OPINION - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 09/11/08, POR JORGE RULLI SUMARIO   1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 09/11/08 , POR JORGE RULLI. ...

OPINION - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 09/11/08, POR JORGE RULLI

SUMARIO

  1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 09/11/08, POR JORGE RULLI.


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EDITORIAL DEL DOMINGO 9 DE NOVIEMBRE DE 2008

Recibo de mis antiguos compañeros del Colegio Nacional Nicolás Avellaneda, con los que cultivamos una relación basada tanto en el recuerdo de los viejos afectos que nos unían en la adolescencia, como en los ágapes amables y en el envío electrónico de chistes propios de médicos jubilados, que el grueso de ellos lo son, uno que me motiva a enviárselo a alguno de mis actuales compañeros proponiéndoles que lo hagamos requisito o examen, para participar del GRR. Los resultados como era de prever son desastrosos y me veo obligado a retirar la propuesta, ya que ni yo mismo he podido atravesar convenientemente la prueba. El examen se llama de la bañera y dice lo siguiente. Durante una visita a un Instituto Psiquiátrico, uno de los visitantes le preguntó al Director, qué criterio se usaba para definir si un paciente debería o no ser Internado. “Bueno”, dijo el Director, “hacemos la prueba siguiente: llenamos completamente una bañera, luego le ofrecemos al paciente una cucharita, una taza y un balde y le pedimos que vacíe la bañera. De la forma como vacíe la bañera, sabemos si hay que internarlo o no”. “Ah, entiendo” dijo el visitante. “Una persona normal usaría el balde porque es más grande que la cucharita y la taza”. “No”, dijo el Director, “una persona normal sacaría el tapón”. “Usted, ¿qué prefiere:... una habitación con o sin vista al jardín?”.

El viernes coincidió una charla que debía dar en la Facultad de Sociales en Marcelo T. de Alvear, con las elecciones para el Centro de Estudiantes. De tal manera debí ser involuntario e infortunado testigo del triunfo del Partido Obrero en esa facultad, a la vez que de sus más que justificados festejos, ya que es difícil que puedan tener esa oportunidad de festejar en algún otro lugar… En verdad el Partido Obrero que, justamente con ese triunfo una vez más nos prueba que de obrero tiene muy poco, festejaba con cánticos, con bombos y con una pasión en verdad digna de cualquier cancha de fútbol, impidiendo como en algo concertado, apelemos a la paranoia instalad, que los que me invitaron pudiesen escuchar con claridad lo que les explicaba respecto a la Globalización. Para mi, que caminaba esos pasillos universitarios mientras en el aula de la Cátedra Libre Latinoamérica ahora o nunca, que me había invitado, se proyectaba la película hambre de Soja que tenía que comentarle a los presentes más tarde, la experiencia fue asombrosa. Parece que en la Universidad de Buenos Aires y entre los sectores medios altos que compiten políticamente, la contienda sería por ver cuál de las agrupaciones es más proletaria, las consignas de los que ganaron daban por sentado que, al ganar ellos, en realidad era la clase obrera la que había ganado, y lo que es aún más sorprendente, que al ganar ellos el centro de estudiantes de Sociales, la burocracia sindical habría sido derrotada. ¿No me digan que no es extraordinario? Probablemente el camionero máximo debe haber tenido pesadillas esa noche soñando que el Partido Obrero como un mar embravecido rodeaba e inundaba el edificio de la CGT…

Los pocos estudiantes peronistas que encontré por los pasillos o que al menos se identificaban como tales, se mostraban naturalmente derrotados ante el jolgorio de los vencedores, y además, seguramente menoscabados por ser satirizados no sé si con justicia o sin ella, como pro gubernamentales, por una cartelería envidiable por la inversión que implicaba y más propia por otra parte, de un carnaval que de una puja por un centro de estudiantes, si hasta globos colgaban en las escaleras. Un chico muy amable y triste con el que inicié un diálogo respecto de la situación que se desarrollaba, interrumpió de pronto la charla y se sumó a otros que a la carrera bajaban las escaleras gritándole a los otros, que ellos eran soldados de Perón. Por un momento extravié el sentido de la realidad y creí volver cincuenta años atrás a las trifulcas que teníamos con los gorilas y con los comandos civiles. Los escenarios aparentemente, se replicaban… Me costaba ubicarme, en el tiempo y en el espacio en que supuestamente me hallaba, y además, el tener que dar poco más tarde, una conferencia, justamente sobre la Globalización y acerca de sus modelos de recolonización de nuestros países, y de cómo los viejos paradigmas y modos de comprensión devinieron incapaces de permitirnos comprender la situación, parecía realmente una pesadilla... Una cosa me queda claro, no es verdad que estemos en el horno, no, en realidad estamos en otro lugar tan pesadillezco como el horno, pero que no es el horno… Un lugar donde unos son absolutamente funcionales a los otros y si no comprendemos esto, entramos en la lógica del demente que maneja desde atrás de bambalinas, los hilos de un universo insensato, y no estoy refiriéndome precisamente al Dios de algún científico notable.

