OPINION - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 05/10/08, POR JORGE RULLI SUMARIO   1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 05/10/08, POR JORGE RULLI. 1 ...

OPINION - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 05/10/08, POR JORGE RULLI

SUMARIO

  1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 05/10/08, POR JORGE RULLI.


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EDITORIAL DEL DOMINGO 5 DE OCTUBRE DE 2008

Algunos nos pregunta la razón por la que hemos polemizado en forma persistente con la convocatoria Carta Abierta, ese conglomerado de intelectuales que ha emitido varios documentos, ampliamente difundidos por la prensa progresista y que actualmente participa como conjunto político de encuentros y alianzas, oficiando como plataforma ideológica y política cuasi gubernamental. Hoy, quisiéramos responder. En una breve nota de Página doce, el día 26 del mes de setiembre, Norma Giarraca logra sintetizar de manera sumamente correcta, algunas de las principales razones que podríamos argüir como críticas a Carta abierta, aquellos que somos parte o nos solidarizamos con los movimientos sociales y ambientales contra la minería, la sojización o los eucaliptos. Los planteos de Carta Abierta se remiten y hallan anclaje, en viejas antinomias setentistas acerca de izquierdas y derechas, mientras aportan a la invisibilización de los grandes problemas actuales, consecuencias directas de que las Corporaciones y el capital transnacional se apropian de los recursos naturales y destruyen los hábitats y los agroecosistemas que sustentan la vida de las poblaciones. Este esfuerzo por ignorar las luchas en defensa de los ecosistemas, y fijar la atención mediática en cuestiones de superestructuras e ideologías, no se trata de un hecho menor. Más allá de sus intenciones, esa mirada sesgada y ese discurso manipulador, que oscurecen aspectos importantes de la realidad y arman un entramado circense que entretiene nuestra atención, resultan funcionales a las nuevas dependencias globales. Una vez más, debemos confesarnos, que los intereses del modelo de los Agronegocios y los intereses de las Corporaciones necesitan discursos de izquierda, elaborados como el de Carta Abierta o tal vez menos elaborados, como los “chamuyos” montevideanos de nuestro vecino Pepe Mugica, pero siempre de izquierda, de una izquierda antigua, por supuesto, de una izquierda que se quedó pegada a sus años de oro y que por incapacidad de renovarse, ha terminado siendo casi imprescindible a los nuevos dueños del poder.

Tenemos que aprender como pueblo a enfrentar estos nuevos peligros, tenemos que aprender a sostener nuestra mirada frente a los nuevos cantos de sirena. No es sencillo, tampoco es indoloro, todo lo contrario, para muchos de nosotros, suele ser un desgarramiento casi de familia. Muchos de los engañadores son a su vez engañados, no importa si por ellos mismos, la mayoría de ellos fueron nuestros amigos, nuestros compañeros, los vimos extraviarse lentamente, a lo largo de los años, con mucha pena, sin saber qué hacer. No supimos cómo congeniar el afecto con las diferencias que se fueron agrandando, nos alegramos cuando recibieron algún reconocimiento y hasta pensamos que esos reconocimientos los acercarían, estábamos seguros que se lo merecían, pero nos equivocamos, no imaginábamos en esos momentos, que esos reconocimientos iban a profundizar las diferencias, que les iban a suscitar lealtades confusas y un mayor distanciamiento de los ideales que tuvieron, y que tuvimos. Ahora lamentablemente, son el nuevo Club Socialista: los intelectuales orgánicos de un proyecto que hace doctrina de la pura inmediatez, que se niega obstinadamente a considerar el mañana y se concentra en la pelea por un territorio imaginario, un territorio ramplón y desértico de sueños, al que ellos tienen que añadirle la poesía y la prosa de la propia biblioteca de textos y saberes, que acumularon en sus largas vidas. Esa parábola de existencia grupal, cierra una tragedia generacional en la que ellos, en un tiempo congelado, continúan debatiendo como en los años ochenta, cuando la democracia era una adolescente cargada de promesas. Pero ahora ya no son brillantes, ahora ya no son rebeldes, ahora ya no son los paladines a los que vivábamos porque llevaban el estandarte de los grandes relatos y le ponían voces a nuestras voces. No, ahora la democracia tampoco es una niña que nos enamora, ha devenido en una bruja mala cargada de vicios, una bruja mala que se clona a sí misma, que se reproduce con Biotecnologías en innumerables gestores de la cosa pública, gestores incapaces de valorar suficientemente, la utilidad que les prestan esos intelectuales, a los que menosprecian en sus debaten, mientras ellos gestionan y hacen negocios de modo imperturbable.

