Democracia Cromañón (Diario Z).   Democracia Cromañón (Diario Z - www.diarioz.com.ar )     Por Alfredo Grande Al cinismo, primo hermano de la hipocresía, le gusta exclamar...

Democracia Cromañón (Diario Z).

 


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Por Alfredo Grande



Al cinismo, primo hermano de la hipocresía, le gusta exclamar: "Si se puede evitar, no es un accidente". Paso seguido, nada se hace para impedir los accidentes y entonces aparecen los significantes que preparan la impunidad de los funcionarios que se amparan en la discreta impunidad del voto. Tragedia, catástrofe, destino, horror, etcétera. La mejor manera de hablar del tema sin hablar del tema, es banalizarlo y, especialmente, localizarlo en la siempre útil falla humana.


Los accidentes viales son por la imprudencia de los conductores, la niebla, la humedad, la lluvia, porque una vizcacha cavó un pozo... Nunca se menciona la negligencia criminal de los concesionarios de los peajes que tienen rutas de una sola mano, con banquinas destrozadas, sin protección lateral, poniendo cartelitos ridículos como la imagen de una vaca que anuncia animales sueltos. A 120 km por hora no hay manera de ver el cartel y no llevarse puesta la vaca. A menos que esos funcionarios crean que el cartel es para que lo mire la vaca. Automóviles que se reproducen por fertilización asistida del mercado, camiones cada vez más largos y anchos que no dejan distancia para pasarlos uno a uno, enormes buses con choferes apuñalados por el cansancio, la rutina y el sueño, son caldo de cultivo de lo que después será la tragedia del dia. De uno solo, porque pronto habrá otra.



Un micro que intenta pasar una barrera que está casi siempre baja en horas pico, de modo que el mandato de realizar las vueltas necesarias se hace de imposible cumplimiento. La ciudad partida en dos por vías de ferrocarril que esperan más de 20 años ser soterradas. Puentes que no se hacen, o se hacen con la lentitud de la construcción de las pirámides o las catedrales medievales. Personas, habitualmente jóvenes, que desaparecen a la luz del dia para entrar en la tenebrosa oscuridad de la peor de las noches. Y mientras tanto, gestiones de funcionarios que se prolongan por años, siempre con la promesa de un mañana mejor, y siempre con la certeza de un presente peor. Siempre un escondite para seguir medrando de un Estado que no somos todos, pero todos los que no son lo tenemos que financiar. Para que una barrera siga subiendo y ba­jando cada 20 minutos para enloquecer de bocinazos al vecindario.


Esa es la vida del pobre. Muerte anónima cotidiana por las miserables condiciones del transporte, porque si consigue la tarjeta sube no podrá conseguir la tarjeta baja. Bajarse de la locura de ir y volver, con el riesgo de la indigna muerte por aquello que nunca es evitado.

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