Buenos Aires y Tucumán, incluyendo a la Banda Oriental , claro está. De tal forma como ocurriría con Chile, el gobierno surgido de aquel Congreso podía dar ayuda y reconocer a todo gobierno revolucionario que surgiera en el continente. Para dar mayor encarnadura americana a lo allí aprobado, el Director Supremo no lo era de las Provincias Unidas del Plata sino de las mismas, pero de Sud América. Así rezaba el sello directorial de Pueyrredón e incluso el de Rondeau. Mas aun, el programa del Congreso de Tucumán, fue el de la emancipación de América por medio de la construcción del Ejército multinacional de los Andes, comandado por el Libertador San Martín, sucedáneo del de Castelli traicionado en Huaqui. Cabe aclarar que San Martín para construir el Ejército Libertador Americano, aplicó a rajatabla el plan de Moreno, amén de haber heredado los restos y los cuadros de la Logia castelliana. Completando su obra emancipatoria y americanista, el Congreso de Tucumán, no sólo proclamó la Independencia de América, y dictó el ‘Plan de Operaciones del Ejército Libertador’ (Pérez Amuchastegui dixit), siguiendo en los lineamientos continentales trazados por Bolívar unos meses antes en la Carta de Jamaica, sino que a propuesta de Belgrano –el único sobreviviente del trío fundacional tupamaro-jacobino- aprobó el 5 de julio de 1816, por mayoría, la propuesta de la Monarquía Constitucional Incaica, con el Inca Juan Bautista Túpac Amaru –hermano menor de nuestro padre Túpac Amaru y prisionero desde 1781 en España- como monarca de un estado americano único, con ‘capital en el Cuzco’. Es decir, ante el cambio de la situación mundial por la derrota de Napoléon en Waterloo –y con él de la Revolución Francesa- y el surgimiento de la tenebrosa Santa Alianza que se proponía restablecer el absolutismo monárquico y religioso, y recuperar América para España, Belgrano –principal cuadro político de la Revolución , junto a Castelli- retomaba la propuesta original de Miranda de 1790, respecto de una Monarquía Constitucional Incaica, que unía ambas corrientes revolucionarias: la india o indiana y la de la burguesía criolla. De allí, que sino se entiende el componente Indio de la Revolución , no se entiende la revolución en Sur América, y por eso Feinamnn derrapa en la interpretación de una revolución burguesa que en realidad es Tupamara-criolla, de allí que al no haber burguesía Feinamnn concluye al igual que Horowicz (El país que estalló, Sudamericana, 2004), ‘que no hubo Revolución en 1810’. Es decir, si la realidad no coincide con mi teoría, la equivocada no es mi teoría sino la realidad. Tamaña negación de la realidad. La derrota reiterada -en casi sesenta años de guerra civil entre revolución - contrarrevolución (plantear la dicotomía Interior-Buenos Aires o Federales-Unitarios entre 1810-1820, es un despropósito ya que la contradicción principal radica en el eje Revolución -contrarrevolución), en sus distintas expresiones- de la Revolución no implica su no existencia, en todo caso la deja inconclusa, que es la tarea a realizar por todos los argentinos - americanos desde la muerte de Moreno, y que es en lo que hemos estado y estamos.

