La única lucha que se pierde es la que se transforma (Última parte) (APE).     La única lucha que se pierde es la que se transforma (Última parte) (APE). Por Alfredo Grande     “Cuenta nueva, sin borrón” “En tod...

La única lucha que se pierde es la que se transforma (Última parte) (APE).

 


 


La única lucha que se pierde es la que se transforma (Última parte) (APE).





AlfredoGrande


Por Alfredo Grande    




“Cuenta nueva, sin borrón”

“En toda cultura no represora, lo que entre por un oído no sale por el otro”  

(aforismos implicados)




(APe).- Soñaba. Pero como soñaba que soñaba, sentía que estaba despierto. Y entonces pensaba que un instante es apenas un tropiezo en un devenir infinito. Algún tropezón es caída. No todos. ¿Cómo diferenciar uno de otro cuando el equilibrio de la razón tiende a derrumbarse? La ansiedad confusional es la más difícil de soportar.

No sabemos de dónde viene el peligro, ni siquiera sabemos en qué consiste, y mucho menos quién es el enemigo y quién el amigo. Una de las formas de salir de esa ansiedad confusional es la retórica paranoide. El significante “traidor” cumple a las maravillas esa misión imposible.

El traidor se constituye en causa necesaria y suficiente de la calamidad. Y cuando el elegido además, aporta méritos suficientes para sostener coherentemente ese epíteto, el logro es absoluto. Completo. Total. Único. El castigo al traidor limpia los establos de Augías, y las aguas dejan de bajar turbias. Si no fuera una profanación, diría que sancionando con dureza el traidor, la casa está en orden. Pero ya sabemos que el desorden es inmanente a lo real, y que además, es un desorden desordenado. Caótico podríamos decir. La moneda deja de tener dos caras, y entonces, como cantaba Carlitos, “yo sé que ahora vendrán caras extrañas”. Y aparecen muchas y muchos que ahora no toleran ningún cuestionamiento, cuando no figuraron jamás en las luchas para exigir la “aparición con vida”. Los serviciales podrán decir: 2 + 2 es cuatro. Intentan cuadricular el caos para tener columnas y filas predecibles que le indiquen de qué lado va a caer la moneda o hacia dónde se fuga la intención de voto.

Pero en el mundo de los sueños donde soñamos la realidad, 4 no es solamente 2 + 2, sino que es una combinatoria infinita que siempre da el mismo resultado. Siempre el mismo pero de diferentes maneras. (64 - 60, 78 - 74…… 1024 - 1020… al infinito) Y esta es la cuestión. ¿Cuál es la manera adecuada, pertinente, ética, para enfrentar la calamidad? ¿Todas, algunas, cualquiera, las que la coyuntura mande, tácticas, estratégicas, efectistas, sensibleras, principistas? Lo que está sucediendo, lo que puede suceder, lo que sucedió, nos enseña que la historia también primero puede escribirse como tragedia y luego también escribirse nuevamente como tragedia.


Entonces, la crónica de una tragedia anunciada comienza en el 2003, entre enero y abril. En la Universidad Madres de Plaza de Mayo, sin dar ningún crédito a la denuncia de Vicente Zito Lema, todo intento de discutir, cuestionar, fue simplemente prohibido. La casi totalidad de los docentes a cargo de carreras, blindó a las Madres de lo que aseguraban era un ataque traidor… por haber osado cuestionar a Sergio.

Un compañero recordó una frase de mi intervención en la asamblea de docentes y alumnos: “¿Cómo es posible que en esta Universidad no podamos hablar de un desaparecido, y muy especialmente cuando el desaparecido es el Director Académico y Fundador de esta Universidad?” Si la modesta memoria no me engaña, esas palabras fueron rubricadas con aplausos. Pero eso es exactamente lo que sucedió: de una noche a un día, Vicente desapareció. De la misma forma que él y yo desaparecimos de la Memoria del Primer Congreso entregado en el Segundo.

Otro compañero, que acompañó esos momentos, me escribe: "(Alfredo) De alguna manera estás presente en este escrito, desde los intentos de organizar la reflexión en cada quilombo de los que pasamos en los cuatro primeros años de la Universidad. Me acuerdo del encuentro que organizaste, después del ataque a las Torres Gemelas. Y la nota que te hicimos tres compa en 2002 para un trabajo sobre la creación de la Universidad. No lo leímos en la entrega de diplomas porque no fueron ni Hebe ni el monje.


