OPINION - 11/10/1492: HOMENAJE AL ÚLTIMO DÍA DE LIBERTAD DE LOS PUEBLOS AMERICANOS - DE LA INVASIÓN A LA REVOLUCIÓN, POR ALBERTO J. LAPOLLA SUMARIO   1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - 11/10/1492: HOMENAJE AL ÚLTIMO DÍA DE LIBERTAD DE LOS PUEBLOS AMERICANOS - DE LA INVASI...

OPINION - 11/10/1492: HOMENAJE AL ÚLTIMO DÍA DE LIBERTAD DE LOS PUEBLOS AMERICANOS - DE LA INVASIÓN A LA REVOLUCIÓN, POR ALBERTO J. LAPOLLA

SUMARIO

  1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - 11/10/1492: HOMENAJE AL ÚLTIMO DÍA DE LIBERTAD DE LOS PUEBLOS AMERICANOS - DE LA INVASIÓN A LA REVOLUCIÓN, POR ALBERTO J. LAPOLLA.


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Sent: Tuesday, October 14, 2008 10:37 PM

To: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN

Subject: 11/10/1492: HOMENAJE AL ÚLTIMO DÍA DE LIBERTAD DE LOS PUEBLOS AMERICANOS - DE LA INVASIÓN A LA REVOLUCIÓN, POR ALBERTO LAPOLLA

11-10-1492: Homenaje al último día de libertad de los pueblos americanos

De la Invasión a la Revolución

Por Alberto Lapolla 12-10-08

La más infame invasión y genocidio de la historia de la humanidad

Este trabajo es un anticipo de mi próximo libro de título homónimo que verá la luz seguramente en el curso de 2009. El mismo es un intento de recuperar la memoria de la heroica resistencia de nuestros pueblos originarios, luego acompañados por los esclavos africanos, los mestizos y finalmente por algunos criollos que como Castelli, Moreno, Belgrano, San Martín, los Padres Morelos e Hidalgo, Artigas, Bolívar, Sucre, O’ Higgins, Dorrego, Güemes, Juana Azurduy, Manuel Ascencio Padilla y tantos otros, que creían que la razón de América residía en al redención del indio y la liberación e igualación -con la consiguiente reparación basada en la distribución democrática de la tierra- de las demás castas y clases oprimidas por los españoles y sus socios principales la oligarquía criolla de encomenderos, mineros, estancieros, obrajeros, dueños de ingenios y traficantes de esclavos; oligarquías luego socias de la dominación británica o norteamericana. Ayer y hoy dueños verdaderos de las riquezas de americanas y palancas de la penetración imperial desde el inicio de la invasión española de nuestras tierras. Este primer anticipo tiene el solo efecto de repudiar una vez más el infame hecho acaecido el 12 de octubre de 1492, último día de libertad de nuestros pueblos de Abya Yala. Alberto Jorge Lapolla

Introducción

Ellos,

Ellos y los venados,

Ellos y los pavos azules,

Poblaban aquel mundo de golosina,

De otro planeta,

Llegaron

Por mar

Seres de injuria..... (Poema Nahuatl) (Recreado por Miguel Ángel Asturias)

‘Desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir a unos hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas.(...) La América, en ningún caso, puede considerarse sujeta a aquella obligación; ella no ha concurrido a la celebración del pacto social del que derivan los monarcas españoles los únicos títulos de propiedad de su imperio. La fuerza y la violencia son la única base de la conquista que agregó estas regiones al trono español; conquista que en trescientos años, no ha podido borrar de la memoria de los hombres las atrocidades y horrores con que fue ejecutada, y que no habiéndose ratificado jamás por el consentimiento libre y unánime de estos pueblos, no ha añadido en su abono título alguno al primitivo de la fuerza y violencia que la produjeron. Ahora, pues, la fuerza no induce derecho, ni puede hacer de ella una legítima obligación que nos impida resistirla, apenas podamos hacerlo impunemente; pues como dice Juan Jacobo Rousseau, una vez que recupera el pueblo su libertad, por el mismo derecho que hubo para despojarle de ella, o tiene razón para recobrarla o no la había para quitársela.’

Mariano Moreno (Publicado por la Gazeta de Buenos Aires, 1810)

‘No es mucho, pues, no hubiese un español que no creyese ser señor de América, y los americanos los miraban entonces con poco menos estupor que los indios en los principios de sus horrorosas carnicerías, tituladas conquistas.’

General Don Manuel Belgrano (22)

La llamada conquista fue, una “cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento de la población aborigen en las minas.(...) Los actos de barbarie y desalmada crueldad cometidos por las razas que se llaman cristianas contra todas las religiones y todos los pueblos del orbe que pudieron subyugar, no encuentran precedentes en ninguna época de la historia universal ni en ninguna raza, por salvaje e inculta, por despiadada y cínica que ella sea.”

Karl Marx, (El Capital) (36)

‘Cuatro siglos hacen ya que la sangre europea fue injertada en tierra americana. (...) Razas enteras fueron exterminadas, las praderas se poblaron. Las selvas vírgenes se explotaron y muchas se talaron criminalmente para siempre. La llamada civilización entró a sangre y fuego o en lentas tropas de carretas cantoras. El aborigen fue sustituido por inmigrantes. Éstos eran hechos enormes, objetivos, claros. La inteligencia americana nada vio, nada oyó, nada supo.(...) El hecho americano pasaba ignorado para todos.’

Raul Scalabrini Ortiz (39)

I. - La Invasión española de América (Abya Yala)

12 de octubre de 1492.

El Almirante Cristóbal Colón arribó a la actual Santo Domingo, a la que bautizó Isla La Española, dando inicio a la opresión europea sobre los pueblos y las tierras americanas, principiando la esclavización y el holocausto de un continente. Esclavización que, en lo que atañe a los derechos de los pueblos originarios oprimidos y sus hermanos negros, mestizos, mulatos, y pobres en general, se mantiene hasta hoy, sojuzgados por una minoría blanca, heredera directa o indirecta -con algún grado de mestizaje- de los invasores españoles y sus socios posteriores portugueses, ingleses, franceses y holandeses. La invasión iniciada en 1492 aun no ha concluido, a excepción de los triunfos de Cuba (donde los españoles no dejaron un solo sobreviviente de la población caribeña original), Bolivia, Venezuela y Ecuador y algunos momentos en México, Nicaragua, Chile, Guatemala y Argentina. España no era ni por mucho, la primera conexión de las tierras americanas con el viejo mundo, más allá de los franceses de la edad del hielo, los vikingos, los irlandeses y lso innumerables contactos con las culturas del Pacífico en un sentido y en el otro, el mismo Colón reconoció en sus diarios de navegación, que las tierras a las que arribaba no era la primera vez que recibían visitas transatlánticas: Sin embargo, doscientos años después de la visita de Musa I (navegante africano de la cultura Mandinga de Malí, África Occidental) a La Meca, Cristóbal Colón en sus “Diarios” de los que sólo quedan fragmentos y citas, rescatados por el fraile Bartolomé de las Casas(...) personalmente testificó acerca de la presencia de las expediciones Mandinga a las Américas. Según el "New African Review", Colón escribió que "las flotas mercantes de África Occidental periódicamente partían de la costa de Guinea y navegaban a la América Meridional con oro y otras mercancías; (los Mandinga) introdujeron el arte de la aleación del oro." (69) ¿Cómo es posible que los "eruditos" y estudiantes europeos y americanos no hayan visto y leído los siguientes datos escritos y publicados en estos "Diarios"? Colón escribió: "Los indios trajeron pañuelos de algodón, confeccionados muy simétricamente y trabajados en colores semejantes a aquellos que se traen de Guinea, de los ríos de Sierra Leona y sin diferencia alguna... Los Mandinga comerciaron con oro y tela llamada "almaizar"... (69) (New African Review (Londres), "They Came Before Columbus", Ellos vinieron antes que Colón, Enero de 2001) Se supone hoy que varios puertos y ciudades americanas figuraban ya en mapas tan antiguos como los de Ptolomeo o el de Marino de Tiro que Ptolomeo copió y modificó, nombres que fueron suprimidos por pedido de Carlos V cuando pidió al cartógrafo Mercator que realizara el mapa eurocentrista que aun hoy, deforma la realidad geográfica del mundo entero.(89)(90) De tal forma España, Portugal y el resto de las potencias europeas se las ingeniaron para ocultar y destruir cualquier rastro de los contactos de América con los pueblos de allende los mares anteriores a la llegada del Almirante genovés, para de ese modo poder exigir el señorío del ‘descubrimiento’, el saqueo de sus riquezas, el dominio sobre sus gentes, el derecho a esclavizarlas y a quitarles sus tierras, acompañado de la supresión e ‘inexistencia’ de la historia y de las civilizaciones africanas para poder esclavizarlas y depredarlas a su antojo.