En esta misma semana que termina, habíamos estado asimismo, en la Plaza de los dos congresos, en la carpa de las asambleas contra la minería transnacional, acompañando a los ayunantes y respaldando el escrache al hotel Emperador, en que la megaminería realizaba su “Congreso Oro 2008” para respaldar los proyectos que comienzan a caerse, tanto por la lucha popular, cuanto por las incertidumbres que provocan los mercados financieros internacionales. No es necesario enfatizar la relativa y heroica soledad de esa carpa contra la minería, al menos su relativa soledad, en una plaza cruzada por miles de personas que encolumnadas por causas tan diversas como la inseguridad, la estatización de las AFJP, a favor y en contra; los reclamos del campo y sumado a ellos el de los piqueteros de la CCC y de Castells, que apoyan al llamado campo; hasta la predicación de los evangélicos que exorcizaban, allí mismo en la Plaza y a mano alzada a los muchos poseídos por el demonio.

En un momento dado hubo a lo lejos un mar de gorritos blancos y cartelones, y alguien que me señaló el revuelo me dijo con gravedad: “llegaron los sojeros”. No pude dejar de fijarme más atentamente en ellos y descubrí entonces que se trataba en realidad de algunos centenares de marchantes de la FAA y algunos con cartelones de la CTA. Y pensé: ¿cómo, éstos son ahora los sojeros? Me volví al que me los había señalado y le repetí mi pregunta interior: ¿Cómo, esos son los sojeros? Que no dudo que lo sean, pero… ¿y entonces, Grobocopatel, Barañao, Chepi, el gobierno y el resto… qué son? ¿Ya no son sojeros? Tuve el solo silencio por respuesta, como siempre que una pregunta remite a una frecuencia ajena a aquella en que se transmite. Usted que pregunta o acaso usted, que no responde… “Una persona normal usaría el balde porque es más grande que la cucharita y la taza”. “No”, dijo el Director, “una persona normal sacaría el tapón”.

Un poco más acá de la misma Plaza, y pese al constante bochinche de los que palean el agua con la cucharita, duermen placidamente su siesta las respectivas Comisiones de Diputados y Senadores que debían investigar la diferencia de cerca de dos mil millones de dólares que supuestamente, tanto el Senador Urquía cuanto los exportadores, habrían hecho a su favor, aprovechando la suba de las retenciones establecida por el Gobierno con la Resolución 125 ¿Qué pueden significar dos mil millones de dólares para una economía tan firme y solvente como la nuestra? Una economía tan segura de sí misma que se aguarda con indiferencia la llegada de la debacle internacional, se la aguarda con absoluta estulticia y con el gesto sereno de los que se las saben todas…

Sin embargo, en los mismos escaños, en que en algunos temas prima la indiferencia y la siesta provinciana, es importante decir que en otros, que hacen a la vida política y a la propia sobrevivencia partidaria, la actitud de máxima alerta ante el peligro se mantiene tan erecta que hace sospechar de algún estímulo exterior a la propia biología cerebral. El clima es decididamente de: “cerremos filas, que ahora vienen por nosotros”, y ese clima político no solo no ha disminuido, sino que se acrecienta, y como en los mejores viejos buenos tiempos, se está preparado para lo peor y en especial para resistir y abroquelarse, porque ya se sabe que, cualquier objeción o intento de debate, suspicacia o crítica que nos cuestione, puede ser la piel de cordero que encubre al enemigo y que pone en grave riesgo la democracia y la causa popular que no se tienen dudas que se representa... El clima anímico es el de asistir a la preparación de conspiraciones que se presumen terribles para la Nación, y olvidando cómo en otros tiempos se lo financiaba para que montara su Fundación y viajara por el mundo, ahora, el que Blomberg haya vuelto nuevamente a las calles es, verbi gracia, un signo inequívoco de que vivimos las vísperas de algo horrendo que estaría por suceder… “Una persona normal usaría el balde porque es más grande que la cucharita y la taza”. “No”, dijo el Director, “una persona normal sacaría el tapón”. “Usted, ¿qué prefiere:... una habitación con o sin vista al jardín?”.

