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OPINION - LA REALIDAD HUMILLA A LA FICCIÓN, POR HUGO PRESMAN

SUMARIO

  1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - LA REALIDAD HUMILLA A LA FICCIÓN, POR HUGO PRESMAN.


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From: Hugo Presman

Sent: Sunday, November 02, 2008 3:03 PM

To: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN

Subject: Nota de Actualidad 12 LA REALIDAD HUMILLA A LA FICCIÓN

LA REALIDAD HUMILLA A LA FICCIÓN

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Por Hugo Presman

El escritor uruguayo Eduardo Galeano afirmó en la revista ADN del 20-09-2008: “Me parece que la realidad humilla a la ficción. La realidad es una señora tan loca y tan capaz de poesía que no se puede competir con ella”

Los dos aviones entrando en las torres gemelas hoy parecen una producción de Hollywood clase B al lado del cataclismo financiero y económico que estremece de pánico a buena parte del planeta. Ver como los desarrolladores y ejecutores del tsunami financiero se muestran impotentes ante el monstruo que han creado y del cual obtuvieron gigantescas ganancias, y ahora, cuesta abajo en la rodada, claman por la intervención del estado es otro ejemplo que la realidad humilla a la ficción.

Si el desmoronamiento de las Torres Gemelas fue el pretexto para invadir y destruir Irak e incrementar los bombardeos a Afganistán en busca de terminar con inasibles terroristas, los subversivos perfectamente identificados en Wall Street no van a ser bombardeados sino salvados por un Estado que decide socializar las pérdidas al tiempo que considera sacrosantas la apropiación privada de las ganancias.

No hay película de catástrofe capaz de igualar el desmoronamiento mundial de los principales bancos, su nacionalización en Inglaterra y EE.UU, el corralito real en Islandia y el virtual en varios de los principales países europeos. No hay literatura capaz de igualar imaginativamente como caen las catedrales del mercado que son los bancos. La mano invisible del mercado es la de un carterista. La idea de recetarle un laxante a quién sufre de colitis es lo que ha hecho el neoliberalismo fundamentalista en las últimas décadas. Como dice el economista norteamericano John Kenneth Galbraith: “Aferrándose a la noción de mercado concurrencial e impersonal, los economistas se abrazan inconscientemente a la materia de su enseñanza. No sé, pero imagino que las brujas se aferrarían enérgicamente a la brujería”

Eso fue precisamente la idea de reducir la presión impositiva a los ricos para que inviertan y de esta manera la copa desborde y extienda su bienestar a toda la sociedad, en el lenguaje en código de esa entelequia denominada mercado. Encima en inglés se habla de goteo y trasladado al castellano se traduce con el superlativo derrame.

El periodista Orlando Barone ha caracterizado a los mercados con su irónica prosa: “Los mercados no tienen cuerpo pero tienen alma. Lo están demostrando. Cuando parecían condenados al infierno resucitaron eufóricos. Así como a un lactante que llora hay que darle leche, a un mercado que gime hay que darle plata. Darle y darle y no esperar de ellos nunca el “provechito” porque son insaciables. Son capaces de chupar de la teta del mundo hasta dejarla chiquita y seca como un higo. Nunca como hoy los mercados han revelado que sienten. Y aún más que nosotros. Porque nosotros podemos distraernos y relajarnos. Gozar de las pequeñas cosas de la vida, nos den o no ganancia o beneficio. Pero los mercados no: perder los enloquece. Los hace delirar como a adictos en trance de abstinencia. Por eso están todo el día insomnes y angurrientos. Son cazadores compulsivos. Y lábiles al menor estímulo. Sensibles a la caricia o al golpe; al desdén o al acecho. Son delicados como un corazón abierto. Hasta pueden replegarse, enfurruñarse, retraerse si algo los perturba u ofende. Tienen la inestabilidad emocional de la esposa treinta y siete en el harem de un jeque, que debe esperar a que el jeque termine la ronda para que le toque una cópula. Cualquier noticia que se lea de economía es como leer un diagnóstico biológico o psicológico pero falso. La economía no es una ciencia, no es un arte, no es una técnica. No es un trabajo. No es una religión. Es un albur. Un tiro al aire. Un horóscopo de revista de quiosco. Un barrilete sin cola. Por eso se lleva tan bien con el periodismo. Son una para el otro. Y sin embargo los mercados nos han hecho creer que tienen estados de ánimo como si fueran humanos. Aunque no lo son. No tienen ética pero exigen garantía. Pueden imponernos suplicios y muertes pero ellos son inimputables. Se lanzan a la aventura y causan estropicios, y después hay que salir a socorrerlos o nos arrastran a nosotros. Tienen siempre algo. Son más melindrosos que los pescaditos de pecera o que el hijo único y tardío de un matrimonio grande con estancias y country, y varios terapeutas de cabecera. Los mercados igual. Pueden estar calientes, fríos, nerviosos, inquietos, tensos o expectantes. Pensar que en los últimos días habían estado deprimidos. Pobres. Y de pronto, ¡zas! Como si Dios les dijera “levántate y anda”, se llenaron de euforia. Y de plata. Ojala les dure. Pero se aburren enseguida y vuelven a pedir más. Son insanos. Padecen tan gravemente el síndrome de insatisfacción y disconformidad, que en comparación los dirigentes rurales son comprensivos y se conforman con cualquier cosa.”