Para mayor tragedia la España que enviaba a Colón, era a su vez, la que acababa de buscar la ‘solución final’ para su unidad política y territorial, mediante la persecución, exterminio y destierro de árabes y judíos con masivos asesinatos en las hogueras de la Inquisición católica, incluyendo claro está la apropiación de sus riquezas por parte de los reyes y nobles católicos. Para la España de 1492 -y este hecho sería terrible y atroz para los cien millones de americanos que vivían felices en sus tierras-, lo diferente debía ser exterminado, aniquilado, purificado por el fuego, la tortura, o a lo sumo, esclavizado. Al respecto, el mismo Almirante señaló en carta a los reyes: ‘Este año de 1492, después de haber dado fin a la guerra de los moros y después de haber echado fuera todos los judíos de todos vuestros reinos y señoríos, pensaron enviarme a mí a las dichas partes de las Indias.’(3)(pag37)(Pigna Felipe, op.,cit.,2004) No mentía el Almirante en esta cuestión, el 31 de marzo de 1492, los Reyes católicos de España, Fernando II de Aragón (Uno de los personajes siniestros y harto corruptos de l nobleza europea que inspirara el libro ‘El Príncipe’ de Niccola Maquiavello; el otro era César Borgia) y su esposa Isabel I de Castilla, ‘firmaron en Granada el edicto de expulsión de los judíos de todos los territorios de las coronas Bajo su mando. El objetivo de tal decisión fue, según el propio texto, evitar el daño que los judíos estaban causando a la religión cristiana.’(48)(pag15)(Saban Mario, Op.,cit.,2007) Sin embargo, conociendo la catadura del personaje firmante del edicto, y los pasos que daría para ejecutarlo, hace pensar que los motivos religiosos encubrían otras razones que, primero se lanzarían sobre judíos y moros de España y luego sobre los pueblos americanos. Al momento de la expulsión las Coronas de Aragón y de Castilla estaban fuertemente endeudadas con los comerciantes y banqueros judíos, que habían auxiliado económicamente a los reinos católicos en su lucha contra los árabes. En el pensamiento de Fernando de Aragón era mucho más económico expulsar a los judíos arguyendo motivos religiosos que pagar sus deudas. Mejor aun, al expulsarlos podía quedarse con sus riquezas. De tal forma el edicto fue mantenido en secreto (tal como cuatro siglos más tarde realizaría la Gestapo de Hitler para implementar la ‘Solución Final’ al problema judío, mediante el sistema de ‘Noche y Niebla’) hasta el 29 de abril y el 1 de mayo de 1492, de tal forma los judíos fueron tomados por sorpresa y no pudieron sacar sus riquezas al exterior, ni vender sus propiedades a algún valor razonable, ni disponer de sus bienes. Los mismos debieron ser abandonados a favor de los cristianos, especialmente los nobles. Uno de los puntos clave del edicto ‘impedía a los judíos llevarse oro, plata y piedras preciosas. Y, por una cuestión lógica debían abandonar sus hogares. Cronistas de época (...) aseguran que los casos de explotación se veían en cada rincón. “Daban una casa por un asno”, certifica.’(48)(pag16)(Saban Mario, Op.,cit.,2007) El 31 de julio de 1492 los últimos judíos abandonaban España. Cabe aclarar que los hebreos constituían más del 20% de la población de la España del siglo XV, mientras que los musulmanes constituían algo más del 30% de la misma. Los judíos españoles, los Sefaradíes, una de las principales etnias del pueblo judío, debáin su nombre a Sefarad que significa España en hebreo. Los judíos expulsados se distribuirían por todo el Medio Oriente en poder del imperio otomano, algunos irían a Francia de donde ya habían sido expulsados en el siglo XIII y algunos muy pocos se dirigirían a Inglaterra. Pero aproximadamente la mitad de los expulsados, se dirigirían a Portugal, donde en general siempre habían sido bien tratados. De los avatares de los judíos españoles refugiados en Portugal, y de los propios judíos portugueses, partiría lo que algunos consideran (48) el cuarto grupo étnico que se mestizaría en América, durante la invasión española a nuestras tierras. A los americanos nativos, se agregarían los europeos españoles y lusitanos, los negros africanos arrancados de sus selvas natales para ser esclavizados en el continente americano y europeo, y también los judíos portugueses que por decenas de miles se dirigirían al Brasil (y a otros lugares de América) y desde allí a toda la América española y en particular a Buenos Aires.

Es bueno ubicar esta situación de la instauración en España de un régimen de fanatismo e intolerancia atroces, heredero directo del espíritu salvaje y perverso de las Cruzadas o de las campañas de Carlomagno contra los pueblos paganos de Europa, sometidos a sangre y fuego al cristianismo. Régimen que reaparecería en Europa cuatro siglos más tarde (entre 1932 a 1945) durante el régimen nazi, con la misma violencia contra los mismos pueblos y también otras etnias diferentes ya que los nazis exterminaron judíos, árabes, gitanos, eslavos, armenios y demás ‘razas inferiores’ o ‘impuras’ según las palabras de Himmler, Goebbels, Fernando VII o Felipe II. Se hace necesario, decíamos, conocer el carácter atroz de la hegemonización cristiana sobre la península ibérica, para poder comprender claramente cuál era la España que se abalanzaba sobre una América que los recibió en paz y armonía como siempre había recepcionado a los visitantes de allende los mares. Un continente que hasta entonces, había vivido en felicidad y armonía, con muchos otros pueblos del mundo, tal como se desprende hoy de los últimos descubrimientos antropológicos, arqueológicos e históricos que no dejan dudas respecto del contacto casi permanente de los pueblos americanos con sus similares de Asia, África, Oceanía, Polinesia y la propia Europa, mucho antes de la llegada de los invasores españoles. Con una diferencia: todos los contactos anteriores no implicaron en ningún caso el sometimiento y la destrucción de las culturas existentes, tal como harían las naciones católicas con los multitudinarios, ricos, bien nutridos, bellos y felices pueblos originarios de América.

‘El paraíso terrenal’

América vivía entonces en el mejor de los mundos, tal como podría vivir sin la opresión europea-norteamericana que aun campea sobre nosotros, dado la riqueza inconmensurable del ecosistema que porta, y la bondad, solidaridad, astucia e inteligencia sin par de nuestros pueblos originarios y mestizos... Al menos 2000 etnias poblaban el continente, hablando algo más de 2000 lenguas, la mayoría de ellas hoy exterminados. Los Mayas -una de las mayores culturas de la humanidad, inmensamente más cultos, sabios y evolucionados que los bárbaros españoles, que los estaban esclavizando y exterminando, poseedores de uno de los cinco idiomas escritos de la antigüedad, y del mayor saber astronómico y cosmogónico de la historia humana-, reflejaron aquel terrible momento:

No había entonces enfermedad

No había entonces pecado,

Había santa devoción en nosotros.

Saludables vivíamos.

No había entonces enfermedad

No había dolor de huesos,

No había fiebre,

No había viruela.

No fue así lo que hicieron los extranjeros

Cuando llegaron aquí.

Ellos enseñaron el miedo,

Y vinieron a marchitar las flores.

Para que su flor viviese,

Dañaron y sorbieron nuestra flor.

¡A castrar el sol!

Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros. Poema maya del Chilam Balam (3)

ORO, ORO, ORO... y PLATA también.

Apenas llegado a América, Colón comunicó a la reina de Castilla -Isabel la Católica- sus humanitarias y evangelizadoras intenciones. ‘Son las mejor gente del mundo y sobre todo la más amable, no conocen el mal -nunca matan ni roban-, aman a sus vecinos como a ellos mismos y tienen la manera más dulce de hablar del mundo, siempre riendo.(...) No llevan armas ni las conocen, porque les mostré una espada, la tomaron por el filo y se cortaron.(...) Serían buenos sirvientes con cincuenta hombres podríamos dominarlos y obligarlos a hacer lo que quisiéramos.’(3)(pag35)(23)(Pigna Felipe, op.,cit.,2004) ‘Sí, así es como Colón veía a los indios - no como anfitriones hospitalarios, sino como "sirvientes" para hacer "lo que queramos que hagan". ¿Y qué es lo que quería Colón?. Esto no es difícil de determinar, en las dos primeras semanas de anotaciones en el diario, hay una palabra que se repite setenta y cinco veces: ORO. En los argumentos habituales sobre Colón, en lo que se hace hincapié una y otra vez es en su sentimiento religioso, su deseo de convertir a los nativos a la Cristiandad, su reverencia hacia la Biblia. Sí, estaba interesado por Dios. Pero mucho más por el Oro.(...) Ordenó a los nativos que encontraran una cierta cantidad de oro, en un cierto periodo de tiempo, y si no cumplían con su cupo, les cortaban los brazos. El resto aprendía la lección y traía el oro. Samuel Eliot Morison, un historiador de Harvard, que fue un biógrafo admirado de Colón, reconoció este punto. Escribió: “Quien fuera el que inventara este espantoso sistema, como único método de producir oro para la exportación (¿¿exportación??!!.AJL), el responsable del mismo fue solo Colón...... aquellos (nativos) que huyeron a las montañas fueron cazados con perros, y de los que escaparon se ocuparon el hambre y la enfermedad, mientras miles de pobres criaturas, en su desesperación tomaron veneno de mandioca para acabar con su miseria.” Morison continúa: “Así que la política y los actos de Colón, de los cuales solo él fue responsable, comenzaron la despoblación del paraíso terrenal que fue ‘La Española’ en 1492. De los nativos oriundos, estimados por etnólogos modernos en 300.000, entre 1494 y 1496 un tercio había muerto. En 1508 el censo mostraba sólo 60.000 vivos.... en 1548 Oviedo (Morison se refiere a Fernández de Oviedo, el historiador Español oficial de la Conquista) dudaba sobre si quedaban 500 indios.” Pero Colón no obtuvo oro suficiente para mandarlo a casa e impresionar al Rey y la Reina, y a sus financieros españoles, así que decidió mandar a España otra clase de partida. Esclavos. Rodearon a cerca de 1200 nativos, seleccionaron a 500, y a esos los mandaron, encadenados unos junto a otros, en el viaje a través del Atlántico. En el camino murieron doscientos, de frío y enfermedad.’(23) (Zinn Howard, Colón y la civilización occidental) El Almirante había encontrado un próspero negocio para él, sus descendientes y para la corona española: ‘Desde aquí uno puede mandar, en el nombre de la Santísima Trinidad, tantos esclavos como se puedan vender..’(23)(Zinn Howard, op.cit.) Más adelante en 1608, Felipe II aprobaría una Real Cédula en la cual señalaba: “todos los indios, siendo los hombres mayores de diez años i medio, i las mujeres de nueve i medio, que fuesen tomados i cautivados en la guerra, sean habidos i tenidos por esclavos suyos, i como tales se pueden servir de ellos, i venderlos, darlos i disponer de ellos a su voluntad.”(40) (19) (citado por 500 años de resistencia indígena, 1992) Los colonizadores se apoyaron en este argumento monárquico para obligar a los indios a entrar en guerra y luego convertirlos en esclavos.’(19) (citado por 500 años de resistencia indígena, 1992) Por su parte, el rey Católico Don Fernando, ‘no se cansaba de exigir “diligencia y cuidado en la extracción y el envío de Oro de América.’(30) (Puiggrós Rodolfo, Historia Crítica de los Partidos..., Tomo I. 1986) La Reina Isabel la Católica, tenida por los defensores de la invasión española a América y por la Iglesia Católica, como ‘defensora de indios’, expresaba sin embargo con la mayor claridad sus intereses sobre la evangelización de América: ‘Los cristianos que viven y moran en dicha isla (La Española), ni hallan quien trabaje en sus granjerías y mantenimientos ni les ayude a sacar ni coger el oro que hay en la dicha isla, y porque Nos deseamos que los dichos indios sean doctrinados para que la dicha isla se labre y se coja el oro que en ella hubiere para estos, mis reinos.’(3) (pag38) (Pigna F., op. cit.2004) Por su parte la Iglesia y su Inquisición, consideraban que los americanos ‘andan desnudos en vivas carnes hombres y mujeres; en las bodas, otros es el novio, que así es costumbre usada y guardada; si el novio es cacique, todos los caciques convidados prueban a la novia primero que no él y entonces ella queda por muy esforzada. Con liviana causa dejan las mujeres, y ellas por ninguna los hombres. Andar la mujer desnuda convida e incita a los hombres presto, y mucho usar aquel aborrecible pecado hace a ellas malas.’(3) (pag23) (Pigna F., op. cit.2004) El jurista de la corona española, Ginés de Sepúlveda explicaría el sentido de la ‘evangelización’ de América. ‘Justificará la “guerra justa”, es decir el exterminio de los americanos, porque “siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir la dominación de los son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos siendo por derecho natural que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al alma, el apetito a la razón, la mujer al marido, los hijos al padre, lo imperfecto a lo perfecto para desterrar las torpezas nefandas y portentoso crimen de devorar carne humana y propagar la fe cristiana, por todos los rincones del mundo.”(37) (pag13) (citado por O’Donnell Pacho, en Historias Argentinas, 2006) De tal forma, el Papa español Alejandro VI, el Papa catalán Borgia -el más corrupto, perverso y monstruoso de la historia de la Iglesia católica. Aquel que gastaba en orgías el dinero destinado a los pobres. Aquel que había llegado a engendrar un hijo-nieto con su propia hija Lucrecia- ese Papa, además de otorgarle a España y Portugal todas las nuevas tierras ‘descubiertas’ mediante el tratado de Tordesillas, ese Papa lascivo, corrupto, incestuoso, ladrón y asesino, ese Papa decíamos, exigió a los Reyes católicos españoles, ‘acabar con la impudicia y el pecado en América”. Les encomendó la conquista espiritual de las nuevas tierras. Había que imponer la monogamia, combatir la sodomía, el incesto y la idolatría entre los salvajes.’(3) (pag43) (Pigna F., op. cit., 2004) También había que esclavizar a los ‘salvajes’ para que consiguieran ORO, ORO, mucho ORO. De tal forma la destrucción de los americanos y la esclavización masiva de nuestros pueblos, fue una obra conjunta de la corona española y de la Iglesia católica con sede en Roma.