Esos gestores y administradores del poder, esos hombres de las ordenes inapelables, de las innumerables secretarias y el manejo fácil de la administración y de los negocios públicos, tienen sin embargo, una enorme, gigantesca deuda con los intelectuales de Carta abierta. Nuestros viejos amigos han fabricado a lo largo de los últimos años, un entretejido de pequeños paradigmas, de conceptos equívocos que se entrelazan y que asociados entre sí generan verdades aparentes, entramados de significaciones útiles para un propósito que resulta fundamental: el de justificar a los gestores del modelo corporativo de los agronegocios, su propia reproducción y su mantenimiento en el poder. En el universo del modelo tecno productivo globalizado, resulta básico, evitar el debate sobre la neutralidad de los discursos científicos y de las tecnologías. En el universo asolado por los cambios climáticos y las catástrofes ocasionadas por las corporaciones debido a la apropiación masiva de los recursos naturales, resulta primordial mantener la mirada de las víctimas sobre la iniquidad social, a la vez que alimentar expectativas sobre la zanahoria de la creación de empleos y la construcción de viviendas urbanas. En el universo en que las luchas se dirimen electoralmente y mediante partidos vaciados de todo enraizamiento histórico, la necesidad de una neo derecha que permita generar una propia imagen como de izquierda posible, es tan necesaria como la pobreza que se recicla con los planes asistenciales y que ofrece el caudal de votos necesarios para el modelo estéril de una democracia sin horizontes. En un país en que la idea de movimiento se encuentra ausente o degradada a cualquier pequeño núcleo de personas con un objetivo que los unifique, y donde la idea de Pueblo pareciera haberse volatilizado para dar lugar a tribus de intereses y a la gente aislada que vuelve a estar sola y esperando como el hombre de Scalabrini Ortiz, resultaba decisivo generar un concepto que agrupara y que permitiera a la vez retomar de manera liviana, una historia sin suficientes aproximaciones a los hechos.

De tal manera se lograría, como a reses en el feedlot, mezclar en ese corral de nuevos paradigmas a víctimas y victimarios, a enriquecidos y empobrecidos, a engañados de ayer y de hoy, con los nuevos administradores del poder y a la vez con los discursos “progres” y la Patria negociada. Y resulta entonces que, gracias a esta hechicería, ahora somos todos nacionales y populares, o mejor “nacanpop” como se gustan llamar. Somos la nacanpop, y vamos todos por la vida en el mismo tren nacional y popular, que más que tren bala es un tren circense: los jóvenes ejecutivos de la Cámpora con Grobocopatel, la vieja izquierda reciclada en los derechos humanos y el pelado Perdía que jura no haberse enterado de que su gente asesinara a Rucci; los líderes de los camioneros de la soja y de los desempleados de la agricultura; los que hace unos pocos años nos explicaban las bondades del descubrimiento y ahora, con otros manuales, nos explican las perversiones de la conquista; los agricultores familiares y muchos de los pequeños sojeros que ahora devienen para algunos funcionarios en agricultores familiares; algunos campesinos indígenas que no creen en nuestro Estado Nación pero sí creen en el Estado Catalán; los pooles y los senadores aceitosos que siguen ganando fortunas en el río revuelto del corral de engorde, y los nostálgicos del bloque socialista que convertidos en banqueros han devenido solidaristas. Y vamos todos en el mismo tren nacional y popular, con los barrios de pie y con los menemistas y los duhaldistas travestidos y ahora con discursos políticamente correctos, con intelectuales prestigiosos como Pigna que desde el tren en marcha nos enseñan que Perón en el discurso de mayo del 73 rompió consigo mismo, mientras Feimann a su vez, desde las miradas congeladas de los setenta, nos explica una historia en que el Perón de los sesenta no acepta las propuestas de Cook de hacer un peronismo serio, mientras la Biblioteca Nacional organiza pabellones de homenaje a los hermanos Frondizi y es tanto el cambalache tecno neo desarrollista que hasta pretenden que nos sumemos a la fiesta los pocos conintes que quedamos vivos todavía, y que aún damos testimonio con nuestra vejez digna y nuestra pobreza, de que hubo tiempos de lealtad e intransigencia, en que el concepto de lo nacional y popular era precisamente lo nacional y popular, y no otra cosa, y menos aún una cosa entreverada con los negocios y con la entrega de la soberanía nacional.