Y por último, para no olvidarlos una vez más, a nuestros inefables intelectuales, y para que disfruten algunos amigos de los que esperan nuestras editoriales cada domingo, en lugares tan lejanos como Viedma… Sí, digamos respecto de nuestros intelectuales de la Academia y de la Biblioteca, de los climas destituyentes y de los golpes de Estado sin sujeto, esos intelectuales nuestros, antirurales mordisquitos sucesores de Macedonio y de Borges, a los que la jugarreta de alguna prensa, que en otra época habría pasado casi inadvertida, tal como tanta mala cosa que se publica y tratamos de no ver, en este caso dando a conocer gastos de representación en el exterior de algunos de nuestros artistas, les disparó todos los reflejos y les encrespó el plumaje en defensa más que de la Patria, del rebaño amenazado. Una hazaña la de la revista Noticias: de poder conmoverlos, lo que no lograron las mineras, lo que no lograron los eucaliptos y los pinos, lo que no logró la soja durante más de diez años, lo que no logró la recolonización por Monsanto y Cargill de nuestra Patria, sí lo lograron las facturas hechas públicas por la revista. Esas facturas pareciera que lograron perturbar la pétrea indiferencia de muchos de nuestros intelectuales frente a la Globalización y al saqueo de nuestros bienes naturales y de nuestros ecosistemas, un distanciamiento que pensábamos que les era connatural a su naturaleza de navegantes del intelecto. Pues no, no son indiferentes a todo o a mucho tal como presupusimos, y no lo son porque ahora nos alertan con rapidez y con valor en que no tan solo vienen por nosotros, sino que, lo que es infinitamente peor, ya que nosotros habríamos estado por supuesto y estuvimos siempre, dispuestos a sacrificarnos por el país y por sus sacrosantos intereses. Es mucho peor lo de las facturas, porque ahora vienen por nuestros símbolos, lo cual es mucho más grave… vienen por nuestros símbolos, porque ya se introdujeron en el campo de lo nacional y popular, porque ya están como los del Vietmín en Dien Bien Phu, penetrando las líneas interiores de nuestra ciudadela, porque no conformes con pintar ayer viva el cáncer en las paredes y cansarse hoy de enviar emails deschavando los precios de una cartera presidencial, están demoliendo ahora con implacable ferocidad y sevicia, los fundamentos mismos de la Cultura Nacional. “Una persona normal usaría el balde porque es más grande que la cucharita y la taza”. “No”, dijo el Director, “una persona normal sacaría el tapón”.

Bueno, yo le propondría al Director del Nosocomio que con algo de sentido común, modifiquemos el criterio del examen y no extrememos el reclamo de cordura en un país donde parece que son muchos los que andan con la cuchara en la mano para sacar el agua, porque no va a haber lugar ni habitaciones para todos… O ponemos el balde o tal vez el jarro, como respuesta aceptable o buscamos mejor el origen de este clima de paranoia y de extravíos setentistas, antiguas estulticias revolucionarias reforzadas ahora en la defensa de posiciones que se viven como una deuda impagable del Pueblo para con ellos, los mismos de la estudiantina radicalizada de treinta o cuarenta años atrás…

Estamos, nos preguntamos, viviendo un brote de delirios colectivos, o acaso estamos siendo manipulados por los innombrables de siempre, que no son precisamente, los que los innombrables dicen que son los innombrables. Que si los sojeros dicen que los otros son los sojeros y que si los de la mega minería en el Hotel Emperador dicen que justamente ellos son los más preocupados por el medio ambiente y que los vecinos los atacan movidos por oscuros e inconfesables intereses, y si desde altos cargos se sigue repitiendo que la continuidad de nuestros planes de Crecimiento esperan las inversiones extranjeras y las transferencias tecnológicas, mientras otros países se cierran sobre sí mismos y los mercados entran en pánico… y si desde la tapa de página doce se nos dice que se acrecienta la lucha contra la trata porque asciende el número de muchachas recuperadas, pero no se nos dice que el número de recuperadas ha crecido porque los números de la trata se han hecho inconfesables … Que no vendemos conspiraciones, no, que si vendiéramos conspiraciones, seguramente tendríamos algún alto cargo… Que tratamos simplemente de crear un poco de conciencia y con algo de humor, sembrar un poquito de sentido común, y en un país como este en el que vivimos, convencernos que es más cuerdo en última instancia, el que nos propone sacar el agua con el balde grande que con la cuchara, aunque no se le ocurra quitar el tapón de la bañera. Y que dejen de hacerse los locos y enloquecer al resto, que dejen de sentir que la gente tiene una deuda con ellos y que nacieron para gobernar, y que dejen además, de emboscarse a sí mismos y hagan lo que tienen que hacer, que es reconstruir el Estado y generar un proyecto Nacional o que les dejen el lugar a otros, que sepan cómo hacerlo, porque cada vez nos queda menos tiempo… Hasta la próxima.

Jorge Eduardo RULLI 11.08.07

Jorge Eduardo Rulli

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