El mayor genocidio y saqueo de la historia

Se daba así inicio, a la llamada ‘Conquista y Evangelización’ de América, es decir, a la esclavización, el saqueo y el mayor genocidio que conoce la historia de la humanidad, cometido en nombre de Dios, la religión, la Iglesia católica y el derecho divino del reino de España (y Portugal) a oprimir y conquistar a nuestros pueblos. Obra llevada adelante sin piedad alguna por España y sus hombres, durante más de tres siglos, continuado luego por sus sucesores, las oligarquías blancas (o mestizas, pero de propiedad y capital blanco) criollas, de origen hispano, británico o portugués, que heredaron el poder español, luego de la derrota de los proyectos emancipadores de los héroes de la Independencia americana. De manera increíble, nuestros libros de texto oficiales y escolares, aun hablan de los invasores, esclavizadores, y genocidas que llegaron a partir de 1492, como ‘conquistadores’, ‘adelantados’, ‘evangelizadores’, o ‘fundadores’. Peor aun, todas nuestras ciudades (en Argentina, pero también en casi la totalidad de los países de Nuestra América a excepción de México) han montado estatuas y monumentos a estos invasores criminales, dejando claro que para las oligarquías gobernantes en América después de la revolución de la Indpenendencia, los invasores y asesinos de los americanos son sus héroes y padres. Ellas se asumen así, como continuadoras de los esclavizadores y genocidas invasores de 1492. Tal como lo expresan sin tapujos los oligarcas argentinos, los Ocampo, los Güiraldes, los Martínez de Hoz, los Anchorena, los Álzaga Unzué, los Duhau, los Ibarguren, y demás dueños espúreos de la tierra y de la nación: ‘Nosotros somos los descendientes de los conquistadores’. De allí, que quede por contar la otra historia, la verdadera historia de los pueblos americanos. La que no puede ser sino, la de los derrotados en 1492, la de aquellos que resistieron -y resisten- por cinco siglos la defensa de sus culturas, sus tierras, sus lenguas, sus religiones, hasta hoy. Incluso, al costo de su propia extinción. Sólo en territorio argentino, han sido exterminadas y desaparecidas más de sesenta etnias, que poblaban nuestro territorio a mediados del siglo XVI, cuando España dio inicio a la invasión de nuestro territorio. Aun hoy, nuestra historia oficial comienza con la llegada de los invasores españoles, tal como si Irak comenzara a relatar su historia con la llegada del ejército de Bush, o si Viet Nam, contara la suya, a partir del inicio de la invasión francesa a mediados del siglo XIX, despreciando su verdadera historia previa. Es hora de que escribamos y hablemos la otra historia, la verdadera historia de América, la que no es otra, que la de los pueblos ‘indios’ y su heroica resistencia de cinco siglos, a la que aportaron el mayor genocidio que conoce la humanidad. Alrededor de cien millones de americanos poblaban este mundo de golosina, cuando los españoles mancillaron nuestro suelo el 12 de octubre de 1492. Cien años más tarde, a comienzos del siglo XVII, sólo restaban dos millones de sobrevivientes. En su nombre y en los millones que siguieron asesinando luego los españoles -ya que la historia de la dominación del capitalismo europeo es la del genocidio permanente y continuado sobre los pueblos del Tercer Mundo-, las oligarquías criollas blancas hispanas, británicas o portuguesas, cabe rescatar y escribir la otra historia.

Si habláramos de saqueo, la magnitud de la depredación española sobre América, no tiene parangón en la historia de la humanidad, fue Karl Marx en El Capital, pese a su mirada eurocéntrica en muchos aspectos, quien describió acertadamente, hace más de un siglo, aquel derramamiento de sangre que caracterizó la dominación española. Fue, según Marx, una “cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento de la población aborigen en las minas.(...) Los actos de barbarie y desalmada crueldad cometidos por las razas que se llaman cristianas contra todas las religiones y todos los pueblos del orbe que pudieron subyugar, no encuentran precedentes en ninguna época de la historia universal ni en ninguna raza, por salvaje e inculta, por despiadada y cínica que ella sea.”(36) (Marx Karl, El capital, 1974) Marx llamó a este saqueo, sumado a la esclavización africana, ‘el lodo y la sangre con que se construyó el Capital Originario del Capitalismo.’(36) (Marx Karl, El capital, 1974) Lodo y sangre: principalmente americana, también africana y asiática. Más tarde, el historiador venezolano, Uslar Petri confirmó en el Archivo de Indias en Sevilla, que: Consta en el Archivo de Indias. Papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil Kg de oro y 16 millones Kg. de plata provenientes de América.’ (24) Es lógico suponer que la cifra total robada por España a los pueblos americanos hasta 1824, fecha de la batalla de Ayacucho, debe por lo menos ser el doble de esta colosal fortuna. Si sólo reclamáramos la devolución de ese primer saqueo cometido hasta 1660, con los intereses normales del caso, es decir, ‘exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de 10% anual, acumulado sólo durante los últimos 300 años. Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los “descubridores” que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 180 mil Kg. de oro y 16 millones Kg. de plata, ambas elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total de la Tierra.’(24) Está claro que esta suma no incluye los miles de kilogramos de oro y plata americanos hundidos en los galeones españoles, o robados por los corsarios y piratas ingleses, holandeses, franceses a los españoles, lo cual aumentaría aun mucho más las cifras del saqueo europeo a América. El hecho de acercarnos al bicentenario del inicio de la gesta emancipatoria de 1809 - 1810, que concluyera en la derrota de España, y la conquista de nuestra soberanía política, pero que también implicaría la derrota de las ideas de redención social y económica, que nuestros próceres fundantes proponían, nos debe hacer recuperar la otra historia, la historia de los pueblos o simplemente la historia del pueblo, para acabar con las historias de las oligarquías servidoras de los imperios de turno.

Encomenderos, corregidores y curas: esclavizadores de indios y violadores de indias.

‘Los indios contribuían a mantener esta situación social, con su trabajo y su paciencia para sobrellevar resignados una vida miserable. Junto con los negros esclavos(...) Mitayos o yanaconas, encomendados o reducidos bajo la dura mano del corregidor, su lote fue siempre el mismo, de opresión y martirio.(...) Les tomaron sus mujeres de concubinas después los exterminaron por la esclavitud o la guerra. Entre otras medidas que revelan el olvido de la caridad y la moral más elementales, puede citarse aquel voto del Cabildo (de Buenos Aires. AJL), pidiendo la prohibición del casamiento con indios extraños, “por la dificultad que se ofrece de que muchos indios de otras provincias vienen a esta ciudad y se casan en ella con indias de vecinos encomenderos y se las llevan.” (dejando al encomendero sin los ‘favores’ de la india. AJL) Explotados para satisfacer la avaricia de sus dueños, satisfacer sus bajas pasiones, su lujuria y su crueldad. Las tribus que no se rebelaron y huyeron a los valles de la Cordillera, desaparecieron en pocos años. La teoría y la práctica de los conquistadores armonizaban admirablemente. Argumentos teológicos y filosóficos de la más pura escolástica, disiparon los restos de escrúpulos que podían molestar a aquellas conciencias, confirmándolas en la bondad de una conducta que tan bien concertaba sus intereses materiales, el desahogo de sus pasiones, la comodidad de la vida y sus principios morales. Fray Tomás Ortiz, (...) coloca a los indios en la categoría de bestias, leños y piedras y “así, según la opinión de Aristóteles, recibida por muchos, son siervos y esclavos por naturaleza y pueden ser forzados a obedecer a los más prudentes, y Juan Celio Calcagnino, comentando al mismo Aristóteles añade que se pueden cazar fieras, si los que nacieron para obedecer lo rehusan.” En derecho se les califica de personas miserables. Fray Gregorio García, dominico, dice que “son de más baja o despreciada condición que los negros y todas las demás naciones del mundo”. Fray Juan de Zapata,(...) dice “que en ellos se verifican y cumplen a la letra todos aquellos epítetos de miserias y desventuras que el evangélico profeta Isaías da a aquella gente que dice que habita más allá de los ríos de Etiopía.”(...) [Los españoles,] Procedieron en todo de acuerdo con estas ideas.(...) Su propósito único era adquirir fortuna, la legendaria de millones, un sueño de nabab que vigorizaba sus espíritus y templaba sus caracteres. Con su sólo esfuerzo, tratando honestamente a los indios apenas habrían ganado el modesto sustento, más o menos la misma miseria de la que venían huyendo(...). Su concepto de la vida era exclusivamente sensualista, en el sentido más vulgar de la palabra, como continúa siendo al presente.(...) En la práctica el régimen resultó desastroso. En primer lugar, esas diversas autoridades se resumían en un cura y un corregidor en perpetua discordia(...) “Los curas querían que los indios asistieran todos los días a la misa y al rosario, a la hora que se les antojaba, que muchas veces era bastante intempestiva; los administradores se lo impedían unas veces con razón, otras sin ella, y lo que resultaba era que el cura mandaba a azotar a los que o0bedecían al administrador, y el administrador a los que obedecían al cura; y unos y otros castigos se ejecutaban en los miserables indios, sin más culpa que obedecer.”(...)

