SUMARIO
1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - LA DERECHA BUSCA CON DESESPERACIÓN EL RETORNO DEL PARTIDO DEL "ORDEN", POR ALBERTO J. LAPOLLA (CONTRAEDITORIAL) - GENTILEZA GLADYS PITRAU.
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De: Gladys Pitrau
Fecha: Lunes, 20 de Octubre de 2008 12:53 a.m.
Para: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN
Asunto: LA DERECHA BUSCA CON DESESPERACIÓN EL RETORNO DEL PARTIDO DEL "ORDEN", POR ALBERTO J. LAPOLLA (CONTRAEDITORIAL)
De: alberto lapolla
Fecha: 19/10/2008 02:50:12 p.m.
Para: GLADYS PITRAU;
Asunto: Alberto Lapolla, La derecha busca con desesperación el retorno del partido del ‘orden’.**
La derecha busca con desesperación el retorno del partido del ‘orden’.**
Por Alberto J. Lapolla*
** Publicado por Revista Contraeditorial Nº 5 Octubre 2008
El péndulo de La Nación
En un reciente artículo publicado por el matutino La Nación –órgano vinculado al poder económico concentrado en nuestro país, y sostén de cuanto golpe militar ocurriera desde 1930 en adelante- sugestivamente titulado ‘el regreso del péndulo de la política’, se convoca sin ambages a reemplazar el mandato de la presidenta Cristina Kirhcner por alguna variante ‘que debe ser hecha con urgencia, de mayor calidad institucional con la necesidad de garantizar la gobernabilidad. Estamos hablando de contar con gobiernos fuertes, firmes, pero no arbitrarios, que no traspasen los límites de la división de poderes y, al mismo tiempo, tengan claro que la ley está hecha para ser cumplida y hacerla respetar, y que ningún sector puede disputarle el monopolio en el ejercicio de la fuerza. Sea cual sea su signo ideológico, estamos más cerca.’ Si bien el autor, Fernán Saguier, habla de las elecciones de 2011 el llamado a reemplazar con ‘urgencia’ la actual situación parece hacerle perder el equilibrio en el respeto constitucional que dice defender. La mención no es gratuita. El genocida Corres, escapado de la prisión marplatense con complicidad militar, se refugió en casa de su hermana pues, según relató la misma, sus amigos militares le habían asegurado ‘que el gobierno de Cristina sería reemplazado a la brevedad por uno de signo más amigo de los militares perseguidos’ por delitos de lesa humanidad.
Apelando a una encuesta de la cual no cita la fuente, pero que señala ‘intachable’, concluye que: ‘Un último sondeo de una encuestadora intachable despierta murmuraciones por estos días en despachos empresarios y políticos. Julio Cobos, Mauricio Macri, Carlos Reutemann, Roberto Lavagna, Sergio Massa y Felipe Solá aparecen allí, en ese orden, con la mejor imagen en centros urbanos del país de más de 10.000 habitantes.’ Si de citar encuestas ‘intachables’ se trata, poseemos una de CEOP, que aseguraba que el 89.7% de los encuestados se manifestó en contra del paro propuesto por la SRA, el 72.3% creía que la medida produciría aumentos de precios, mientras el 66% de los mismos pensaba que el sector rural debiera sentarse a negociar con el gobierno y no cortar rutas. Los pobres resultados de adhesión que los ruralistas han conseguido en estos días de nueva protesta, parecen mostrar que el sondeo no estaba equivocado.
El artículo de Saguier fue publicado el 14 de setiembre, unos días antes del estallido de la crisis de Wall Street, crisis que como reconocen la mayoría de los economistas del mundo, se llevará consigo la pesadilla neoliberal alumbrada por Ronald Reagan y Margaret Tatcher, allá por los ’80, conocida como Consenso de Washington, y que tan catastróficos resultados produjera en nuestro país. Resultados que el matutino para el que Saguier escribe, defendiera como el retorno del capitalismo del ‘laissez faire’ que nunca debió haberse abandonado por los modelos dirigistas, estatistas e intervensionistas. De haberlo escrito unos días más tarde tal vez debiera haber medido más las palabras usadas pues, los políticos a los que Saguier reivindica son los más vinculados al modelo que está colapsando en el mundo, arrasando como fichas de dominó a la mayoría de los grandes bancos del sistema financiero occidental, abriendo una nueva etapa de la historia económica mundial, del cual surgirán seguramente, nuevas hegemonías multipolares. De tal forma, si bien Cobos, Reutemann o Solá pueden disfrutar de alguna fama entre los sectores de derecha de la ciudadanía por su apoyo a los sectores concentrados del agronegocio en el largo lock out patronal, que complicó la vida de los argentinos y debilitó al legítimo gobierno de la Dra. Cristina Fernández, difícilmente el señor Cobos perdure más allá del efecto de una fama efímera, como ocurriera ya con Aldo Rico o con el falso ingeniero Blumberg. Prueba de ello puede ser la debilidad y aislamiento mostrado por el nuevo lock-out sojero.