El eterno recomenzar de Moreno y la Patria Americana soñada

La Monarquía Incaica era una propuesta absolutamente revolucionaria que nos hubiera dado una nación Suramericana unida y con ‘nuestros paisanos los indios’ como ciudadanos iguales al resto y como verdadero sujeto revolucionario, ya que ellos eran el sujeto a organizar y sublevar para Castelli, Belgrano y Moreno y no la ‘burguesía inexistente’ como ellos mismos escribieron. Las masas indígenas constituían las cuatro quintas partes de la población americana. ¿Qué otro sujeto revolucionario habría? Si constituían la mayoría de la población y estaban esclavizados por encomenderos, mitayos, yanaconas, ingenios, y propietarios españoles y criollos en general, el sujeto revolucionario debían ser las masas indias. A su vez el Estado centralizador debía reemplazar a la burguesía inexistente en el control y organización de la economía. ¿Es tan difícil de entender eso? Moreno fue absolutamente claro en el Plan, "Se verá que una cantidad de doscientos o trescientos millones de pesos, puestos en el centro del Estado para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc., producirá en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para la conservación de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e inútil, que debe evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a más oro de lo que pesan.’(2) La virtud de Moreno, Castelli y Belgrano es casualmente que lo comprendieron en 1810. Por el contrario ni Busaniche ni Milcíades Peña, pudieron entenderlo en 1960. Pero R. Puiggrós, Boleslao Lewin, Julio César Chávez, A. J. Pérez Amuchástegui, F. Pigna y hasta Ernesto Palacio sí entendieron perfectamente de qué se trataba. Y la mayoría de ellos –no Palacio casualmente- lo comprendieron en su dimensión americana y no provinciana como es el caso de la mayoría de nuestros historiadores, sean ellos mitristas o hispano-católicos. Eso es lo que Feinmann no comprende y por eso tampoco se percata, que el mayor morenista - castelliano de nuestra historia, después de San Martín, el que estuvo más cerca de cumplir el Plan de Operaciones, haciéndose el boludo, sin nombrarlo, mirando para otro lado -como buen jefe Tehuelche- aliándose a la Iglesia –enemigo jurado de Moreno, Castelli, Belgrano y la Revolución como reconoce F. M. Esquiú-, aliado con los hispano-católicos para disimular, fue el General Perón. Perón aplicó el Plan de Moreno a rajatabla –con su dosis de terror incluido- y en cinco años puso a la Argentina en el tercer o cuarto lugar del mundo y a la cabeza de la América Latina , a la que se propuso unir, como indica el Plan, a través de su propuesta de unidad política con Brasil y Chile y su propuesta de Ciudadanía Latinoamericana y su ayuda a todas las revoluciones del continente. El Plan era la razón de la Revolución , y la razón por la que Moreno se anticipa casi cien años a las ideas que luego expondrían Lenin y Trotzky (también Marx y Engels desde 1848) sobre la construcción de la modernidad en los países coloniales, sin burguesía nacional. Eso mismo hará Gaspar Rodríguez de Francia en el Paraguay con los resultados conocidos. Volviendo a la propuesta belgraniana del ‘Rey Inca’ en 1816, apoyada por San Martín y Güemes, implica que el primero de nuestros libertadores, no abandonó en ningún momento la propuesta fundacional y revolucionaria de la Logia Independencia presidida por Castelli y esbozada en el Plan, ya en los tiempos de la Logia Lautaro (nombre que por sí sólo debería hacer pensar en el carácter indiano de los revolucionarios) . Es mas, esa propuesta de haber sido aprobada pese a ser ‘monárquica’, habría sido imposible de ser rechazada por Artigas que dirigía la mitad de territorio nacional, y cuyas tropas estaban compuestas mayoritariamente por paisanos indígenas.