Los corregidores de los repartimientos (...) tenían el privilegio de suministrar a los indios los objetos de consumo y se convirtieron en los únicos y exclusivos tenderos de la comarca: “no permiten que haya otra tienda más que la suya, y así tienen una en cada pueblo, donde precisamente han de ir a comprar. El indio se veía obligado a comprar por cincuenta pesos la mula que valía diez y ocho o veinte y con sesenta mil pesos se obtenían trescientos mil de utilidad...” Se enriquecían con la cobranza de los tributos, cometiendo todo género de exacciones, imponiendo a los exentos, percibiendo doble y triple contribución. “Los indios(...), pagan al corregidor o a sus cobradores, que son varios, los cuales le dan un recibo; pero como los indios son una gente tan rústica y de tan poca sagacidad (es decir son tan ‘rústicos y poco sagaces’ que no se les ocurriría cobrar algo ya cobrado, o estafar a alguien, faltar a la palabra o traicionar lo acordado, como hacen los sagaces españoles. AJL) que no alcanzan a prever las resultas que ha detraer consigo el descuido con aquel papel, ni tienen en sus caxas ni parage seguro donde poder guardarlo convenientemente, sucede que después de algunos días se pierde el recibo, y así queda en la previsión de volver a pagar; porque acudiendo otro cobrador, o tal vez el mismo, a reconvenirle que pague, el pobre indio va a buscar el recibo, y como no sabe leer, trae un papel cualquiera o un recibo viejo y lo presenta sencillamente. El cobrador no queda satisfecho y aunque el se canse en persuadirle que ya tiene pagado un tercio de su contribución, el cobrador atribuye a engaño, lo que es ignorancia, y después de maltratarlo (azotarlo. AJL) se lleva lo que encuentra en casa del desdichado, y si no hay cosa de valor lo pone en un obraje (a trabajar de esclavo. AJL) para cobrar el importe del tributo con el producto de sus jornales. El infeliz indio, (...) muere en poco tiempo, si la mujer o hijas no han conseguido entretanto juntar la cantidad que exige el cobrador.”(70) (pags 55 - 56 - 57, 59 - 60) (García Juan Agustín, la Ciudad Indiana)

Las ‘leyes de Indias’, el hambreamiento y la esclavización masiva de los indígenas.

‘Hasta la llegada de los europeos, la población india de La Española había cubierto sus frugales necesidades sin mucho esfuerzo, contentándose con subsistir de lo que la próvida naturaleza ofrecía. Pronto advirtieron con amargura que los blancos llegados en extrañas naves no eran enviados del cielo, como habían pensado, sino seres terrenales crueles y egoístas que venían a traerles la desgracia. Los indios taínos fueron explotados y sometidos a trabajos forzados para alimentar a aquella muchedumbre parásita de soldados y funcionarios hambrones. “Lo que basta para tres casas de a diez personas cada una para un mes -escribe Las Casas- come un cristiano e destruye en un día.” A la carga de alimentara los blancos hubo que sumar que las cabras, vacas y cerdos importados de Europa resultaron ser dañinos para los cultivos indígenas. “En estas ovejas mansas -añade el dominico- entraron los españoles en cuanto los conocieron como lobos y tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos.” Colón volvió a pensaren el negocio negrero. Ya en su primer viaje, a los tres días de llegar, había pensado en la posibilidad de esclavizar a los nativos para compensar la escasez de oro y especias. Con su mentalidad mercantil (...) echó cuentas y calculó que cautivando a toda la población taína de La Española y explotando (es decir talando. AJL) el palo Brasil que la isla producía se podían obtener unos beneficios netos de más de cuarenta millones de maravedies. En vista de que el oro no era tan fácil de conseguir como se prometía al principio, propuso abiertamente a los Reyes Católicos el comercio de esclavos en una carta que les envió con una expedición de regreso, en febrero de 1494. Colón limitaba su proyecto a los caníbales y lo presentaba como meritoria y cristiana iniciativa, para salvar sus almas y “quitarlos de aquella inhumanidad” (es decir esclavizarlos para ‘hacerlos humanos’. Tal el concepto de ‘humanidad’ de la Europa cristiana. AJL) de devorara sus semejantes. Si conseguía la licencia real, ya extendería el negocio a los más numerosos y mansos taínos puesto que en los mercados europeos todos los indios parecían iguales. (...) El Almirante comandó una expedición al interior de la isla y capturó mil seiscientos indios, de los cuales envió a Sevilla a quinientos cincuenta en febrero de 1495. El proyecto era venderlos como esclavos y adquirir víveres y pertrechos para la colonia con el producto obtenido. El resto de los prisioneros fue repartido entre los colonos. La llegada de los esclavos indios a España indignó a los Reyes Católicos (ya vimos que la indignación se refería particularmente a la ausencia de oro. AJL), particularmente a la reina Isabel, mujer estricta, expresó sus dudas sobre si “con buena conciencia se pueden vender, y esto no puede hacerse hasta (...) saber la causa por la que (el Almirante) envía acá los cautivos”. Sin embargo, las remesa de esclavos continuaron llegando, unas veces como mercancía legal, otras veces clandestinamente. El abuso adquirió tales proporciones que en 1500, la reina ordenaría confiscarlos y que los que sin cesar llegaban a España fuesen devueltos a su tierra. “¿Qué poder tiene el mío Almirante para dar a nadie más vasallos? Pero esa medida causó poco efecto: se siguió esclavizando a los cada vez más escaso indios. En 1503, los reyes prohibieron la captura de indios, exceptuando a los caribes, que se consideraban por ser caníbales, “naturalmente esclavos”. Pero como el que hace la ley hace a la trampa, otra cédula real fechada en aquel mismo año dejaba la puerta abierta a la esclavitud, pues ordenaba que “ya que los indios no quieren trabajar y andan y andan vagabundos (en su tierra!!.AJL) ni menos los pueden haber para adoctrinarlos (...) en adelante compeláis y apremiés a los indios que traten y conversen con cristianos (...) y trabajen en sus edificios, y en coger oro y sacar oro y otros metales (la reina Isabel la católica mostraba con claridad su ‘amor’ por los indios.AJL) y en hacer granjerías y mantenimientos.” En 1511 la explotación del indio había llegado a tal punto que el dominico fray Antonio de Montesinos la denunció en un célebre sermón.’(ver más adelante) (83)(pag186-188)( Eslava Galán Juan, El enigma de Clón y los descubrimientos de América, 1992) Siendo el autor de estas palabras un español defensor de la labor ibérica en América, cabría señala el apotegma que dice que ‘a confesión de partes relevo de pruebas’, sólo que las pruebas aun laceran un continente entero.

Los ‘Requerimientos’, el disfraz del genocidio.

Ante las atrocidades denunciadas entre otros por Fray Bartolomé de las Casas, Fray Antonio de Córdoba, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Vázquez Menchaca y Fray Antonio de Montesinos, Carlos V pareció querer poner coto a los desmanes. Al menos en sus escritos. Decretó así en 1542 (cuando ya la mayor parte del genocidio indio se había llevado a cabo), las Nuevas leyes de Indias, puso entonces, como condición que antes de someter o conquistar nuevos territorios, los indios debían ser ‘requeridos’ a la obediencia a la fe católica y a la corona española, mediante un bando que se les debía leer antes de atacarlos. Claro que la lectura de dicho requerimiento se hacía en castellano, idioma que por supuesto los aborígenes americanos desconocían, lo cual permitía a los ‘civilizados’ españoles continuar sus matanzas y atrocidades con la conciencia tranquila. La corona española al mismo tiempo lavaba sus manos en los torrentes de sangre que la ‘evangelización’ de América producía. También acumulaba los ríos de oro y plata que América pagaba a España y por su intermedio a Europa, por su ‘descubrimiento’. Las instrucciones ‘ordenaban que, si después de ser requeridos los indios para que buenamente se entregasen a los cristianos, no lo hicieran, los “dichos religiosos y españoles podrán entrar en dicha tierra y provincia por mano armada y oprimir a los que los resistieren, y sujetarlos, y traerlos a nuestra obediencia.’(71)(pag19) (O’Donnell Pacho, Historias Argentinas, 2006) El emperador clamaba por disimular los procedimientos para la obtención del ORO americano. ‘Las ordenanzas reales prefirieron el término “pacificación” al de “Conquista”: “E mandamos q. Estos asientos no se den con título e nombres de conquistas, pues aviendose de hazer con tanta paz e caridad como deseamos, no queremos q. Se pueda hazer fuerza ni agravio a los indios” (J. Solórzano Pereira).’(71) (pag21) (O’Donnell Pacho, op. cit., 2006) ‘La pacificación empezaba con un discurso dirigido a los indios. El Capitán de la entrada o expedición, o quien él designara, debía requerirles que en paz aceptaran el señorío del Rey, dueño de aquellas tierras por gracia y donación del Papa. Juan de Oviedo, veedor de minas y fundiciones de oro en la expedición de Pedrarias Dávila, dejó una versión completa del documento que debió leer en su propia lengua castellana a los indios de Santa Marta. Es de imaginar lo que habrán comprendido...’ (71) (pag21) (O’Donnell Pacho, op. cit., 2006)

El ‘Requerimiento’.