Vienen tiempos difíciles. Con un poco de sensatez podemos darnos cuenta que la debacle de la globalización llegará en poco tiempo por estas costas, pese a la estulticia de muchos y a la soberbia de los que repiten el mantra de que estamos fuertes y no nos preocupa lo que a ellos pueda pasarles. El mundo globalizado es interdependiente. Ellos necesitan de nosotros pero nosotros también, necesitamos de ellos. En especial cuando durante 25 no se ha hecho sino abrirse al mundo de modo incondicional, a la vez que plegarse a los principios del libre mercado de la Organización Mundial de Comercio, mientras como el tero denostábamos al Fondo Monetario internacional. Todo lo que tenemos como reaseguro en el Banco Central no son más que papeles que se emiten discrecionalmente por parte del Imperio para paliar la propia crisis financiera, papeles que no cuentan con mayores respaldos que no sean las dependencias de la globalización y el enorme respaldo de la China comunista al Capitalismo globalizado. El verdadero respaldo que necesitaríamos en una época de debacle global como esta, sería la conciencia y la participación de nuestro pueblo en un proyecto y en un destino común, la decisión y la capacidad de alejarse del consumismo y apoyarse en las propias fuerzas, una dirigencia proba y competente dispuesta a trabajar incansablemente para rediseñar el territorio y establecer redes locales de abastecimiento y contención de las necesidades de los sectores en mayor riesgo, desarrollos locales que den trabajo y permitan autonomías y ahorro de energías, preservación de los recursos naturales y especialmente del propio petróleo para abastecer el mercado interno, etc. Este es el camino del DECRECIMIENTO y de los propios desarrollos. El que venimos siguiendo, es todo lo contrario: aumento de las exportaciones de commodities para mercados que se derrumban estrepitosamente, producción de pollos y engorde de vacunos en escalas cada vez más gigantescas e insustentables, desaparición masiva de los pequeños productores y disminución de la producción de alimentos, ausencia de mercados locales y de ferias a la vez que apoyo al mega supermercadismo, mantenimiento de la exportación irresponsable de nuestro petróleo y compromiso de la agricultura en la generación de biodieseles para los inyectores de los autos europeos, persecución por parte de los municipios a los vecinos que mantienen pequeños criaderos de producción familiar y desaliento a todo aquello que pueda significar autosuficiencia, incluyendo gallineros familiares, trabajo de la tierra, reparación de artefactos y reciclado de residuos. Este es el camino del CRECIMIENTO, camino que hace muchos años venimos siguiendo en forma casi religiosa o acaso como un discurso único, y que no ha traído sino mayores sufrimientos para nuestro pueblo.

Ahora se acerca la hora de la verdad, y tendremos que elegir, no ya cuál camino pretendemos seguir sino acaso, si queremos sobrevivir o suicidarnos. Estamos en medio de la crisis energética, con cambios climáticos que se acentúan, estamos en medio de la crisis que provoca la apropiación masiva de los recursos naturales por parte de las Corporaciones y, como si todo ello fuese poco, se suma ahora, la debacle financiera que está arrasando con las principales economías del mundo. Podemos sentarnos a esperar y ver qué pasa, podemos confiar en el lexotanil de ciertos discursos y de ciertos líderes cien veces fracasados, o podemos poner manos a la obra, y tal vez, hasta hacer como el flaco de Gualeguaychú, irnos para el fondo a resilvestrear maíces y gallinas… que cada uno elija su camino.

Jorge Eduardo RULLI 11.08.07

Jorge Eduardo Rulli

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