Nos guardamos este escrito, y algunos tratamos al menos de llevarlo presente y compartirlo.  Acordate también, que ante la crisis del verano de 2003, se reunieron 57 alumnos de Psicología. Social, la carrera más numerosa y la más crítica de la gestión, y pedimos a la rectora ante tanta confusión de dichos y diretes, se convoque a la máxima instancia, que es la asamblea. En esa asamblea se discutió bastante, y se fue todo al carajo. Se partió la Universidad.

Estuviste ahí y el Sergio jamás te contestó, ni siquiera pudo mirarte a la cara.

Acordate también del miserable papel de (…….), con la misma remerita negra que se ponían los "Shoklender´s" y cómo nos boludearon, y que no dejaban hablar a los compa que no eran de su mafia. (…) Era de los que nos señalaban con el dedo y decían que ésos (nosotros) nos reuníamos en el bar de la esquina para conspirar contra las Madres. Y no, en realidad era porque nos hinchamos las pelotas de tener en el bar de las Madres a algunos alcahuetes sentados al lado escuchando impúdicamente lo que hablábamos, y que era generalmente de los trabajos de investigación. Yo al menos desde mi rol en los equipos de coordinación del seminario, llevo pegado este escrito como un aviso, nunca más. Y también me lo advierto a mi, saluti. Y como dice un cumpa, 'que los sueños nos unan y la realidad no nos mate...' "  

En este relato omití nombres propios, privilegio de escritor. Pero ya en ese momento, los que blasonaban con la defensa de las Madres, eran los que habían tendido un cerco para que la realidad no se asomara.

Hoy el cerco estalló. Y nuevamente la estrategia es cercar a las Madres, construir otro traidor, atacar todo intento de pensamiento crítico, enfatizar la oportunidad de hablar para no ser una vez más funcional a la derecha, cuando en realidad los que han sido funcionales a la derecha son los que, desde las diferentes estructuras del gobierno, no supieron, pudieron, o quisieron controlar, auditar o al menos fisgonear el movimiento financiero de la Fundación.

¿Pretendían desde algún sector del Ejecutivo que fueran las propias Madres las que lo auditaran a Sergio? Parece que nunca escucharon que para Hebe Sergio es el hijo. Perfecta crueldad la de pedirle a la Madre que entregue a su Hijo. Pero eso es lo que ha hecho este Gobierno y por eso ahora las Madres son querellantes. Funcionarios inútiles que después de que la calamidad barre todos los cercos, cacarean sobre la honestidad de las Madres.


Somos los que siempre estuvimos con las Madres en los años de plomo los que no necesitamos esas aclaraciones. La derecha fascista no sólo quiere ensuciar pañuelos, quiere ensangrentarlos para siempre. Yo al menos, no tengo dudas de eso. Pero acuso a todas y todos los que estando al lado de las Madres no supieron, quisieron o pudieron ayudarlas antes, mucho antes, simplemente cumpliendo con sus deberes de funcionarios públicos, a que ninguna suciedad pudiera llegar a ningún pañuelo.

Faros de Alejandría sobraron, farsantes también. Y si bien no es lo mismo el enamoramiento, el amor y el delirio erótico, mi sufrimiento cuando me di cuenta de que las Madres ya no me amaban no es comparable con el sufrimiento especialmente de Hebe al darse cuenta de que el amor por su hijo fue vendido por bastante más de treinta dineros. Por eso se repite otra vez como tragedia.

El sufrimiento nuevamente sale a la superficie y nos damos cuenta de que ni siquiera las Madres han tenido el derecho de disfrutar de su valiente lucha en paz. Es cierto que las Madres no quisieron oír en el 2003. ¿Será posible que ahora escuchen? Si querellan al traidor, ¿podrán anular la querella simbólica contra aquellos que nos hicimos cargo de advertirles con tanta anticipación?

No sé si estoy soñando despierto, o estoy dormido soñando. Pero ahora no estoy buscando la salida de la Universidad Popular. Estoy entrando, rodeado de alumnos de aquellos tiempos, de los nuevos docentes, y en el aula magna, las Madres nuevamente invictas me esperan. También está Vicente, y muchos otros. Y estoy seguro que es un sueño del cual no voy a despertar, al menos, no enseguida. Porque nuevamente las miro a los ojos, una por una, porque ya dejé de estar endurecido y me di cuenta de que no había perdido la ternura. Entonces, quizá un fracción de segundo antes de despertarme, les digo: “Madres de la plaza, Alfredo las abraza !”.

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