La maldición del Plan de Moreno

Moreno sería el primero de una larga lista de mártires y desterrados que intentaron llevar adelante el programa de la revolución continental expresado en el Plan de Operaciones que lleva su firma. Además de Moreno (asesinado por el capitán de un barco británico, mientras partía rumbo a Londres en un intento por reconstruir con apoyo de la Logia continental, el rumbo revolucionario del Plata, derrotado transitoriamente por la alianza de Saavedra, el Deán Funes, Viamonte y Martín Rodríguez) integran esa lista otros insignes patriotas que fueron derrotados por la alianza de las oligarquías locales, la Iglesia y los intereses británicos, al intentar llevar adelante los elementos principales del Plan, a saber: un Estado Nacional fuerte controlando la economía con una dura política de expropiaciones y proteccionismo económico; una única nación continental en una sola nación confederada de carácter Sur-americano desde México hasta el Cabo de Hornos y una profunda igualdad racial, étnica y de castas, liberando al indio, devolviéndoles sus derechos y culturas y suprimiendo la esclavitud de los afroamericanos, tal cual había proclamado ya Túpac Amaru en 1780. En la lista de asesinados por intentar aplicar el Plan de Operaciones además de Moreno podemos incluir a Manuel Ascencio Padilla, a Martín Miguel de Güemes, a Bernardo de Monteagudo, a Antonio José de Sucre, a Manuel Dorrego, y según todo parece indicar al mismo Libertador Simón Bolívar, muerto en extrañas circunstancias luego del Congreso Continental de Panamá y cuando era evidente que se aprestaba a invadir el Brasil (cabeza de la Santa Alianza en América), junto con Dorrego y el general San Martín al frente de las tropas del Plata, que para dicho efecto retornó al continente en 1829 con pasaporte falso a nombre de José Matorras (apellido de su supuesta madre española). Un último asesinado por continuar la aplicación del Plan, fue el Mariscal Francisco Solano López, quien profundizó la aplicación tajante del Plan de Moreno que había realizado el fundador del Paraguay y miembro de la Logia masónica continental, el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia -compañero y amigo de Juan José Castelli, el jefe (Venerable, según los grados masónicos, título que luego ostentaría San Martín) de la Logia platense. Podría incluirse en esta lista a Juan Facundo Quiroga y al Chacho Peñaloza, con algunas disidencias. Entre los patriotas desterrados o expatriados por llevar adelante el Plan de Moreno, podemos encontrar, a Juan José Castelli traicionado en Huaqui (Desaguadero) por Viamonte y demás saavedristas, al Libertador Don José de San Martín, al Protector de los Pueblos Libres don José Gervasio de Artigas (‘argentino, de la Banda Oriental’ según expresó en su testamento) (en su honor San Martín tomó el título de Protector del Perú), al Libertador Bernardo O’ Higgins, a la tenienta coronela del Ejército Auxiliar del Perú Doña Juana Azurduy de Padilla, a Domingo French, al primero de nuestros Libertadores el general Manuel Belgrano, quine luego de la derrota de Moreno y Castelli, fue exiliado por cuanto destino hubiera lejos del poder central y abandonado luego con un ejército harapiento en Tucumán, hasta la víspera de su muerte. Debemos sumar también a Felipe Varela, quien luchaba a nombre de la Gran Unión Americana, que se oponía a la Guerra del Paraguay y a las invasiones europeas concomitantes, retomando la senda de la unidad continental en la segunda mitad del siglo XIX. Feinmann parece desconocer que Artigas aplicó el Plan en la Banda Oriental y en la Confederación de los Pueblos Libres. Como dijimos San Martín lo aplicó en Cuyo, sin lo cual habría sido imposible crear de la nada el Ejército de los Andes, construido en base a expropiaciones de toda la burguesía goda y criolla y en base a una política de Capitalismo de Estado absolutamente centralizada y draconiana, razón por la cual no se estudia y se desconoce, la política de gobierno de San Martín en Cuyo. La misma política aplicó O'Higgins en Chile en sus años de gobierno y es la razón por la que pudo financiar la expedición Libertadora al Perú, pese a la negación de auxilio y participación, de la burguesía agraria y comercial porteña, que se opuso a la liberación del Perú, reclamando por le contrario la ‘devolución a Buenos Aires’ del Regimiento de Granaderos a Caballo. Glorioso Ejército que sería disuelto de manera vergonzosa, luego de Ayacucho, a su regreso a Buenos Aires, cuando los sobrevivientes de los que habían partido en 1817, señalaran ‘ya no quedan armas españolas en América que amenacen nuestra libertad’. Sin embargo a la burguesía comercial y terrateniente bonaerense -porteña eso ya no le importaba, el camino de Moreno había sido reemplazado por el de Rivadavia-Rosas. O´Higgins también sería derrocado y exiliado por esta política. Luego San Martín con Monteagudo y Tomás Guido –el compañero de viaje final de Moreno en 1811- aplicarían el Plan en el Perú y por último como ya dijimos Gaspar Rodríguez de Francia aplicará a rajatabla el Plan entre 1812 y 1840 en el Paraguay, transformando a la nación guaraní, pese al bloqueo de la aduana porteña, en la más avanzada de las naciones hispanoamericanas. Plan que sería profundizado por los Mariscales Antonio y Francisco Solano López, quienes ubicarían un Paraguay a la cabeza de las naciones hispanoamericanas al combinar la política de capitalismo de Estado, de monopolio estatal de la tierra y proteccionismo económico propuestos por el Plan, junto a la obtención del intercambio comercial libre con el resto del mundo que produjo la caída de Rosas y la ruptura del monopolio de la aduana porteña por sobre las provincias y naciones del Litoral. Solano López pagaría con su vida, el genocidio de su pueblo y la soberanía de su país, el atrevimiento de haber llevado hasta el final las ideas esbozadas por Moreno, Castelli y Belgrano en el Plan que Feinmann califica de ‘utopía’ inaplicable.