En su nombre se cometen los más notables atropellos. Claman para que el Estado no se entrometa en sus negocios después de hacer lobby para que las leyes se adecuen a sus intereses. Y cuando violentan la ley de la gravedad y empieza la caída, buscan la protección del Estado que detestan. Entonces protagonizan una de cine catástrofe y la realidad humilla a la ficción.

Como bien dice el filósofo esloveno Slavoj Zizek: “…El objetivo primordial no es correr en ayuda de los pobres, sino de los ricos, no de los que piden prestado, sino de los que prestan. La ironía suprema radica en el hecho de que “la socialización” del sistema bancario es aceptable cuando sirve para salvar al capitalismo: el socialismo es nefasto –salvo cuando permite estabilizar el capitalismo”

En la misma línea, la periodista y escritora canadiense Naomi Klein sostiene: “ La ideología de libre mercado ha servido siempre a los intereses del capital, y su presencia aumenta y disminuye según su utilidad para esos intereses. Durante los tiempos de bonanza, es rentable predicar el laissez faire, porque un gobierno ausente permite que se inflen las burbujas especulativas. Cuando esas burbujas revientan, la ideología se convierte en un obstáculo, y se adormece mientras el gran gobierno parte al rescate. Pero tranquilidad; la ideología volverá con toda su fuerza cuando los salvatajes hayan terminado. Las masivas deudas que la gente está acumulando para rescatar a los especuladores pasarán entonces a formar parte de la crisis presupuestaria global que será la justificación para profundos recortes en programas sociales, y para un nuevo ímpetu en privatizar lo que queda de lo público”

CAPÍTULOS DE UN DESMORONAMIENTO

La realidad humilla a la ficción. Georges Bush estatizando. Gordon Brown nacionalizando. Nicolás Sarkozy expresando en un discurso del 25 de septiembre en Toulón: “En el fondo, con el final del capitalismo financiero –que había impuesto su lógica a toda la economía y que había fomentado su perversión – muere una determinada idea de la mundialización.

La idea de la omnipotencia del mercado que no debía ser alterado por ninguna regla, por ninguna intervención pública; esa idea de la omnipotencia del mercado era descabellada.

La idea de que los mercados siempre tienen razón es descabellada.

Durante varios decenios, se han creado las condiciones que sometían la industria a la lógica de la rentabilidad financiera a corto plazo.

Se han ocultado los riesgos crecientes que había que correr para obtener rendimientos cada vez más exorbitantes.

Se han desarrollado sistemas de remuneración que incitaban a los operadores a correr cada vez más riesgos inconsiderados.

Se ha fingido creer que los riesgos desaparecían uniéndolos.

Se ha permitido que los bancos especulen en los mercados en vez de hacer su trabajo que consiste en invertir el ahorro en desarrollo económico y analizar el riesgo del crédito.

Se ha financiado al especulador y no al emprendedor.

No se han controlado las agencias de calificación y los fondos especulativos”

La realidad humilla a la ficción. Colapsó el marcador de deuda de EEUU por falta de dígitos, al punto que debieron suprimir del tablero la primera casilla del signo U$S, para incorporar la nueva y astronómica cifra. Cada norteamericano “debe” ya U$S 86.000, existiendo una deuda nacional que rompe todos los límites.

El famoso "reloj" que registra la deuda de los Estados Unidos ya no tiene suficientes dígitos para mostrar el pasivo de la mayor economía mundial, que supera los 10 billones de dólares.

