"Hoy levantamos la acampada. Nos nos vamos ni nos callamos. Seguimos haciendo ruido". Con este lema, comenzaron a trabajar en el desmantelamiento de las instalaciones en la Acampada Sol.
Después del mediodía de ayer, el ambiente en la Plaza del Sol era de trabajo, tranquilo pero sin pausa, para desmantelar los puestos de la Acampada que comenzó el pasado 15 de mayo.
Lo más complicado fue la biblioteca que logró obtener, a través de donaciones, unos 4.000 libros y fueron las primeras cosas que salieron, quedando sólo los poemas y escritos anónimos de la gente que quiso dejarlos y que habían sido leídos durante la mañana a la entrada de la calle del Carmen.
Según afirmaron, los libros "están almacenados en un teatro de Lavapiés y en un centro social de la zona", siendo un almacenamiento temporario porque, aclararon, que "Bibliosol sigue", y están a la búsqueda de un sitio definitivo.
Algunos de los carteles fueron archivados por la Comisión de Documentación junto a un quiosco, mientras que las cajas de papeles acumulados durante estos días se almacenaron en la zona cercana a la calle de Carretas.
Fue el almuerzo, el que reunió, al menos, a un centenar de personas bajo las lonas que albergaban a las asambleas generales, en la zona cercana a la estatua del Oso y el Madroño. Brotaron los abrazos con sabor a despedida pese a que no pararon de repetir que "esto es solo el principio" y en las camisetas se leía la palabra "mudanza".
A las cinco de la tarde, se celebró la asamblea general, precedida de un divertido número artístico en el cual que los mismos integrantes enseñaban una coreografía con los gestos de aprobación, rechazo, aportación de matices y "te estás alargando", donde se realizó un balance de los objetivos alcanzados por cada una de las comisiones.
Luego continuó el desmantelamiento de la acampada, pero solo por parte de la organización. Sin embargo, tal como veníamos informando, un grupo de indignados no se movieron y declararon que no tenían intención de irse por cuanto la asamblea que había tomado la decisión de levantar el campamento no los representaba. Quedaron cerca de 30 tiendas de campaña, cuyos dueños no participaron en la limpieza de la plaza y ni siquiera colaboraron en las tareas emprendidas durante el día.
El final no fué una despedida porque se verán el próximo domingo para celebrar una nueva asamblea en Sol y organizar la posterior marcha hacia el Congreso de los Diputados. El grito mudo, que ya fue el gesto elegido para comenzar la jornada de reflexión previa a las elecciones y protestar contra la represión policial y el desalojo de la plaza de Cataluña, fue el punto final a tres semanas de protesta cuando el reloj de la Puerta del Sol dió las doce de la noche acompañado con un cacerolazo que llenó de ruido festivo al levantamiento de la acampada.
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