De Castelli y Moreno a Firmenich y Perdía

Si bien el proceso histórico es un eterno recomenzar, y como toda cuestión inconclusa, nuestra historia vuelve siempre a Moreno, Castelli, Belgrano y su Plan, comparar a dos revolucionarios descomunales y fundadores de la nación que habitamos, con dos representantes de los servicios de inteligencia del enemigo –el señor Perdía fue miembro del gabinete político del Señor de Anillaco desde 1989 hasta 1999, además de las ‘cositas’ que hizo cuando era ‘comandante’ montonero-, que supieron llevar al proceso abierto en 1969 a la catástrofe de 1976, nos parece un desaguisado. Si bien es útil y provocador comparar ambos procesos. Por supuesto que no pensamos lo mismo de Walsh, Quieto, Santucho, Osatinsky y el Tucho Valenzuela por ejemplo, mas allá de sus errores, en algunos casos descomunales, como es el caso de Santucho. Comparar al ERP, que no llegó a tener setenta hombres alzados en Tuumán, con Castelli que, doscientos años antes, comandó un ejército de 7.000 hombres dispuestos a liberar América y que perdieron por un pelito y la traición saavedrista, nos parece un verdadero disparate. Sería bueno recordar respecto de la visión que sobre el pasado tenían nuestros compañeros de los Setenta, un par de reflexiones de dos de sus protagonistas. Una de Rodolfo Walsh y otra de Pedro Cazes Camarero. Decía Walsh, cuando percibió que la conducción montonera había perdido la brújula y llevaba al movimiento al desastre. ‘Hay dos fallas del pensamiento de izquierda en las que recae, a mi juicio, el pensamiento montonero, cuando analiza su problema central, que es la toma del poder. Una privilegia las lecciones de la historia en que la clase obrera toma el poder y desdeña aquellas otras en que el poder es tomado por la aristocracia, por la burguesía. Ni Marx ni Lenin procedieron así. Ambos dieron a la toma del poder por otras clases un carácter ejemplar. La segunda falla deriva de la primera y remite al punto de partida, a saber la ahistoricidad de nuestro pensamiento. Puesto que las lecciones de historia en las que la clase obrera toma el poder se dan solamente a partir de 1917, y solamente en otros países, ese es el nivel cero donde empieza nuestro análisis. Un oficial montonero conoce, en general, cómo Lenin y Trotsky se adueñan de San Petersburgo en 1917, pero ignora cómo Martín Rodríguez y Rosas se apoderan de Buenos Aires en 1821. La toma del poder en la Argentina debería ser, sin embargo, nuestro principal tema de estudio, cómo fue de aquellas clases y aquellos hombres que efectivamente lo tomaron. Perón desconocía a Marx y Lenin, pero conocía muy bien a Yrigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los cuales estudió a fondo a sus predecesores.’ Walsh entendía perfectamente cómo para actuar en el presente había que conocer el pasado de lo que se quiere transformar, pues como nos enseñó Gramsci ‘la historia concreta de un pueblo es el sustrato material de la lucha de clases, y se hace necesario conocerla a fondo para poder incidir en ella’. Pedro Cazes Camarero sobreviviente de la conducción del PRT-ERP, contó una anécdota en la presentación de uno de mis libros sobre los años Setenta, que nos permite entender con mayor precisión las causas de la derrota del proceso que en algún momento llevó a ‘Cámpora al gobierno y a Perón al poder’. ‘Nosotros veníamos de las luchas de la Resistencia y no terminábamos de sumarnos al Peronismo tal cual era, buscábamos algo mejor, superador. Entonces estudiamos el proceso cubano, el chino el argelino y el vietnamita y nos enamoramos del proceso vietnamita. Entonces averiguamos qué habían hecho los vietnamitas para tener una inserción tan profunda en la sociedad vietnamita, y descubrimos que todos los dirigentes del PTV habían estudiado a fondo y en detalle la historia de Viet Nam, por lo tanto decidimos que había que poner a todo el Partido a estudiar.... la historia de Viet Nam.’ Cabe aclarar que tanto los vietnamitas, como los soviéticos, los yugoeslavos de Tito, los maquis franceses y muchos otros ejércitos y movimientos revolucionarios del mundo estudiaron con detalle el accionar de la guerra montonera del Alto Perú organizada primero por Castelli, Arenales, Ascencio Padilla, Juana Azurduy, luego por San Martín y Güemes y finalmente comandada por mas de 110 jefes indios y gauchos, que permitió que todo el territorio boliviano se mantuviera alzado en armas casi quince años, logrando detener más de cincuenta invasiones a nuestro territorio, permitiendo que San Martín pudiera organizar con tranquilidad el Ejército de los Andes en Mendoza. Es decir el mundo entero estudió lo que Moreno, Castelli, Belgrano y sus seguidores habían organizado para derrotar a España, pero nuestros revolucionarios de los Setenta lo ignoraron. Por último nos parece un serio error señalar que o ‘hay balas o hay masas y política’. Eso no es lo que dice la historia, la historia enseña por el contrario que cuando las balas y las masas se juntan las cosas cambian. ¿O qué hicieron acaso San Martín, Belgrano, Castelli, Ho Chi Minh, Fidel o Mao? ¿No hicieron política con las balas acaso y balas con la política? No hace mucho tiempo que tenemos la posibilidad de manifestarnos democráticamente, ni tampoco sabemos cuanto tiempo va a durar, si pensamos que 1976 fue el ‘Pavón del siglo XX’, y nos correspondió el genocidio disciplinador correspondiente, hasta que el poder dominante blanco - criollo - multinacional vuelva a estar nuevamente amenazado.

