La nueva propuesta de Alfredo Grande, sin dudas, revela sus cualidades actorales y hace gala de su habitual histrionismo a lo largo de toda la función. Su humor ácido es acompañado, desde el comienzo y aún antes de salir a escena, por la excelente tecladista Laura Durán.
Un comienzo con un apuro por llegar a destino, característica habitual de nuestros tiempos, es el pié necesario para comenzar a desandar el camino de los mandatos e introducirnos en el mágico mundo del deseo. De la sexualidad al matrimonio, pasando por la publicidad y yendo de la política al socialismo, hace una crítica humorística de ese deber ser que nos acompaña en nuestra vida para, luego, proponernos buscar ser tal cual somos.
La impronta musical está dada por "Te recuerdo Amanda", del querido cantautor chileno Víctor Jara y el tango "Hermano, dame un cigarrillo", de Enrique Grande, finalizando con la "Cantata Santa María de Iquique". No cabe duda que estos temas aportan el marco sonoro para un espectáculo brillante.
Un unipersonal que debe verse, no solamente por el compañero cooperativista y escritor, sino porque nos permitirá pensar en aquello que él mismo, en implicación pura, nos revela: "Solamente rechazando la vida por mandato, podremos encontrar la vida por deseo". Y tal vez, sea posible reírnos de nosotros mismos como de la realidad que nos abruma para poder encontrar ese camino que nos propone, esa vida donde podamos cumplir con nuestros sueños e ilusiones y sin pensar en ese que dirán, el mismo que nos propone el bárbaro sistema en el cual vivimos.
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