Jeremy Rifkin, asesor económico de la Unión Europea, autor entre otros libros de “ El fin del trabajo” afirmó: “Millones de estadounidenses mordieron el anzuelo y compraron casas que excedían su capacidad de pago a largo plazo, lo cual originó una burbuja inmobiliaria. Peor aún, cortos de dinero, los propietarios de vivienda usaron sus casas como cajeros automáticos, refinanciando hipotecas- en algunos casos, dos o tres veces- para hacerse de dinero. Esa burbuja inmobiliaria ya explotó: millones de estadounidenses enfrentan ejecuciones inmobiliarias y los bancos están al borde del colapso. El resultado de vivir 18 años del crédito es que EE.UU hoy es una economía quebrada. El pasivo bruto del sector financiero, que era del 21% del PBI en 1980, subió sin pausa en los últimos 27 años, y alcanzó un increíble 116% del PBI en el 2007. Debido a que las comunidades financiera y bancaria de EE.UU, Europa y Asia están íntimamente interconectadas, la crisis crediticia traspasó las fronteras”

La realidad humilla a la ficción. Thomas Jefferson, tercer Presidente de los EE.UU, afirmó en el siglo XIX: “Yo creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos permanentes”

La realidad humilla a la ficción. En 1933, una ley conocida como la Glass Steagall impidió que los bancos comunes jugaran en la bolsa y luego no pudieran devolver los ahorros a sus clientes. La crisis actual se llevó a todos los bancos de inversión que eran los desregulados.

La realidad humilla a la ficción. Jeffrey Garten, profesor de comercio y finanzas de la Escuela de Administración de Yale escribió: “Ser la principal nación deudora del mundo – afirma- implica perder cada vez nuestra soberanía. Implica conducir nuestra política sin perder de vista la aprobación de los demás. Implica aceptar el sermón y la crítica que hemos dispensado hasta la náusea a otros países durante más de medio siglo”

La realidad humilla a la ficción. En Argentina, un banco no puede prestar más del 100% de su responsabilidad patrimonial computable. Los depósitos no pueden superar 6 veces el patrimonio. En EE.UU, los bancos de inversión no tuvieron límites: prestaron hasta 30 veces su patrimonio.

La realidad humilla a la ficción. El notable escritor Mark Twain, a fines del siglo XIX, cuando entró en picada lo que se conoció como la Era Enchapada en Oro (the Gilded Age) originada en la especulación financiera, monopólica y ferroviaria, supo comentar: «¡Bello crédito!  El fundamento de la sociedad moderna.... "Dos años atrás, yo no valía un centavo, y ahora debo dos millones de dólares".»
La realidad humilla a la ficción. El default argentino del 2001 fue presentado como el mayor realizado por un país. La quiebra de un solo banco de inversión de EE.UU, el Lehman Brothers equivale a cinco veces el argentino.

La realidad humilla a la ficción. Si esta crisis planetaria se hubiera producido en la década del noventa, habría desaparecido el sistema bancario en la Argentina. Ningún ilustrado de clase media, ninguno de los oyentes que llaman a las radios, ninguno de los lectores que envían cartas a La Nación o Clarín repara en este hecho central.

La realidad humilla a la ficción. Abraham Lincoln fue el décimo sexto Presidente de los Estados Unidos y el primero por el Partido Republicano dijo: “Yo tengo dos enemigos: el ejército sureño en el frente y los banqueros en la retaguardia. De los dos, el de la retaguardia es mi gran enemigo…..Las corporaciones han sido entronizadas, sobrevendrá una era de corrupción a altos niveles. El poder del dinero en el país se esforzará por prolongar su reinado trabajando en perjuicio del pueblo hasta que la riqueza sea concentrada en las manos de unos pocos y la república será destruida”

La realidad humilla a la ficción. EE.UU se endeuda a un nivel de 2.500 millones de dólares diarios, tiene déficit comercial y presupuestario, su deuda externa llega al 75% de su PBI, sus instrumentos financieros exceden largamente a la economía real y está emitiendo dólares en forma desenfrenada. Los capitales de todo el mundo financian la deuda y el déficit norteamericano a tasa cero. Después se habla de la racionalidad de la economía. Este comportamiento está más cercano a un acto de fe que a un diagnóstico racional

La realidad humilla a la ficción. No es sólo EE.UU. Si se toma Francia el panorama transita por escenario con ciertas similitudes. “En la actualidad la deuda del Estado francés equivale al 65% del PBI, con lo cual cada francés debe 47.000 euros, unos 73.000 dólares.” Eduardo Febbro Página 12, 15-10-2008

La realidad humilla a la ficción. La aseguradora AIG, recibió un salvataje de 85.000 millones de dólares. Sumamente estresados los ejecutivos de AMERICAN INTERNATIONAL GROUP, organizaron un retiro de siete días en el exclusivo balneario Saint Regis en California La empresa sujeta a salvataje pagó 440.000 dólares por el paquete turístico: 200.000 dólares por las habitaciones, 150.000 por la comida y 23.000 en servicios de SPA. No es entonces una casualidad que se popularice la expresión bankgsters, asociación idiomática de banquero y gansters.