‘De parte del rey, don Fernando, y de su hija, doña Juana, reina de Castilla y León, domadores de pueblos bárbaros, nosotros, sus siervos, os notificamos y os hacemos saber, como mejor podemos, que Dios nuestro Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de quien nos y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y procreados, y todos los que después de nosotros vinieran. Mas por la muchedumbre de la generación que de éstos ha salido desde hace cinco mil y hasta más años que el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres fuesen por una parte y otros por otra, y se dividiesen por muchos reinos y provincias, que en una sola no se podían sostener y conservar. De todas estas gentes Dios nuestro Señor dio cargo a uno, que fue llamado san Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor y superior a quien todos obedeciesen, y fue cabeza de todo el linaje humano, dondequiera que los hombres viniesen en cualquier ley, secta o creencia; y diole todo el mundo por su Reino y jurisdicción, y como quiera que él mandó poner su silla en Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, y juzgar y gobernar a todas las gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles o de cualquier otra secta o creencia que fueren. A este llamaron Papa, porque quiere decir admirable, padre mayor y gobernador de todos los hombres. A este san Pedro obedecieron y tomaron por señor, rey y superior del universo los que en aquel tiempo vivían, y así mismo han tenido a todos los otros que después de él fueron elegidos al pontificado, y así se ha continuado hasta ahora, y continuará hasta que el mundo se acabe. Uno de los Pontífices pasados que en lugar de éste sucedió en aquella dignidad y silla que he dicho, como señor del mundo hizo donación de estas islas y tierra firme del mar Océano a los dichos Rey y Reina y sus sucesores en estos reinos, con todo lo que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello pasaron, según se ha dicho, que podréis ver si quisieseis. Así que Sus Majestades son reyes y señores de estas islas y tierra firme por virtud de la dicha donación; y como a tales reyes y señores algunas islas más y casi todas a quien esto ha sido notificado, han recibido a Sus Majestades, y los han obedecido y servido y sirven como súbditos lo deben hacer, y con buena voluntad y sin ninguna resistencia y luego sin dilación, como fueron informados de los susodichos, obedecieron y recibieron los varones religiosos que Sus Altezas les enviaban para que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fe y todos ellos de su libre, agradable voluntad, sin premio ni condición alguna, se tornaron cristianos y lo son, y Sus Majestades los recibieron alegre y benignamente, y así los mandaron tratar como a los otros súbditos y vasallos; y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lo mismo. Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Rey y reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y reyes de esas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis y deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho. Si así lo hicieseis, haréis bien, y aquello que sois tenidos y obligados, y Sus Altezas y nos en su nombre, os recibiremos con todo amor y caridad, y os dejaremos vuestras mujeres e hijos y haciendas libres y sin servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieseis y por bien tuvieseis, y no os compelerán a que os tornéis cristianos, salvo si vosotros informados de la verdad os quisieseis convertir a nuestra santa Fe Católica, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas, y allende de esto sus Majestades os concederán privilegios y exenciones, y os harán muchas mercedes. Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como Sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de Sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen. Y de como lo decimos y requerimos pedimos al presente escribano que nos lo dé por testimonio signado, y a los presente rogamos que de ello sean testigos. FIN (72) (López de Palacios Juan, Monarquía Española)

No todos acordaban con la matanza: La Homilía ocultada de Fray Montesinos

Sería Fray Barolomé De Las Casas, quien denunciaría en su famosa obra sobre la ‘Destrucción de las Indias’ el atroz genocidio que los españoles llevaron adelante en el nombre de su Dios y su Rey, por me3dio de ambas espadas: la del conquistador y la de la cruz de su Iglesia de Torquemada. Sin embargo, para remediar este mal De Las Casas (mostrando la monstruosa mentalidad medieval española y europea) apelaría a medidas peores, como lo era pedir la esclavización masiva de los africanos y demás pueblos ‘infieles’. Él mismo, llegó a ser propietario de hombres y mujeres de color esclavizados. Pero otras voces también provenientes de la Iglesia, se levantarían con igual ímpetu, para repudiar las atrocidades cometidas por los españoles en América. Fray Antonio de Montesinos pronunció en 1511, en la Isla de Santo Domingo, un brutal ataque a los encomenderos y tratantes de esclavos, en una homilía que España ocultaría durante siglos. Montesinos atacó frontalmente a los genocidas. ‘Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hechos tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dáis incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y creador, sean bautizados, oigan misa guarden las fiestas y domingos? ¿Éstos no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado (en) que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo.’ (3) (pag54)(Pigna Felipe, op. cit.Tomo I. 2004).

El famoso ‘mestizaje’.

Toda una corriente historiográfica influida por los intereses oligárquicos, lso de la dercha española y la ideología de la Iglesia católica expresada por los revisionistas de cuño hispano-católico (José María el Pepe Rosa, los hermanos Irazusta, Carlos y Federico Ibarguren, Martínez Subiría -Hugo Wast-, Carlos de Paoli, Jorge Abelardo Ramos, entre muchos otros en Argentina y toda América), reivindican el ‘mestizaje’ de los españoles ‘amplios de espíritu y ajenos al racismo anglosajón’ con las mujeres indias que consentían alegres y oferentes el deseo sexual de los hidalgos ibéricos. Sin embargo por boca de los propios españoles la historia parece haber sido muy diferente, aun cuando el resultado haya sido el mestizaje, pero obligatorio y de prepo, es decir mediante el estupro y la violación masiva de las jóvenes indias. Un cronista peninsular reivindicador de la España ‘conquistadora’, Juan Eslava Galán (83), no tiene sin embargo, más remedio que reconocer que, ‘Es natural que los taínos (los habitantes de la Española. AJL) se mostraran algo recelosos con los españoles cuando advirtieron que también ellos secuestraban y tomaban mujeres para concubinas. Colón siempre discreto, procuró silenciar el tema, pero otros indicios nos permiten deducir lo que ocurrió. Oigamos a Michele de Cuneo, un italiano que acompañaba al Almirante en este segundo viaje: “Como yo estaba en el batel apresé a una caníbal (una mujer Caribe, a quienes los españoles acusaban de caníbales para poder justificar su esclavización y exterminio. AJL) bellísima y el señor Almirante (Cristóbal Colón. AJL) me la regaló. Yo la tenía en mi cámara, y como según su costumbre, estaba desnuda, me entraron ganas de solazarme con ella. Cuando quise poner en ejecución mi deseo, ella se opuso y defendió con las uñas de tal forma que mejor no hubiera empezado. Pero así las cosas, para contaros todo de una vez, eché mano de una soga y le di una tunda que no os podéis imaginar los gritos que profería. Finalmente nos pusimos tan de acuerdo que sólo os diré que realmente parecía entrenada en una escuela de rameras.’(83) (pag181) (Eslava Galán Juan, op. cit.,1992) Más tarde en lo que podría denominarse el primer levantamiento hispanoamericano, los españoles residentes en la Española se sublevaron contra el gobierno despótico y corrupto de la familia Colón exigiendo el derecho a explotar a los indios por ellos mismos y a tener todas las indias que desearan. El jefe de la sublevación, Francisco Roldán Jiménez, inició su levantamiento con el mismo lema que de una u otra forma usarían todos los amotinados criollos en América, incluidos Túpac Amaru y los revolucionario de Mayo: ‘Viva el rey, muera el mal gobierno’. Pero para reunir a sus hombres fue más claro, tratando de convencer a los tripulantes de dos carabelas que en su segundo viaje Colón, había enviado con provisiones a la isla antes de llegar él mismo. Así Roldán les expresó a los españoles recién llegados: ‘En lugar de azadones, manejaréis tetas; en vez de trabajos, cansancio y vigilias, tendréis abundancia, placeres y reposo.” La existencia que llevaban los rebeldes de Roldán, parásitos de los sufridos indígenas era, en verdad reposada. Aquellos truhanes se habían rodeado de esclavos indígenas y concubinas y vivían como sátrapas. Las Casas (El Padre Bartolomé de las Casas, en su ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’. AJL) certifica que ni siquiera “se preocupaban por andar a pie camino alguno; aunque no tenían mulas; aunque no tenían mulas ni caballos, sino a cuestas de los hombros de los desventurados indios, o como en litera metidos en hamacas.” Además “iban junto con indios que llevasen unas hojas grandes de árboles para hacerles sombra y otros unas alas de ánsar para abanicarlos; seguidos de una recua de indios cargados como asnos... con los hombros y las espaldas como de bestias con mataduras.’ (83) (pag202) (Eslava Galán Juan, op.cit.,1992) Destituido el gobierno de la familñia Colón por la corona española, fue designado al mando de La Española en su lugar Francisco de Bobadilla, sin embargo ‘Sus concesiones demagógicas (entre ellas la explotación sexual de las nativas) no le granjearon la aprobación de los gobernados. Los reyes lo destituyeron y murió en el naufragio de la carabela que lo devolvía a España.’(83) (pag206) (Eslava Galán Juan, op. cit., 1992)

II. La cultura solidarista-comunista americana

El Inkario fundante. El Tuhuantisuyu y el Solidarismo Inka.