Macri, el desgobierno de la derecha.
El caso de Macri es distinto. Su gobierno está más cerca del papelón que de una política basada en la ‘gestión seria y la resolución de los problemas de los vecinos’, tal cual prometiera en su cara campaña electoral. Lo que aparece como ‘administración macrista’ es un desgobierno de la Ciudad de Buenos Aires, un desconocimiento de los problemas y de la institucionalidad de la misma, el avasallamiento continuo de la división de poderes, el avance continuo sobre su Constitución, la incapacidad absoluta de dialogo y de búsqueda de consensos. El autoritarismo es la forma elegida por el señor Macri -a quien algunos atrevidos han calificado como el ‘barrabrava de Barrio Parque’-, para imponer sus políticas contrarias a los intereses de la mayoría. Ha llegado a la corruptela caricaturesca de frenar obras de bien público –viviendas populares- para cederle dichos terrenos al club Boca Junios del cual fuera su presidente por una década. Peor aun, cesantea a miles de empleados -algunos sólo por haber cumplido 60 años- que promedian sueldos de 1500 pesos para reemplazarlos por amigos de la ‘gente PRO’, con sueldos cercanos a los 8000 pesos. Mientras comunica que no va a poder hacer las obras que prometió en su campaña, porque el gobierno nacional no le firma los avales para endeudar al erario público, él y sus ministros se aumentan los sueldos a sumas cercanas a los 40.000 pesos mensuales. No envía suministros a los hospitales porteños pues ‘las provincias le llenan los hospitales con pacientes’ de más allá de la General Paz. Macri no inaugura las seis estaciones de subte ya concluidas de las líneas A y B, para no perjudicar a las empresas del autotransporte a las cuales está vinculado. Es decir, Macri hace todo lo contrario a lo que Saguier le reclama al gobierno nacional y que dice que sus exitosos encuestados garantizan. Parecería ser al revés. No es Macri causalmente una garantía de respeto institucional, dialogo, consenso y respeto al otro sino todo lo contrario.
Pero sí es Macri, una garantía de lo otro que pide La Nación, que en realidad es la esencia del artículo enmascarado detrás del ‘respeto a las instituciones’, lo cual ambos gobiernos Kirchneristas han cumplido, sólo que en una dirección estructural opuesta a la que La Nación quiere. Así el artículo asume aquello que la derecha reclama desde diciembre de 2001: mano dura y un gobierno firme que reprima a la protesta callejera. Protesta a la cual Macri considera la mayor plaga a combatir, al grito de ‘el espacio público no se negocia’. Olvidando que el espacio público, como su nombre lo indica, pertenece al pueblo. Pero claro el pueblo de Macri parece ser aquel que tan claramente definiera su admirado D. F. Sarmiento allá por 1879, y que nítidamente excluía de él a ‘los gauchos, los pobres, los negros y los indios’ y sólo incluía ‘a la gente decente’, por lo cual es lógico que sus medidas se basen en reprimir al pueblo para favorecer con acciones hasta risibles, por lo clasistas y torpes, a sus vecinos de Barrio Parque.
Respecto de Reutemann, es claro que el santafesino –cuyo gobierno concluyó con las mayores inundaciones de la historia provincial, producidas por la depredación ambiental de la sojización unida al desmadre del Estado provincial y sus órganos de control- acaba de llegar a un acuerdo para encabezar como Senador nacional la lista de candidatos de Santa Fe, con el ex presidente Kirchner con todos los sectores del PJ detrás, lo cual lo saca del esquema de Saguier.