La realidad humilla a la ficción. El ensayista y ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso escribió en Clarín el 15-10-2008 “Los fundamentos de la economía estadounidense estaban vacilantes, con el espantoso déficit doble del 5% o más del PBI en las cuentas internas y externas, y con un gobierno gastando en guerras y disminuyendo los impuestos a los ricos. Cuando el frenesí del lucro fácil motiva a las personas, estas actúan en manada: todas dispuestas a comprar. Cuando la burbuja estalla, todas dispuestas a vender. Al diablo con los fundamentos de la economía” Clarín 15-10-2008

La realidad humilla a la ficción. Los capitales argentinos exiliados en EE.UU huyen de ahí por la incertidumbre y se refugian en las cajas de seguridad de los bancos argentinos, llegando a pagar en la desesperación hasta un 10% de comisión.

LA REALIDAD HUMILLA A LA FICCIÓN

El ridículo no reconoce geografía. Islandia, un país de 306.000 habitantes era presentado como el paraíso terrenal. Dice el diario español El País: “Hasta hace unas semanas era considerado el mejor lugar para vivir del mundo. Y sus habitantes, los más felices del planeta. Pero, arrasada por el terremoto de la crisis financiera, Islandia se ha convertido en un país en bancarrota, con una población en estado de 'shock' y unas autoridades balbuceantes….. Un estudio académico publicado en importantes periódicos mundiales en 2006 afirmó que los islandeses eran la gente más feliz de la tierra. Hoy Islandia está a merced del Fondo Monetario Internacional, como si ocupara no el primer lugar, sino, como Sierra Leona” De Irlanda dice el diario La Nación del 23-10-2008: “De alumno modelo de la UE a oveja negra. Y todo abruptamente, en sólo cuatro años. En ese lapso, Irlanda pasó de ser considerado el mejor país del mundo? para vivir, según la prestigiosa revista británica The Economist, a enfurecer a los socios europeos por su programa para sostener bancos, acusado de no estar del todo en sintonía con las normas comunitarias, en medio de la peor crisis financiera mundial desde la Gran Depresión.

Irlanda vivió en la década del 90 un milagro económico, entre otros factores, por las condiciones favorables al capital extranjero, con subsidios y tasas de impuestos a las ganancias muy bajas, lo cual hizo que un gran número de empresas del mundo (entre ellas no pocas del sector tecnológico) se radicaran allí.

Pero, como en un cuento de hadas que repentinamente termina mal, pasó de crecer al 7% en los 90, un porcentaje que era la envidia de naciones desarrolladas como Alemania e Italia, a sólo un 0,3% en el primer trimestre de 2008, y 0,5% en el segundo. De este modo, el tigre celta de hace apenas un lustro, que había logrado transformarse en uno de los países más ricos de Europa en un tiempo relativamente corto, fue la primera economía de la eurozona que entró en recesión”

Las consecuencias sobre la economía real se han empezado a sentir con intensidad.

En China, empresas exportadoras pequeñas y medianas han quebrado.

Una empresa emblemática del capitalismo General Motors, está en serias complicaciones. Se produjeron más de un millón de ejecuciones hipotecarias en el Imperio y en solo la tercer semana de octubre hay solicitudes de seguro de desempleo que superan el medio millón. Las empresas automotrices, entre otras actividades, despiden a miles de trabajadores en distintos países.

Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, declaró: “La deuda externa de EE.UU llega a 15 billones de dólares. La economía se ve débil. Es una dinámica para salir corriendo…la desocupación puede llegar al 20%.....hay tres millones de personas que perdieron sus casas, dos millones más que la van a perder en el próximo año y doce millonesa las que se les hace muy difícil de pagar el crédito….Esta es la crisis económica más grave desde la Gran Depresión de 1930 y la tormenta, amigos, recién comienza”

” A su vez el economista al cual se le atribuye haber anticipado la crisis con mayor precisión Nouriel Roubini escribió: “ Ni siquiera el uso de la opción nuclear de garantizar todo, proveer liquidez ilimitada, nacionalizar los bancos, decir explícitamente que no se dejará que ninguna institución importante quiebre ha servido de mucho. Francamente, estamos llegando al punto límite”

La realidad humilla a la ficción.

Por eso la idea que la Reserva Federal no puede quebrar y que el dólar es una moneda eterna es un acto de fe que no está sustentado en ninguna racionalidad.

La economía parece en estos casos un conocimiento más cercano a una religión que un saber científico, dependiente de la inalterabilidad de la confianza de millones de personas que producirían un efecto manada descomunal si la duda penetrara en sus certezas.

La realidad humilla a la ficción. Tal vez sea aplicable la frase de Mark Twain: “ A veces me pregunto si el mundo está gobernado, por personas inteligentes que nos están embromando, o por imbéciles que hablan en serio”

Menos humorístico pero igualmente preciso el director cinematográfico Michael Moore ha dicho: “El mayor robo en la historia de EE.UU se está llevando a cabo, mientras usted lee esto”

29-10-2008

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