‘Es imposible hacer la historia de las nuevas naciones, como Argentina, Perú, Bolivia y Chile (también Ecuador. AJL) que emergieron impetuosas en los albores del siglo XIX, partiendo únicamente de la negación superadora de la cultura española. En un segundo plano, y a veces en el primero, estuvo siempre presente la antigua cultura incaica. El mito del gran imperio indígena, descuartizado por los españoles, se viene reproduciendo como un sueño colectivo, pasando de generación en generación, calentando los sentimientos de los pueblos americanos de base indígena y de quienes en lo más íntimo se consideran herederos de la vieja aristocracia imperial incaica. Hubo un pasado precolombino que se hizo presente en los restos de centros urbanos monumentales, de templos memorables, semiderruidos, pero que convergían hacia el Cuzco, la ciudad capital de la religión del Sol, “el ombligo del mundo”. Millones de hombres conducidos por grandes Incas que cubren casi un milenio, organizaron un coordinado sistema nacional de vida sobre una larga extensión que va desde cerca de Panamá hasta el norte argentino. (Desde Panamá, hasta el sur de la provincia de San Luis, según los últimos estudios, en el momento de máxima extensión. AJL). La historiografía burguesa ha encerrado toda esta gran experiencia social americana, que desde ese largo pasado alimenta un poderoso mito indigenista, en el campo menor de la etnología, negándole el derecho a ocupar un espacio en la historia. Pero allí están los hechos que han roto ya estos restrictos esquemas interpretativos y hoy Macchu Picchu es ya un centro de atracción histórica como Atenas o Roma.(...) “Ha habido en el Perú a la vez colectivismo agrario y socialismo de Estado, el uno muy anterior a los Incas, el otro establecido por estos conquistadores, el uno resultado de una larga evolución, el otro creación del género humano. En realidad, crearon de arriba a abajo un marco socialista de producción, de reparto, de consumo, y jerarquizaron la población en forma que todo el poder y todas las responsabilidades estuviesen en manos de los jefes.” [Buadin Louis, citado por (10)(pag15)(Astesano E. Op.cit)]Una verdadera revolución social agraria estuvo en la base del gran imperio [incaico], al imponerse la forma superior de propiedad estatal sobre la propiedad comunal de las tribus. La nacionalización de la tierra como resultado de la centralización del poder en los grandes Incas, transformó el sistema, identificando la propiedad de la tierra con la soberanía, y la renta de la tierra con el impuesto, creando además una nueva categoría: “la tierra del Inca” o “tierra del Templo”, que también era trabajada colectivamente por el pueblo. En esencia el trabajo social se desdoblaba -como en todas las culturas antiguas- en trabajo necesario aplicado a la tierra comunal y trabajo sobrante, creador de excedente, destinado a las otras formas de propiedad común. La propiedad estatal de la tierra que expresaba el salto revolucionario hacia una sociedad nueva fue acompañada por una gran revolución hidráulica (que alcanzó a todo le Tercer Mundo similar a la revolución industrial de nuestros días). Había nacido el modo de producción Solidarista antiguo (Base ancestral de la solidaridad de nuestros pueblos americanos. La que les ha permitido sobrevivir a los sucesivos genocidios y condiciones de superexplotación inhumanas, a los que han sido sometidos, por los invasores españoles primero y por las repúblicas oligárquicas probritánicas o proyanquis posteriores a la Independencia. AJL).(...) “El gobierno (incaico) aparece en todas las regiones como un conjunto bastante homogéneo de profesionales civiles, militares o religiosos, que cubrían importantes necesidades de dirección económica, política o militar de núcleos numerosos. El paso del jefe indio de la comunidad al funcionamiento del Estado apareció así como una necesidad al desarrollo de la sociedad.” [(Witfogel, K, op.cit., (pag. 275) citado por (10) (pag. 16) (Astesano E., Op. cit)] “Respecto del control social y riquezas naturales, los caudillos constructores del Estado hidráulico no tuvieron igual en el mundo no hidráulico. La modesta Torre de Londres y los dispersos castillos de la Europa medieval expresan la sociedad baronial equilibrada de la Carta Magna con tanta claridad, como las inmensas ciudades administrativas y palacios, templos y tumbas colosales de Asia, Egipto y la América antigua, expresan la coordinación organizadora y potencial de movilización de la economía y el estatismo hidráulico.” [cit, por (59) (pag16) (Astesano E. Op. cit) (Astesano E. Op .cit)] En el inmenso mar de pobreza e inseguridad en que vivían las tribus americanas surgía como una larga isla de alta cultura y buen nivel de vida el imperio incaico.(...) Entre los incas esa protección social iba más allá del buen nivel de vida. La producción de la tierra del Inca, sus reservas eran “almacenadas en grandes depósitos, para socorrer al pueblo en los años malos, para alimentar ejércitos en campaña, para aliviar la situación apremiante de las viudas, huérfanos y ancianos. En el Tahuantisuyu, nadie padecía hambre, ni estaba ocioso, ni mentía, ni robaba. No había desocupación ni prostitución.” [Valencia Vega A.,(pag. 18) citado por (10) (pag17) (Astesano E., Op. cit)] Lo que impresionó al oidor español Alonso de Zorita fue el ver el trabajo indígena a principios del siglo XVI por el “sentido de contribución, la alegría y el gran júbilo que le acompañaban.” El viejo solidarismo incaico se desintegró con la conquista española, pero las generaciones indígenas fueron transformando ese pasado, en un “paraíso perdido”, que confusamente atribuían a un gran constructor imperial, el Inca Pachacútec, cuya fuerza inmanente desde un lejano ayer, regía los acontecimientos humanos del altiplano andino todavía a fines del siglo XVIII y principios del XIX.’ (10) (pag.15 a 18)(Astesano Ed., op. cit. 1979)

El Comunismo inkaico

‘En el plano de la economía se percibe mejor que en ningún otro hasta qué punto la Conquista escinde la historia del Perú. (...) Hasta la Conquista (Invasión española. AJL) se desarrollaba en el Perú una economía que brotaba espontánea y libremente del suelo y la gente peruanos. En el Imperio de los Inkas, agrupación de comunas agrícolas y sedentarias, lo más interesante era la economía. Todos los testimonios históricos coinciden en la aserción de que el pueblo inkaico -laborioso, disciplinado, panteísta y sencillo- vivía con bienestar material. Las subsistencias abundaban; la población crecía El Imperio ignoraba radicalmente el problema de Malthus. La organización colectivista regida por los Inkas, había enervado en los indios el impulso individual; pero había desarrollado extraordinariamente en ellos, en provecho de este régimen económico, el hábito de una humilde y religiosa obediencia a su deber social. Los Inkas sacaban toda la utilidad social posible de al virtud de su pueblo, valorizaban el vasto territorio del imperio, construyendo caminos, canales, etc., lo extendían sometiendo a su autoridad a tribus vecinas. El trabajo colectivo, el esfuerzo común, se empleaba fructuosamente en fines sociales. Los conquistadores españoles destruyeron, sin poder naturalmente reemplazarla, esta formidable máquina de producción. La sociedad indígena, la economía incaica se descompusieron y anonadaron completamente al golpe de la Conquista. Rotos los vínculos de su unidad, la nación se disolvió en comunidades dispersas. El trabajo indígena cesó de funcionar de un modo solidario y orgánico. Los conquistadores no se ocuparon casi sino de distribuirse y disputarse el pingüe botín de guerra. Despojaron los templos y los palacios de los tesoros que guardaban; se repartieron las tierras y los hombres, sin preguntarse siquiera por su porvenir como fuerzas y medios de producción. El Virreynato señala el comienzo del difícil y complejo proceso de formación de una nueva economía.(...) España se esforzó por dar una organización política y económica a su inmensa colonia. Los españoles empezaron a cultivar el suelo y a explotar minas de oro y plata. Sobre las ruinas y los residuos de una economía socialista, echaron las bases de una economía feudal.(...) La debilidad del imperio español residió precisamente en su carácter y estructura de empresa militar y eclesiástica más que política y económica. En las colonias españolas no desembarcaron como en las costas de Nueva Inglaterra grandes bandadas de pioneer. A la América Española no vinieron casi, sino virreyes, cortesanos, aventureros, clérigos, doctores y soldados. No se formó, por esto, en el Perú una verdadera fuerza de colonización. La población de Lima estaba compuesta por una pequeña corte, una burocracia, algunos conventos, inquisidores, mercaderes, criados y esclavos. El pionner español carecía, además, de aptitud para crear núcleos de trabajo. En lugar de la utilización del indio, parecía perseguir su exterminio. Y los colonizadores no se bastaban a sí mismos para crear una economía sólida y orgánica. La organización colonial fallaba por la base. Le faltaba cimiento demográfico (por el exterminio de las masas indias. AJL)(...) Y como para el trabajo de las haciendas de la costa se recurrió a la importación de esclavos negros, a los elementos y características de una sociedad feudal se mezclaron elementos y características de una sociedad esclavista. Sólo los jesuitas, con su orgánico positivismo, mostraron, acaso en el Perú como en otras tierras de América, aptitud de creación económica. Los latifundios que les fueron asignados prosperaron. Los vestigios de su organización restan como una huella duradera. Quien recuerde el vasto experimento de los jesuitas en el Paraguay, donde tan hábilmente aprovecharon y explotaron la tendencia natural de los indígenas al comunismo, no puede sorprenderse absolutamente de que esta congregación de hijos de san Iñigo de Loyola, como los llama Unamuno, fuese capaz de crear en el suelo peruano los centros de trabajo y producción que los nobles, doctores y clérigos, entregados en Lima a vida muelle y sensual, no se ocuparon nunca de formar.’(82) (pag. 13 a 15) (Mariategui José C., Siete Ensayos sobre la realidad Peruana, 1995)

La memoria del ‘Paraíso Perdido’ y la lucha americana.

José C. Mariátegui explicó ese ‘paraíso perdido’ en los términos concretos y reales de la cultura americana y no en su ‘europeización’, por cualquiera de las vías posibles, fuera por el dominio español o por miradas ‘liberadoras’ eurocéntricas, en los tiempos que la aurora revolucionaria alumbraba los inicios del siglo XX. ‘La fe en el resurgimiento indígena no proviene de un proceso de “occidentalización” material de la tierra quechua. No es la civilización, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del indio. Es el mito, es la idea de la revolución socialista. La esperanza indígena es absolutamente revolucionaria. El mismo mito, la misma idea, son agentes decisivos del despertar de otros viejos pueblos, de otras viejas razas en colapso: hindúes, chinos, etc. La historia universal tiende hoy como nunca a regirse por el mismo cuadrante. ¿Por qué ha de ser el pueblo incaico, que construyó el más desarrollado y armónico sistema comunista, el único insensible a la emoción mundial? La consanguinidad del movimiento indigenista con las corrientes revolucionarias mundiales es demasiado evidente para que precise documentarla. Yo he dicho ya que he llegado al entendimiento y a la valorización justa de lo indígena por la vía del socialismo. El caso de Valcárcel (Valcárcel Luis, autor de Tempestad en los Andes. AJL) demuestra lo exacto de mi experiencia personal. Hombre de diversa formación intelectual, influido por gustos tradicionalistas, orientado pro distinto género de susgestiones y estudios Valcárcel resuelve políticamente su indigenismo en socialismo.(...) Nos dice entre otras cosas, que el “proletariado indígena espera su Lenin.” No sería diferente el lenguaje de un marxista. La reivindicación indígena carece de concreción histórica mientras se mantiene en un plano filosófico o cultural. Para adquirirla -esto es para adquirir realidad, corporeidad- necesita convertirse en reivindicación económica y política.(...) La historia, afortunadamente, resuelve todas las dudas y desvanece todos los equívocos. La Conquista fue un hecho político. Interrumpió bruscamente el proceso autónomo de la nación quechua, pero no implicó una repentina sustitución de las leyes y costumbres de los nativos por las de los conquistadores. Sin embargo, este hecho político abrió, en todos los órdenes de cosas, así espirituales como materiales, un nuevo período. El cambio de régimen bastó para mudar desde sus cimientos la vida del pueblo quechua.’ (82) (pag. 35 y sgtes., nota) (Mariategui José C., op. cit.,1995)

El Inkario en Tucumán.

