OPINION - EL CASO RUCCI MÁS DE LO MISMO, POR CARLOS O. SUÁREZ SUMARIO   1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EL CASO RUCCI MÁS DE LO MISMO, POR CARLOS O. SUÁREZ - GENTILEZA OFELIA ROSALES GIMÉNEZ....

OPINION - EL CASO RUCCI MÁS DE LO MISMO, POR CARLOS O. SUÁREZ

SUMARIO

  1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EL CASO RUCCI MÁS DE LO MISMO, POR CARLOS O. SUÁREZ - GENTILEZA OFELIA ROSALES GIMÉNEZ.


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De: Ofelia Rosales Giménez

Fecha: Martes, 07 de Octubre de 2008 11:38 p.m.

Para: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN

Asunto: EL CASO RUCCI MÁS DE LO MISMO, POR CARLOS O. SUÁREZ

    EL CASO RUCCI MÁS DE LO MISMO

por Carlos O. Suárez

El resurgimiento de una campaña en los medios de comunicación, acompañada por las denuncias de dirigentes sindicales y partidarios, acerca de “la culpabilidad” de Montoneros en el asesinato de José I. Rucci, nos muestra que los sectores económicos, políticos y de la difusión comercial vinculados a la dictadura (1976-1983) se han lanzado a revivir sin limitaciones la Teoría de los Dos Demonios. Esa doctrina, elaborada por los gabinetes psicológicos de la Central de Inteligencia Americana (CIA) desde 1983, fundamentó el accionar de “los demócratas” que durante el gobierno de Raúl R. Alfonsín impulsaron el enjuiciamiento de las cúpulas militares del Proceso de Reorganización Nacional y de la conducción de Montoneros. La partidocracia liberal, legítima heredera de los genocidas rivadavianos y mitristas del siglo XIX, junto a un amplio espectro de comunicólogos a sueldo de servicios de inteligencia extranjeros, dedicó sus esfuerzos a calumniar a quienes enfrentaron a la barbarie dictatorial, buscando a la vez ocultar sus públicas complicidades con el genocidio y el remate del patrimonio nacional.

Resultó muy sugestivo que mientras se denigraba a Montoneros, centrando los ataques en la Conducción Nacional de la organización peronista, se omitía cualquier enjuiciamiento a los ideólogos y planificadores dictatoriales al estilo de Martínez de Hoz. Comenzaba así la campaña deformadora de la realidad que hallaría entusiastas propagandistas en la Junta Coordinadora de la Juventud de la UCR, parte de la dirigencia de “izquierda” y el menemismo vendepatria. Esas ofensivas sostenidas desde el libro, la cátedra, los medios de difusión masivos y las cúpulas partidarias y de algunos sindicatos, culminaron al comenzar el siglo XXI con la pretensión de igualar a los dictadores y sus cómplices con los que lucharon en todos los frentes para acabar con las dictaduras y sus continuadores “democráticos” que, conjuntamente, garantizaron la entrega el país por las vías formalmente constitucionales.

Al llevar a cabo el actual gobierno los juicios contra gran parte de los genocidas del régimen de la Reorganización Nacional, todos los  sectores partidarios, sindicales y de los medios de difusión que avalaron las masacres, torturas y políticas desnacionalizadoras entre 1976 y 1983, cierran hoy filas detrás de las acusaciones prefabricadas contra Montoneros y aquellos sectores que no aceptaron pasivamente la conversión de Argentina en una colonia. Cobra de tal manera sentido la reapertura del “caso Rucci”, viejo caballito de batalla de los grupos enquistados en el Movimiento Peronista para servir las políticas del imperio y la oligarquía, así como la de sus permanentes servidores “democráticos” de los partidos y organizaciones sindicales que desde 1955 vienen conspirando y agrediendo a los peronistas de la gloriosa Resistencia y posteriormente a la Juventud Peronista y las organizaciones político-militares QUE RECHAZARON LA ASIMILACIÓN DEL PERONISMO AL SISTEMA NEOLIBERAL.

Es así que “los ortodoxos” de hoy se asemejan a los que decían “hay que estar contra Perón para salvar a Perón” y, en consecuencia, fueron amanuenses de las dictaduras de 1966-1973 y 1976-1983.

José I. Rucci fue de los dirigentes sindicales que pretendieron y, en gran medida lograron, reducir al Movimiento Peronista al rol de factor de poder dentro del sistema para presionar a los gobiernos de turno y posteriormente negociar posiciones en beneficio de las estructuras gremiales. De acuerdo a esa línea de conducta Rucci y sus congéneres enfrentaron parcialmente al régimen de la “revolución argentina”, buscando siempre mantener los espacios institucionales a su favor y con la finalidad de negociar con Juan D. Perón en las mejores condiciones posibles. Por eso es que ante la gigantesca movilización del 20 de junio de 1973, en la que el Pueblo Peronista revivió la épica jornada del 17 de octubre de 1945, montaron el conjunto de provocaciones que confluirían en la masacre de aquel día luctuoso.

José I. Rucci fue junto con los agentes de la CIA Osinde, Brito Lima y Norma Kennedy, el responsable directo de aquella tragedia, coexistiendo en la acción con agentes de la OAS francesa, operadores de la central de Inteligencia Americana y toda una gama de criminales dispuestos a impedir el reencuentro del líder con su pueblo.