Pensemos que Mayo fue en 1810 y la primera elección democrática (para la mitad del padrón nada más, pues las mujeres no votaban) fue en 1916, por lo cual pedirle a Moreno y Castelli que se abstuvieran de armar ejércitos para enfrentar al principal imperio colonial de entonces, suena poco menos que a burla. Por otro lado, los señores que cortaron las rutas el año pasado, no derrocaron al gobierno no porque ‘no quisieron’ como dice Feinmann, sino porque el 25 de marzo de 2008 a la noche, un grupo muy chico de argentinos y argentinas pusimos lo que había que poner para impedir que los gorilas derrocaran al gobierno y lo repetimos varias veces mas, ya con muchos más, para impedírselo. No le quede duda amigo Feinmann que si la SRA y CRA hubieran podido llevarse puesto al gobierno de nuestra Presidenta lo hubieran hecho. Fue la astucia de Kirchner de haberse quedado con el PJ, aunque a muchos no le gustara, lo que lo impidió. Por último para terminar, apelaré a la dignidad de Nicolás Rodríguez Peña, quien acompañó a Castelli, a Belgrano, a San Martín y también estuvo desde el comienzo hasta el final del proceso, quien en 1840 salió a defender a sus compañeros de Revolución de la injuria de que eran objeto por la burguesía terrateniente en el poder y que de ninguna manera quería opir hablar de Revolución. Dejaremos que él explique el supuesto vanguardismo y crueldad de Moreno y Castelli: ‘Castelli no era feroz ni cruel. Castelli obraba así porque a ello estábamos comprometidos todos. Cualquier otro, debiéndole a la patria lo que nos habíamos comprometido a darle habría obrado como él. Lo habíamos jurado todos, y hombres de nuestro temple no podían echarse atrás. Repróchennoslo ustedes, que no han pasado pro las mismas necesidades, ni han tenido que obrar en el mismo terreno. ¡Qué fuimos crueles! ¡vaya con el cargo! ;Mientras tanto, ahí tienen ustedes una patria que no está ya en compromiso de serlo.(...) Arrojénnos la culpa al rostro y gozen los resultados. ¡Ahí tenéis la patria! Nosotros seremos los verdugos, sean ustedes los hombres libres.’

Como reflexión final cabe pensar que nuestra desgracia no residió en la ‘ausencia de Revolución’ sino en la muerte prematura de su dos jefes mas brillantes. La muerte de Moreno y Castelli fue una catástrofe para la revolución de la que no pudimos reponernos, tal como señala Julio C. Chávez. Sería bueno pensar qué habría pasado en Rusia si Lenin y Trotszky hubieran muerto en 1918, o si Fidel y el Che hubieran muerto al desembarcar con el Gramma, o si Mao y Chou En Lai hubieran muerto al principio de la Larga Marcha o Ho Chi Minh y Giap hubieran sido asesinados por los japoneses, al comienzo de la Revolución vietnamita. ¿Habrían podido dichos pueblos llegar a los resultados que llegaron? Sin dudas es hora de repensar Mayo en las coordenadas históricas que nos corresponden y verla en toda su dimensión, como una gran revolución continental, americanista, independista, indiana, tupamara y libertaria de la cual descendemos y a la cual debemos completar como nos propusiera Deodoro Roca en el Manifiesto Liminar o como intentara Juan Perón en la construcción de una Patria americana, justa libre y soberana, que no otra cosa propone el Plan de Operaciones de Moreno, Castelli y Belgrano, benditos sean.

Al amigo Ño Fernando

Vaya que lo llama un buey

Porque los Tupamaros

No queremos tener Rey

(Copla anónima de los ejércitos de Castelli, Belgrano y Güemes)

(1) www.pagina12. com.ar/imprimir/ diario/contratap a/13-125499- 2009-05-24. html

(2) Partes del Plan de Moreno citados por Feinmann J. P., en el artículo citado

*Director del Instituto de Estudios de la Central de Movimientos Populares (CMP)

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