‘Mensajeros de una estirpe sagrada, los Incas habían traído a la tierra, por mandato del astro paterno, la misión de unificar todos los pueblos de la Indias (sic), en la comunidad de un gobierno, de una religión y de un idioma. Ejecutores celosos del mandato divino, iban acrecentando su poderío por la persuasión o por las armas. Desde Manco Cápac, el fundador pacífico del Cuzco, siete Incas habían ceñido la mascapaicha o borla imperial, hasta el advenimiento de Viracocha, formidable en la guerra.” [Rojas R., (pag. 64), citado por (10) (pag. 19) (Astesano E. Op. cit)] Su fama llegó a todos los rincones del antiguo mundo y los ecos de sus guerras, llevados por los relatos de los chasques y los peregrinos, conmovieron también al Tucumán calchaquí que se anticipó a ceder a la gloria cuzqueña. “Los incas traían a las tierras conquistadas, sus caminos, sus puentes, sus siembras, sus telares, sus armas y sus leyes protectoras. El curaca venía como procónsul del Inca, y con él un amauta que enseñaba la religión y sus ritos, y un harevec (haravicu) que enseñaba la lengua y sus tradiciones. Los sencillos calchaquíes adoradores entonces de la tormenta y el rayo no entregaron la patria ni mudarían la raza: adorarían a Inti magnífico en los cielos, donde la tormenta y el rayo fuesen dioses menores; y acatarían al Inca en la tierra, sin desmedro de los caciques tradicionales. Hablarían en cambio una lengua conocida en todos los ámbitos del mundo por ellos imaginado, trocarían sus rudas hachas de piedra por nuevas armas de metal fundido; vestirían la desnudez de sus mujeres con ponchos y sayas de vistosos colores; y así en la nueva era, serían admirados y temidos.’ [Rojas R., (pag. 67) cit. por (10) (pag. 19) (Astesano E., Op. cit)] Viracocha, vencedor del país de los Kollas, había llegado hasta el pueblo de los Charcas, donde recibió una delegación que iba a ofrecerle su anexión voluntaria al Imperio. Los detalles pintorescos de esta ceremonia, en que un grupo de indios fatigados, que habían recorrido doscientas leguas, contemplaban a estupefactos, la figura imponente del Inca, a quien creían de origen divino, fueron recordados por la tradición y, más tarde recogidos por Gracilazo. “Los embajadores calchaquíes entregaron, en señal de acatamiento, maíz de sus campos, lana de sus guanacos, miel de sus montes. Así quedó incorporado a los dominios del Inca nuestro Tucumán, con el nombre que ellos le dieron. La jurisdicción peruana, tan hermosamente ganada por el Cuzco sobre el Tucumán.” [Rojas R., cit., (pag. 68) por (10) (pag. 19) (Astesano E., Op. cit)] Muchos años después vino la conquista española, rechazada en los comienzos por “los calchaquíes ya quichuizados, fuertes en las armas y la fe en el Sol”. El Tucumán de los Incas fue agregado arbitrariamente a la jurisdicción del río de la Plata; allí quedó enclavada la intocable tradición indígena, vencida pero presente en la raza, en el idioma, en el culto, ahora secreto, a los dioses antiguos; en los templos y en las procesiones de la religión del conquistador blanco.’ (10) (pag. 19 y sgtes) (Astesano E., op. cit. 1979)

La memoria Inka.

‘Es evidente que el mito de un paraíso perdido en el oscuro pasado, puedo haberse diluido con el transcurrir de las generaciones, si los conquistadores hubiesen puesto en marcha instituciones de seguridad y bienestar social superiores. Pero un día el Inca Garcilaso -que, nacido a pocos años de la llegada de los españoles al Perú(...)- logró verter al idioma de los conquistadores, en sus célebres “Comentarios Reales”, un apasionante relato comparativo de estas formas de vida, que oponían la solidaridad humana y el egoísmo individual. En su visión humanista no falta de cultura (como lo revelan sus continuas comparaciones entre el Cuzco y Roma, el imperio incaico y el romano), Garcilaso introdujo por primera vez, en el esquema ideológico de la historia escrita blanca, el pasado incaico. En 1590 aparece en Madrid la primera edición de la obra “Comentarios Reales de los Incas”, del Inca Garcilaso de la Vega, mestizo hijo de un conquistador y una princesa indígena, nacido en el Cuzco y muerto en España como deportado político. La obra surge en un clima de represión.’(10) (pag. 20)(Astesano Ed., op. cit. 1979) En 1572 el Virrey Toledo derrotó al último Inka, Túpac Amaru I, quien había proseguido la lucha contra el invasor español, continuando a sus predecesores que intentaron vengar la infame muerte de Atahualpa a manos de Pizarro, y recuperar su territorio invadido por los españoles. Así al traicionado y masacrado Atahualpa, lo continuó su hermano Manco Cápac. Manco reorganizó el Tuhuantisuyu, construyendo dos nuevas capitales; Willcabamba y Macchu Picchu. Dado el alto grado de organización y su superioridad social y económica, frente al modelo de exterminio, esclavización y saqueo, propiciado por los atrasados europeos, el Tuhuantisuyu Inka resistió 36 años como organización social autónoma, hasta ser finalmente derrotado. Sin embargo su resistencia, como lo veremos sería permanente a lo largo de toda la dominación española. Así a la muerte de Manco Cápac, lo sucedió su hijo Sagri Túpac, a éste su medio hermano Titu Cusi. Finalmente a la muerte de éste apareció el último Inka, otro de los hijos de Manco Cápac, llamado Túpac Amaru I. Del último Inka tomará su nombre, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, el padre de nuestra emancipación José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II. Túpac Amaru I [Túpac Amaru en lengua queshwa significa ‘Serpiente Resplandeciente’, la serpiente era en América, el símbolo de la inteligencia], fue derrotado por los españoles y decapitado en el Cuzco, como varios de sus predecesores. Luego de su muerte el virrey Toledo, desató una carnicería contra todos los miembros de la nobleza Inka, incluidos los mestizos como Garcilaso. Los que no fueron asesinados, fueron desterrados a España, algunos a prisión y otros con prohibición de retornar a América. De tal forma que Garcilaso publicó sus memorias, que más tarde provocaría su muerte en prisión en España. Esta obra, que circularía bajo censura, se transformaría más tarde en una de las fuentes del pensamiento iluminista, su impacto sería enorme sobre toda la cultura occidental; los jesuitas copiarían la organización comunista incaica para someter ‘pacíficamente’ a los pueblos americanos, y, filósofos y pensadores del iluminismo como los abates Marmontel y Raynal u otros más tarde como Jean Jacques Rousseau, Voltaire, Karl Marx, Federico Engels, Proudhon o Mijail Bakunin tomarían la idea del Incario como la sociedad perfecta, como el ‘paraíso perdido’ que era posible recuperar aboliendo o colectivizando la propiedad privada. El libro sería estrictamente prohibido en América luego de la rebelión de Túpac Amaru II, circulando en forma clandestina. Su publicación, tendría el efecto de una bomba de profundidad para la dominación española en América. El Libertador San Martín, estando convaleciente en Córdoba luego de reorganizar el Ejército del Norte, conmocionado por la constatación del peso de la cultura Inkaica en los territorios del noroeste -y seguramente también, por razones que abonan la teoría de su origen mestizo, que lo unía a Garcilaso-, envió una recomendación al gobierno central para que se publicara a la brevedad el libro de Garcilaso. Más tarde lo haría difundir especialmente en los territorios de las Provincias Unidas, en Chile y lo editaría durante su gobierno del Perú. Tal la importancia de la obra del hijo de una Palla Inca y un capitán español, llamado Gracilazo de la Vega, que reivindicó -como harían muchos mestizos- la cultura sometida de su madre, mostrando al mundo occidental la posibilidad de organizar la sociedad de una manera más humana y solidaria.

El Inka Garcilaso y el solidarismo comunista Inka.

‘Yo nací ocho años después que los españoles ganaron mi tierra, y me crié en ella hasta los veinte años, y así vi muchas cosas de las que hacía los indios en aquella gentilidad, las cuales contaré diciendo que las vi. Forzado del amor natural de la Patria, me ofrecí al trabajo de escribir estos “Comentarios” donde clara y distintamente se verán las cosas que en aquella república había antes de los españoles. Después de haber dado muchas trazas y tomado muchos caminos para entrar a dar cuenta del origen de y principio de los Incas, reyes naturales que fueron del Perú, me apreció que la mejor traza y el camino más fácil y llano era contar lo que en mis niñeces oí muchas veces a mi madre y a sus hermanos y tíos y a otros sus mayores acerca de este origen y principio, y será mejor que se sepa por las propias palabras que los Incas lo cuentan que no por las de otros autores extraños. Es así, que residiendo mi madre en el Cuzco, su patria, venían a visitarla cada semana los pocos parientes, en las cuales visitas siempre sus más ordinarias pláticas eran tratar del origen de sus reyes, de la majestad de ellos y de la grandeza de su Imperio, de sus conquistas y hazañas, del gobierno en paz y en guerra tenían, de las leyes que tan en provecho y favor de sus vasallos ordenaban. En suma no dejaban cosa de las prósperas que entre ellos hubieran acaecido que no la trajeran a cuenta.(...) Para principio y fundamento de su gobierno inventaron los Incas una ley. Para lo cual mandaron que en todos los pueblos grandes o chicos de sus imperio se registrasen los vecinos por decurias de diez en diez, y que uno de ellos, que nombraban por decurión, tuviese cargo de los nueve. Había decurias de a diez, de a cincuenta, de a ciento, de a quinientos, de a mil con sus decuriones y cabos de escuadras subordinados unos a otros, de menores a mayores hasta el último principal decurión que llamaron general.