Fue público y notorio el protagonismo de José I. Rucci en las maniobras provocativas que precipitaron la renuncia de Héctor J. Cámpora a la Presidencia de la Nación, precisamente cuando los grupos del macartismo vernáculo acusaban a diestra y siniestra a “los zurdos que querían matar a Perón”. Esas burdas patrañas de un dirigente ya totalmente subordinado a los planes de restauración dictatorial que se harían efectivos el 24 de marzo de 1976, serían encubiertos con las campañas psicológicas acerca de “la lealtad” hacia Perón, mientras se socavaban las bases de sustentación políticas y sindicales que hubieran posibilitado el reinicio de la revolución justicialista interrumpida por el gorilismo en 1955. El conjunto de simuladores financiados por la oligarquía e instrumentados por la CIA montaron de allí en más el andamiaje institucional que condujo a condicionar decisivamente a Juan D. Perón en su nueva presidencia. Y en esa empresa, válido es reiterarlo, el supuesto “campeón de la lealtad”, José I. Rucci, resultó ser un factor muy importante.

La fractura política del Movimiento Peronista, que los sectores al servicio de la antipatria concretaron a partir del 20 de junio de 1973, encontraba en la JP y Montoneros enemigos muy difíciles de neutralizar.La masividad del peronismo montonero, surgida de años de lucha y sacrificios, no podía ser igualada ante la opinión del pueblo por lo que negociaron con todas las dictaduras y aprovecharon sus cargos sindicales para un enriquecimiento indigno.Por consiguiente, de acuerdo a las directivas precisas de la Central de Inteligencia Americana (CIA) se produce el atentado que cuesta la vida de JIR.

La Organización Montoneros, que desde el Aramburazo en adelante siempre reivindicó los ajusticiamientos decidios orgánicamente, NUNCA ASUMIÓ LA AUTORÍA DE ESE HECHO QUE, POR OTRA PARTE CONTRARIABA FUNDAMENTALMENTE LAS ESTRATÉGICAS RELACIONES CON PERÓN.

Así mismo, si se analiza la etapa que va del 25 de mayo de 1973 al asesinato de Rucci, se advertirá que Montoneros no impulsó la lucha armada y, por el contrario, muchos de sus militantes resultaron ser víctimas de las agresiones de los que desde “la ortodoxia” conspiraban contra Juan D. Perón y la vigencia de una auténtica democracia.

La llamada “Operación Traviata” resultó ser una de las clásicas acciones que la CIA y otros servicios de inteligencia realizan a nivel mundial. Sin reparar en el hecho decisivo de la carencia de cualquier pronunciamiento orgánico de Montoneros, adjudicándose la autoría del atentado, la modalidad operativa y la característica del edificio de donde provinieron las descargas indican que los ejecutores eran mano de obra de organizaciones extranjeras. Por otra parte, contando con la apoyatura del peronismo “ortodoxo” y de la incipiente Triple A comandada por López Rega, así como de los medios de comunicación de las transnacionales, no resultaba difícil montar el aparato de difusión dirigido a culpar a Montoneros por la muerte de JIR.

¿ Por qué en el año 2008, se busca obsesivamente que algún estamento del Poder Judicial acepte caracterizar el asesinato de Rucci como “delito de lesa humanidad”, adjudicando la autoría a Montoneros? Esto se inscribe sin dudas en la ofensiva del imperio contra los gobiernos, organizaciones y dirigentes que no aceptan el ALCA ni la subordinación a las directivas del tambaleante régimen de Washington. Y en el orden local, esa ofensiva se asienta en los resabios partidarios, sindicales e informativos del Proceso de Reorganización Nacional, jaqueados por los juicios donde se demuestran fehacientemente las políticas genocidas desarrolladas entre 1976 y 1983. En tal sentido, más allá de la decisión gubernamental de profundizar esos enjuiciamientos, resulta errónea e insuficiente la estrategia de centrar solamente en los militares de las tres armas la responsabilidad estratégica del accionar dictatorial, ya que la planificación y mando residía en los que proyectaron los cursos de acción económicos: Martínez de Hoz, Krieger Vasena, Cavallo y el conjunto de los teóricos del neoliberalismo .

Personajes siniestros como Luis Moreno Ocampo, que operan desde las esferas judiciales internacionales para institucionalizar la Teoría de los Dos Demonios y así satanizar a los que luchan en el Tercer Mundo contra el imperio norteamericano y sus aliados de la OTAN, compaginan el libreto dirigido a condenar a Montoneros. Necesitan para ello igualar las atrocidades del Terrorismo de estado con la lucha de los que se sacrificaron por liberar a la Patria del dominio neocolonial.

Montoneros ha sido, con aciertos y errores políticos, una organización cuyos dirigentes y militantes dieron un ejemplo de consecuencia y sacrificio por la causa nacional y popular. Es por ello que resultará inútil el empeño de los sectores, dirigentes y comunicólogos financiados por la CIA para enlodar a los patriotas que aun hoy siguen de pie en el combate por la emancipación argentina y latinoamericana.

Buenos Aires, 6 de octubre de 2008.-

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