Mano dura con al protesta social.
Pero el artículo da pie a una reflexión más profunda sobre una línea muy cara a los argentinos, cual es un permanente reclamo de la derecha vernácula, que añora la represión abierta a la acción directa del pueblo. En un párrafo que no tiene desperdicio Saguier, pide un gobierno que no sea ‘condescendiente con la protesta prepotente. El sentir general clama por un posicionamiento más firme ante el reclamo callejero. Impera ya cierto clima de estudiantina irresponsable en la vía pública tras cinco años de omisiones que avalaron la acción directa. Pocas cosas redituarán más que atender -y responder con imaginación- la sensación de hartazgo reinante ante tanta indisciplina. Seguir demostrando pasividad frente al desborde será como sacar credencial de timorato, rehuir responsabilidades. En este aspecto, la clase dirigente se quedó ya sin margen para mirar hacia otro lado.’ Es decir, acabar con la gente en la calle reclamando, táctica que desde 2001 da por resultado, ser superado por cada vez mayor cantidad de gente en la calle. Sin embargo no es la primera vez que la derecha llama desembozadamente a la represión contra el pueblo. Fue el gobierno delarruista, a quien La Nación apoyaba sin ambages, quien se despidió matando a más de treinta ciudadanos que protestaban en el centro porteño, sin que al matutino se le cayera una lágrima. Un poco más tarde Eduardo Duhalde debió abandonar su sueño presidencial electivo, debido a los asesinatos de Santillán y Kostecky. Con anterioridad en 1975, luego de la expulsión por parte del pueblo de José López Rega y sus cómplices, mediante la gran rebelión obrera de junio, los sectores del poder económico concentrado y de la derecha política encabezados por el dirigente radical Ricardo Balbín, junto al sempiterno Mariano Grondona –quien había apoyado a Lopecito, como un dique seguro contra el marxismo- y La Nación, comenzaron a reclamar el ‘fin de la guerrilla fabril’, que según ellos impedía el avance del país. Es decir, el conglomerado de Cuerpos de Delegados, Comisiones Internas de Fábricas y Coordinadoras Sindicales de Base, que abarcaban al 90% del movimiento obrero organizado y que habían producido tal rebelión de las bases obreras contra López Rega, Isabel y su ministro Rodrigo que arrasaron toda forma de contención política de la burocracia sindical vandorista, la que tuvo que acompañar el movimiento con el mayor paro general que recuerda la historia argentina. Sin embargo el pedido de acabar con la guerrilla fabril reclamado por Balbín, Grondona y La Nación se cumpliría a rajatabla unos meses más tarde. La dictadura antiindustrialista establecida por las fuerzas armadas con fuerte apoyatura civil, el 24 de marzo de 1976, cumpliría con creces la consigna de ‘acabar con la guerrilla fabril’. De los 30.000 desaparecidos, el 55% son dirigentes sindicales de base, es decir unos 18.000 dirigentes sindicales. La dictadura detendría a 300.000 de ellos y expulsaría 800.000 delegados de fábrica, cerrando en su curso 50.000 establecimientos fabriles, cifra que llegaría a 217.000 en diciembre de 2001, al final del ciclo desindustrializador.
Vale la pena la comparación con el momento actual. Ahora cuando después de una etapa tan dolorosa, donde tantos argentinos han padecido hambre, desempleo, desnutrición, abandono social y exclusión de todo tipo, incluida la muerte por causas vinculadas al hambre, ahora cuando un nuevo curso económico busca recuperar un modelo productivo, La Nación vuelve a reclamar el fin de la protesta callejera y de la presencia del pueblo en la calle. Si bien se dice ‘cualquiera sea su signo ideológico’, se vio con claridad que cuando los empresarios rurales cortaban salvajemente las rutas, llegando a provocar incluso dos muertes, La Nación no reclamó que se los desalojara de las rutas, sino que por el contrario clamaba para que el gobierno tomara en cuenta sus reclamos, sin importarle la ilegalidad y el brutal autoritarismo antidemocrático de sus métodos. Claro, La Nación y el sector social al que representa no puede escapar a la fábula del escorpión y la rana, la larga historia padecida por los argentinos desde 1916 parecen confirmarlo.
Ingeniero Agrónomo – Historiador- Docente de la UBA
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