Los decurios de a diez tenían la obligación de hacer dos oficios con los de su decuria o escuadra: el uno era ser procurador para socorrerles por su diligencia y solicitud en las necesidades que se le ofreciese, dando cuenta al gobernador, como pedir semilla, si les faltaba para sembrar o para comer, o lana para vestir, o rehacer la casa si se les caía o quemaba, o cualquier otra necesidad mayor o menor; el otro oficio era ser fiscal y acusador de cualquier delito, que cualquiera de su escuadra hicieses. El que dejaba de acusar el delito del súbdito hacía suyo el delito ajeno, y se castigaban por dos culpas, una por no haber bien su oficio y otra por el pecado ajeno. (...)Por la vía de estos decuriones sabía el Inca y sus virreyes y gobernadores de cada provincia y reino cuántos vasallos había en cada pueblo, para repartir sin agravio las contribuciones de las obras públicas que en cuanto vasallos estaban obligados a hacer, como puentes, caminos, calzadas y los edificios reales y otros servicios semejantes. Y que también se supiese la esterilidad o abundancia de tal provincia, lo cual era para que estuviese sabida y prevenida la cantidad de bastimiento que era menester para socorrerla en años estériles y faltos de cosecha, y también para saber la cantidad de lana y algodón necesaria para darles de vestir a sus tiempos. (...) En el labrar y cultivar las tierras también había orden y concierto. Labraban primero las del Sol, luego las de las viudas y huérfanos y de los impedidos por vejez o por enfermedad. Había en cada pueblo diputados solamente para hacer beneficiar las tierras de los que llamaban pobres. Labraba las tierras de los pobres, labraba cada uno las suyas, ayudándose unos a otros, luego labraban las del curaca. Las últimas que labraban eran las del Rey. Iban a ella y a las del Sol todos los indios generalmente con grandísimo contento y regocijo. Trocaban el trabajo en fiesta y regocijo, porque era en servicio de su dios y de sus Reyes. (...) Las tierras de la comunidad se repartían cada año, y a cada uno se les señalaba el pedazo que había menester. Daban a cada indio un tupo, que es una fanega de tierra para sembrar maíz. Era bastante un tupo de tierra par el sustento de un plebeyo casado y sin hijos. Luego que los tenía, le daban para cada hijo varón otro tupo y para las hijas medio. Los padres se quedaban con las tierras si las había menester; y si no, las volvía al concejo, porque nadie las podía vender ni comprar. Medían el agua y por experiencia sabían qué espacio de tiempo era menester para regar una fanega de tierra. No era preferido el más rico ni el más noble, ni el privilegiado o pariente del curaca, ni el mismo curaca, ni el ministro o gobernador del Rey.(...) Digamos el tributo que daban a sus reyes. Es así que el principal tributo era el labrar y beneficiar las tierras del sol y del Inca y coger los frutos, y ponerlos en sus depósitos reales qué habían en cada pueblo. La semilla para sembrar la daba el dueño de la tierra que es el Sol o el Rey; y los mismo el sustento de los indios que trabajaban; de manera que los indios no ponían más que el trabajo personal. De las cosechas de sus tierras particulares no pagaban los vasallos cosa alguna al Inca. Daban otro tributo, que era dar de vestir y de calzar y armar para el gasto de guerra y para la gente pobre que eran los que no podían trabajar por vejez o enfermedad. La ropa en todas las serranías las hacían de lana que el Inca les daba de sus ganados y del Sol, que era innumerable el algodón de sus cosechas de las tierras del Sol y del Inca, que los indios no podían más que la obra de sus manos. Eran libres de tributo los viejos de cincuenta años arriba, las mujeres, los enfermos, los ciegos, cojos, mancos y lisiados. (...) De manera que lo necesario para la vida humana, de comer y de vestir y calzar lo tenían todos, que nadie podía llamarse pobre ni pedir limosna. Todos sabían tejer y hacer sus ropas, y así el Inca, con proveerles de lana, los daba por vestidos. Todos sabían labrar la tierra y beneficiarla, sin alquilar otros obreros. Todos se hacían sus casas, y las mujeres eran las que más sabían de todo. Llamaban ley de hermandad a la que mandaba que todos los vecinos de cada pueblo se ayudasen unos a otros a barbechear y a sembrar y coger sus cosechas y a labrar sus casas y otras cosas de esta suerte. Por todo el reino había depósitos donde encerraban la cosecha y tributos. En cada pueblo había dos depósitos: en el uno se encerraba el mantenimiento que se guardaba para socorrer naturales en años estériles; en el otro depósito se guardaban las cosechas del sol y del Inca. De cuya causa habían tanta abundancia de las cosas necesarias para la vida humana, que casi se daban de balde. (...) Habiendo conquistado el Inca cualquier reino o provincia mandaba que se aumentasen en las tierras de labor, que se entiende las que llevaban maíz, para lo cual mandaba traer los ingenieros de acequias de agua que los hubo famosísimos, como lo muestran hoy sus obras, así las que se han destruido, cuyos rastros se ven todavía, como las que viven. Sacadas las acequias, allanaban los campos y los ponían en cuadrados para que gozasen bien del riego. En los cerros y laderas que eran de buena tierra hacían andenes para allanarlas, como hoy se ven en el Cuzco y en todo el Perú. En muchas partes llevaron quince o veinte leguas una acequia de agua para regar muy pocas fanegas de tierra de pan, porque no se perdiesen. Habiendo aumentado las tierras, medían todas las que había en toda la provincia, cada pueblo de por sí y las repartían en tres partes: la una para el Sol, la otra para el rey, y la otra para los naturales. Estas partes se dividían siempre con atención que los naturales tuviesen bastantemente en que sembrar, que antes les sobrase que les faltase. Nunca permitieron saquear los pueblos que ganaban, aunque los ganaban por la fuerza de las armas. Mandaban pena de muerte a cualquier soldado que tomase cosa alguna de sus vasallos.(...) El oro y plata y las piedras preciosas no se estimaron por tesoro, porque no vendían ni compraban cosa alguna por plata y ni por oro, ni con ello pagaban la gente de la guerra ni los gastaban en socorro de alguna necesidad y por tanto los tenían por cosa superflua, porque ni era de comer ni para comprar que comer. Solamente se estimaba por su hermosura y resplandor, para órgano y servicio de las cosas reales y templos del sol. En lo cual tengo para mí que estos Incas del Perú deben ser preferidos, no sólo a los chinos y japoneses y a los indios orientales, más también a los gentiles naturales de Asia y de Grecia. Porque no se lee de los reyes antiguos de Asia, África y Europa hayan sido para sus naturales vasallos tan cuidadosos, tan apacibles tan provechosos, francos y liberales, como lo fueron los Reyes incas para con los suyos.(...) También diremos largamente la causa porque se han perdido estas leyes y derechos, y el gobierno de los Incas, tan político y tan digno de loor; y cómo es mayor la barbaridad que ahora tienen los indios para las cosas ciudadanas y mayor la falta y carestía de las cosas necesarias para la vida humana, que no las tuvieron en aquellos tiempos.’[ (Garcilaso de La Vega Los Comentarios Reales, Tomo I pag. 100 - 162 - 163 - 170 - 133 - 140 - 142 - 143 - 151 -158.Tomo II pag. 148 - 156 - 161 - 158), citado por(10) (pag. 21 a 24)]

La cultura americana de la solidaridad; la cultura europea de la esclavitud.

Con el único objetivo de hacer evidente la enorme diferencia respecto de la condición humana y la concepción de la vida que diferenciaba -y aun diferencia- a americanos nativos y a europeos, reproducimos unas pocas palabras de un profesor de Historia Hispanoamericana, perteneciente al imperio Británico. Este sólo párrafo sirve para entender la magnitud del genocidio y sufrimiento de nuestros hermanos realizado por gente que sólo entendía de atrocidades y sufrimiento ‘para alcanzar el cielo.’ Señala el profesor de la Universidad de Birminghan, Harry Ferns, si bien refiriéndose a nuestras pampas, pero su concepción siniestra es extensible, como verá el lector, a todo nuestra cultura solidaria americana originaria. ‘La abundancia de las llanuras posibilitó la existencia de un pueblo libre e indisciplinado, y se relajaron todos los vínculos de jerarquía y autoridad. Uno de los primeros ministros ingleses en Buenos Aires describió la sociedad de las pampas como una de las “democracias de la más pura, pero también de la más baja índole.(...) Un alto oficial británico(...) comentó: “Se ha dado una imagen totalmente falsa de las gentes de este país. son perezosos hasta el último grado, y consiguen alimento con tanta facilidad que no quieren trabajar.” (convendría preguntar entonces ¿para qué o para quién debían trabajar si conseguían el alimento con tanta facilidad? AJL)(...) Un antiguo administrador de minas inglés, Sir Francis Bond Head, informó que: “En Cornwall los mineros están sujetos a un código de ordenanzas locales muy admirables, que alientan la competencia y la industriosidad y dejan que los ociosos se mueran de hambre; en la América del Sur los mineros están lejos de la fuerza de todas esas normas, y un alto salario fijo, con vino y provisiones baratos, desalienta la competencia y el trabajo.(...) Más adelante señala: La mano de obra era escasa y no había indios que pudiesen ser reducidos a servidumbre y sometidos a un trabajo disciplinado.(...) Se resucitó la antigua institución laboral mediterránea de las cuadrillas de esclavos, alimentada por africanos cuyas instituciones tribales permitían una más fácil adaptación a la esclavitud que en el caso de los indios.’(79)(pag19-25-27)(Ferns H.S. Argentina) Estos últimos dos párrafos -escritos al igual que el resto en 1972-, permiten comprender la esencia del capitalismo y también de la mentalidad racista y de supremacía europeísta. Es increíble constatar que un profesor universitario pueda siquiera pensar -hace apenas algo más de treinta años- a la esclavitud en términos de la organización más efectiva del trabajo. En realidad, ellos, los europeos, y sus prolongaciones en los EE. UU siguen pensando al trabajo humano en términos de esclavitud. Para el Dr. Ferns la esclavitud es ‘un sistema de trabajo disciplinado’, o que los africanos podían ‘adaptarse más fácilmente a la esclavitud.’ aunque resulte increíble. Los Inkas ya entre los años 450 y 1550 después de Cristo, sabían que el trabajo era solidaridad, colectividad y alegría.

(Continuará)

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